Aldo Moro, el secuestro que conmocionó un país

Columna
Revista de Historia, 26.07.2017
Miguel López Franco, historiador

En 1978, tuvo lugar uno de los hechos que cambió de forma crucial la política italiana y que contribuyó al devenir histórico de este país. Estamos hablando del secuestro y posterior ejecución del líder del partido Democracia Cristiana, Aldo Moro, por parte de la banda terrorista Brigadas Rojas.

Las Brigadas Rojas era una organización transalpina de ideología comunista, que a través de la violencia, buscaba despertar a las clases obreras italianas para que estas llevasen a cabo una revolución proletaria. Si bien habían surgido a finales de la década de los sesenta del siglo XX, fue en el decenio posterior cuando los actos de la banda alcanzaron verdadero eco en la sociedad. La organización que comenzó alentando huelgas dentro de las principales industrias del país en poco tiempo tomó los secuestros y asesinatos de opositores como modus operandi.

Por su parte, Aldo Moro era un político italiano de enorme relevancia. Principal dirigente de la formación de centro-derecha Democracia Cristiana, había sido primer ministro de su nación durante la década de los sesenta. En el momento de su secuestro, Italia se hallaba inmersa en una nueva crisis económica –producto de la Crisis del Petróleo- que había desencadenado un escenario político muy complejo.

Ante esta situación, Aldo Moro buscó formar un gobierno de coalición con el Partido Comunista; lo cual crispó a diversos sectores de su partido, así como a los Estados Unidos. Este país que se hallaba inmerso en plena Guerra Fría, no toleraría que los comunistas subiesen al poder en uno de sus países aliados.

Pues bien, el día que dicho acuerdo entre las dos fuerzas políticas iba a realizarse tuvo lugar el secuestro de Aldo Moro. La comitiva de Moro fue rodeada en la calle y nuestro protagonista fue captado por un comando de la banda terrorista. Ante la noticia del secuestro de Moro, las fuerzas políticas reaccionaron con estupor al tratarse del secuestro del político de mayor peso del país.

A los dos días del secuestro, las Brigadas reclaman la autoría de dicho acto y anuncia sus condiciones para la liberación del reo. De hecho, el propio Aldo Moro en comunicados posteriores pide a los responsables políticos italianos que colaboren con la banda. Sin embargo, estos rehúsan negociar con la banda; aludiendo a que dicha colaboración supondría el reconocimiento de las Brigadas como agente político. Por lo que se puede extraer, podemos ver que incluso los miembros de su propia formación preferían que Aldo Moro se convirtiese en el mártir de la democracia italiana a su liberación. De hecho, aunque la banda cada vez pide menos en las negociaciones –liberación de presos-; las fuerzas políticas se negarán de forma rotunda a las exigencias.

Finalmente, tras muchos días de cautiverio y una última llamada a sus compañeros, Aldo Moro fue ejecutado. Su cadáver fue hallado en el maletero de un coche entre las sedes de los partidos protagonistas de esta historia.

Las Brigadas, tras este episodio, perdieron gran parte del apoyo popular que tenían. Por su parte, tanto los EEUU como el gobierno italiano salieron reforzados; los primeros porque se vieron beneficiados por no realizarse el proyecto de Moro y los segundos por haberse labrado una imagen de fuerza frente al terrorismo.

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