A 40 años del inicio de la Mediación Papal

Columna
El Mercurio/La Nación, 12 de enero de 2019
Roberto Ampuero (Ministro RR.EE. de Chile) y Jorge Faurie (Ministro RR.EE. de Argentina)
"...el estado de nuestras relaciones no es resultado de un azar histórico. Es el resultado de un esfuerzo común de largo aliento, del que debemos sentirnos orgullosos...". 

El 8 de enero de 2019, a ambos lados de la cordillera de los Andes, conmemoramos el camino recorrido juntos a lo largo de cuarenta años. Honramos a la diplomacia y su fruto más valioso: la paz, los acuerdos, la cooperación y la integración. Guiados por el espíritu de nuestra hermandad, ambas naciones supimos superar aquel momento oscuro de nuestra historia, abatiendo con entereza las sombras de la irracionalidad, cuyas secuelas se han desvanecido para siempre.

Luego de la firma del Acta de Montevideo, aquel 8 de enero de 1979, y tras varios años de intensas negociaciones diplomáticas orientadas por la Santa Sede, se logró un hito en las relaciones argentino-chilenas: el Tratado de Paz y Amistad de 1984. Esa es la piedra angular sobre la cual nuestros países han construido una ambiciosa y productiva agenda bilateral. Avanzamos decididamente en los asuntos limítrofes; nuestras Fuerzas Armadas trabajan en conjunto integrando la Fuerza de Paz Binacional Cruz del Sur; se suscribió el Acuerdo de Integración y Complementación Minera que ha permitido inversiones en ambos lados de la frontera, y nuestros gabinetes trabajan en forma anual identificando nuevos objetivos.

En estos 40 años hemos sido testigos de un proceso de cooperación sin precedentes entre las dos naciones, reflejo de una firme vocación de integración. La alianza estratégica entre Argentina y Chile hace que los más de cinco mil kilómetros de frontera conviertan a esta relación en una de las más amplias y ricas del mundo. Argentina y Chile están abocados a una integración que podemos definir como una política de Estado y que, por lo mismo, permanece en el tiempo más allá de los gobiernos y las visiones políticas imperantes en uno y otro país. No es casual, entonces, que entre nosotros una treintena de mecanismos e instancias de diálogo se reúnan anualmente, como los encuentros presidenciales, las Reuniones Binacionales del Gabinete de Ministros, los encuentros de Gobernadores argentinos e Intendentes chilenos y también el Foro de Diálogo Estratégico Argentina-Chile, que trabaja con objetivos y mirada de largo plazo, pensando en nuestros países en el 2030.

Esta cohesión y labor conjunta no solo se da a nivel nacional, en iniciativas regionales y multilaterales, sino también en el plano subnacional. Las provincias argentinas y las regiones chilenas tienen particular protagonismo. Tenemos importantes avances logrados en el marco de los ocho Comités de Integración que acercan aún más a los ciudadanos que viven en esa enorme extensión de tierra que es nuestra frontera común.

Podemos estar orgullosos del camino que hemos recorrido a cuatro décadas del Acta de Montevideo. Nos unen fuertes lazos históricos, geográficos, culturales, y también valores compartidos, como la defensa de la democracia y el Estado de Derecho, la promoción y protección de los derechos humanos, el multilateralismo, el cuidado del medio ambiente, la vocación antártica, la promoción de la no-proliferación, el apoyo a las Operaciones de Mantenimiento de la Paz, y la profundización del diálogo Mercosur-Alianza del Pacífico.

Al recordar aquella etapa sombría de las relaciones entre nuestros países, subrayamos y revalorizamos los lazos actuales, que se expresan no solo en los mecanismos de contacto periódicos, sino -fundamentalmente- en la cooperación y confianza, como quedó reflejado en la invitación que hizo Argentina a Chile en el mes de diciembre recién pasado para ser uno de los países invitados al G20, reforzando así la valiosa visión latinoamericana en ese importante foro.

Esta misma semana, tan significativa para nuestros pueblos, hemos visto cómo el Senado chileno acaba de aprobar el nuevo Acuerdo Comercial de 2017, en el marco del Acuerdo de Complementación Económica N° 35, finalizando así los trámites legislativos en uno y otro país para su inminente entrada en vigor. Dicho Acuerdo, el primero de nueva generación que suscribe la Argentina, permitirá generar las condiciones para un aumento del comercio bilateral y de las inversiones recíprocas, así como nuevas oportunidades para diversos sectores proveedores de servicios y para comercio electrónico.

Argentina y Chile reafirman, día a día, su total compromiso para continuar trabajando mancomunadamente en pos del fortalecimiento de una relación cada vez más profunda, diversificada y duradera, en los múltiples ámbitos de interacción. Aún tenemos desafíos pendientes, por cierto, pero estamos convencidos de que la única vía es el diálogo que promueve los intereses compartidos y cimienta la confianza entre dos naciones que aprendieron a caminar juntas con franqueza.

El estado de nuestras relaciones no es resultado de un azar histórico. Es el resultado de un esfuerzo común de largo aliento, del que debemos sentirnos orgullosos.

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