Antecedentes del neopopulismo magiar: un almirante como “hombre fuerte”

Artículo
OpiniónGlobal, 10.03.2016
JSS

En Hungría, una nación esencialmente semifeudal hasta antes de la primera guerra mundial, de grandes latifundios y regida por una poderosa aristocracia, todavía bajo la ocupación de las tropas aliadas, se había proclamado como república el 16 de noviembre de 1918 a través de un gobierno provisional encabezado por el conde Mihály Károlyi von Nagy-Károly (1875-1955). Éste era un sincero reformador liberal, apodado el “conde rojo”, porque había repartido sus tierras y abierto un paréntesis democrático en la historia del país.

Map of the Austro-Hungarian Empire in 1914 (www.nzhistory.com.nz)

Map of the Austro-Hungarian Empire in 1914
(www.nzhistory.com.nz)

Sin embargo, tras el armisticio, tropas checas, yugoslavas y rumanas habían invadido Hungría, con el fin de apoderarse de la mayor extensión de territorios posibles ante la indefinición del Tratado de Trianon respecto de sus límites. No pudiendo aceptar las desorbitadas reivindicaciones aliadas (sobre todo el traspaso de Transilvania a Rumania), Károlyi dimitió en protesta y dejó el poder en manos de los noveles socialdemócratas húngaros, los que procedieron a formar gobierno con los comunistas.

A comienzos de 1919, la situación se había vuelto muy tensa en la medida que muchas fábricas eran ocupadas por obreros y los soldados eran agitados por la propaganda revolucionaria del dirigente comunista Béla Kun (1886-1937), recién retornado de Rusia. Al fracasar la represión de la oposición, el débil gobierno socialdemócrata se puso de acuerdo con Kun para traspasarle el poder y éste instauró el 21 de marzo de 1919 la "República Húngara de los Soviet", la que propulsó reformas sociales radicales, incluyendo la nacionalización de las tierras cultivables y de la industria. Junto con una enérgica campaña de ateismo y de terror sistemático contra sus oponentes, dicho dirigente cometió el error de enfocar su acción hacia el proletariado urbano en un país eminentemente agrícola, por lo que después de sólo 133 días de mandato fue derrocado y obligado a huir a Viena y a Moscú. Allí se incorporó a la Komintern e intentaría sin resultados agitar la revolución en Austria y Alemania, pero después encontraría su muerte en las purgas de Stalin.

Para reestablecer el orden en Hungría, el nuevo gobierno socialdemócrata otorgó plenos poderes al indiscreto y colérico almirante Miklós Horthy de Nagybánya (1868-1957). Este marino, ahora sin flota que mandar (tras la caída del imperio austro-húngaro el país fue mediterráneo), pero hecho comandante en jefe de las fuerzas armadas húngaras en marzo de 1919 y apoyado por la sociedad secreta ultranacionalista de la “Cruz Flechada”, organizó la lucha antirrevolucionaria (“terror blanco”) contra la Magyarországi Tanácsköztársaság (“República Consejista Húngara”) de 133 días de Béla Kun.

En 1920 Horthy asumió el poder con el título de “regente”, en una especie de monarquía sin rey. Al año siguiente, y gracias al apoyo de los latifundistas, el referido regente había establecido una verdadera dictadura militar en Hungría, al suprimir con extrema dureza toda oposición política. Con Horthy, las viejas clases dirigentes húngaras, los magnates y los caballeros, reafirmaron su antiguo estatus utilizando los más implacables procedimientos, un buen ejemplo de lo cual fue el nombramiento del magnate conde István Bethlen (1874-1948) como ministro-presidente a partir de 1921, presidiendo el gobierno durante diez años y declarándose corporativista a partir de 1927.

Si bien este político derechista, descendiente de los príncipes de Transilvania, era un monárquico, se opuso al retorno del emperador Carlos I en 1922 para evitar una intervención armada de parte de los países de la Pequeña Entente. Cinco años más tarde, consiguió que Hungría ganara mayor autonomía en dicha alianza, al estrechar sus vínculos con la Italia fascista y buscar la revisión del Tratado de Trianon (1919). Ello, sin embargo, significó un aumento del chauvinismo "magiar" (pueblo húngaro originario de los grupos fino-ugrios) que desembocó en el corto interregno de la gestión del sucesor de Bethlen.

En efecto, el primer ministro, conde Julius Károlyi (1871-1946), un interesante político, fue muy pronto reemplazado por el entonces ministro de guerra, general Gyula Goemboes de Jákfa (1886-1936), un militar de origen alemán magiarizado y un político aventurero, quien entre 1932 y 1936 impuso un violento nacionalismo económico, el antisemitismo y la persecución de socialistas, liberales y pacifistas. Goemboes terminó manteniendo estrechas relaciones con Hitler y se apoyó en pequeños grupos ultranacionalistas como la “Liga Húngara de Defensa”, el “Movimiento por el Despertar de Hungría” y la “Cruz Doble”. Sin perjuicio de que el referido militar será sucedido después en la jefatura del gobierno húngaro por dos figuras dramáticas, éstos tuvieron que promulgar nuevas leyes antijudías y el país continuó reprimiéndolos duramente.

Por todo lo anterior, como regente, Horthy simbolizará a la Hungría puramente magiar; es decir, una en la que se es húngaro cuando sólo se tiene dicha sangre y ni una sola gota de sangre judía o gitana. Si bien Horthy detestaba a Hitler, aprobaba su cruzada contra el bolchevismo, en 1941 tomó parte de la invasión alemana de Yugoslavia y le declaró la guerra a la URSS. Cuando en 1944 intentó negociar una paz separada con los aliados, fue encarcelado por los nazis. Al término de la segunda guerra mundial, los norteamericanos se rehusaron a entregarlo a juicio como criminal de guerra en Yugoslavia y se exilió en Portugal donde vivió el resto de sus días.

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