Acotaciones sobre la paz del Chaco

Columna
La Razón, 29.07.2015
Ramiro Prudencio Lizón
Es menester dejar bien sentado que la guerra del Chaco no se llevó a cabo por el petróleo

En este mes en que se han cumplido 80 años de la paz del Chaco, es necesario que los bolivianos tengamos una visión más objetiva de ese tremendo suceso y nos desprendamos de mitos que con el tiempo se han encarnado en nuestro pueblo y han llevado a la distorsión de la verdad histórica.

En primer lugar, cabe señalar que una de las leyendas más asentadas en el país es la creencia de que la paz del Chaco del 12 de junio de 1935 fue suscrita cuando el Ejército boliviano estaba más fuerte que el paraguayo y preparando una gran ofensiva. Según don Aquiles Vergara Vicuña, el principal historiador de la Guerra del Chaco por parte nacional, las fuerzas armadas bolivianas sumaban en ese momento 53.000 soldados, frente a 47.000 paraguayos. Se esperaba contar, además, con 10.000 efectivos que se preparaban en Tarija. Pero antes de que se reuniese todo el Ejército nacional para lanzar una ofensiva, los paraguayos tomaron fortín Ingavi y amenazaron Ravelo, que era la llave de la ruta Roboré - San José - Santa Cruz de la Sierra. Por lo tanto, la paz se efectuó en un momento de inquietud de nuestra defensa, por haberse descuidado el lado oriental del Chaco.

Evidentemente era poco probable que una ofensiva paraguaya hacia Roboré tuviese éxito, porque sus tropas estaban ya muy lejos de su zona de abastecimiento, y existía además la amenaza de una fuerte contraofensiva boliviana por el occidente. En consecuencia, la paz del Chaco consolidó la situación de equilibrio en el frente.

Otro mito muy difundido no solo en Bolivia sino en todo el continente se basa en las declaraciones de un senador norteamericano, Huey Long, acusando a la Standard Oil de haber influido en el desencadenamiento del conflicto chaqueño. Con base en estas declaraciones, se creó la leyenda de que la guerra fue provocada por un antagonismo de dos empresas transnacionales, la Standard Oil norteamericana y la Shell inglesa.

Es menester dejar bien sentado que la guerra no se llevó a cabo por el petróleo, porque no había hidrocarburos en el Chaco. Sabemos que la Standard tenía concesiones al sur de Santa Cruz, pero la Shell no obtuvo nada en el Paraguay. El problema del petróleo solo surgió en la tercera fase de la contienda, cuando los paraguayos incursionaron sobre el río Parapetí y amenazaron Charagua y Camiri.

Sin embargo la leyenda no solo se mantuvo en Bolivia, sino que fueron los propios bolivianos los que más se preocuparon en propalarla al exterior, sin considerar el gravísimo daño que se hacía al país. Esta desatinada política solo ha servido para que en toda América se considerara que la Standard Oil había financiado la guerra a favor de Bolivia.

La verdad es que la Standard no prestó ninguna colaboración al esfuerzo bélico boliviano. El Gobierno norteamericano le había exigido que guardase la más estricta neutralidad, para que no perjudicara su posición en el continente. Por ello, cuando nuestro ministro plenipotenciario en el Brasil Carlos Calvo solicitó un préstamo al representante de esa compañía en Río de Janeiro, señor Armstrong, éste se negó al pedido, alegando que la empresa, por su carácter internacional, estaba obligada a no intervenir en ningún conflicto local.

Queda un punto importante que destacar, el hecho de que el Protocolo del 12 de junio de 1935 solo determinó el cese del fuego en el Chaco, pero no el estado de guerra. Tuvieron que pasar tres largos años de discusiones en Buenos Aires entre los delegados bolivianos y paraguayos, presionados por la comisión mediadora, para llegar por fin a un tratado definitivo. El tema fundamental fue la salida boliviana al río Paraguay, lo cual se solucionó con la posesión nacional de la península Man Césped, donde está ubicado Puerto Busch. Luego se suscribió el Tratado de Paz, Amistad y Límites del 21 de julio de 1938.

Desprendiéndonos de concepciones erradas que a la postre solo sirvieron para amargarnos, los bolivianos podremos estudiar más objetivamente el gran acontecimiento chaqueño, y de este modo comprender mejor a la generación que surgió de ella y a su devenir histórico.

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