Aumenta la violencia castrista, ahora contra el periodismo independiente

Columna
14ymedio, 24.11.2017
  • El castrismo siempre ha reprimido violentamente a la oposición y a la disidencia de cualquier color

Si el Gobierno es un estado totalitario, intolerante, abusador y explota directamente a la gran mayoría de la fuerza de trabajo, la violencia la ejerce multidisciplinaria, institucional y arbitrariamente. (EFE)

En los primeros años de la llamada Revolución el uso excesivo de la violencia caracterizó el aplastamiento de la oposición. Se seguía un patrón sacado esquemáticamente de la Comuna de París: "Había que destruir la oposición contrarrevolucionaria con la violencia revolucionaria".

Entonces fueron ejecutados entre 5.000 y 7.000 opositores, guerrilleros rurales y urbanos y simpatizantes, buena parte sin juicio previo según investigadores del exilio que trabajan en la documentación de estos casos. Fueron encarcelados más de 200.000, con altas penas, y la mayoría enviados a campos de concentración, amontonados en barracas, con tiradores y reflectores en almenas en varios puntos de las cercas, sometidos a trabajo forzado en la agricultura y otras labores, donde el abuso de todo tipo, las golpizas y la hambruna eran el pan de cada día.

Pueblos enteros fueron trasladados a "ciudades cautivas", a cientos de kilómetros de sus residencias tradicionales, al peor estilo de la Reconcentración practicada por Valeriano Weyler en la guerra de España contra los independentistas cubanos en el siglo XIX, que disparó entonces la solidaridad del pueblo de EEUU con el cubano.

A partir de 1959 más de un millón de cubanos tuvieron que emigrar, cientos de familias fueron despojadas arbitrariamente de sus propiedades para "hacer la revolución socialista a favor de los humildes", pero en verdad todo aquello quedó en manos del Estado y su burocracia, pues los asalariados pasaron de trabajar para los privados, a servir al Gobierno, solo que en peores condiciones y sin defensa laboral alguna.

La historia de la represión y la censura castristas ha sido abordada en muchas obras publicadas en el exilio y desconocidas en Cuba. Mencionarlas todas sería un imposible, con riesgo de injusticia, pero hay una que por la vigencia de los métodos allí descritos debe ser conocida ampliamente: Se trata de Breve historia de la censura en Cuba, del historiador Rafael Rojas, que aborda los métodos violentos para acallar el pensamiento diferente, más allá del asesinato.

El Estado es violento por naturaleza, pero la violencia tiene distintas manifestaciones. Si el Gobierno es un estado totalitario, intolerante, abusador y explota directamente a la gran mayoría de la fuerza de trabajo en forma semi-esclava, la violencia la ejerce multidisciplinaria, institucional y arbitrariamente. Lo mismo a través de los decretos del jefe de Gobierno, de las leyes del Parlamento espurio, de las resoluciones de los Ministerios y de las regulaciones absurdas de los jefes en las empresas, los administradores de la Justicia, la policía y, especialmente, la Seguridad del Estado.

Hoy, las formas para tratar de silenciar e impedir la expresión del pensamiento diferente tienen el sello de las nuevas tecnologías que, por mucho que el Gobierno ha querido evitar, llegan a todas partes de Cuba por las necesidades económicas propias del sistema y por las ansias de libertad del pueblo cubano.

Además de la censura que implica el precio de internet -una hora cuesta 1 CUC-, hay multitud de páginas y blogs que no se "abren" en los servidores cubanos, incluidos los periódicos independientes más importantes. Las personas que tienen acceso a internet por su trabajo o correos electrónicos de las empresas son advertidas de la pérdida del acceso que puede acarrearles recibir informaciones "contrarrevolucionarias".

Aunque hace años que la oposición asumió formas pacíficas y la disidencia oficial y socialista se manifiestan en igual manera, últimamente la violencia oficial se centra ahora en reprimir el periodismo independiente como método para acallar las protestas populares que han encontrado en él la vía para hacer visibles sus denuncias. De ahí la persecución desatada contra los periodistas independientes, informadores y analistas, que sigue el patrón diseñado según las normas clásicas practicadas por fascistas y sus primos comunistas: prisión, expropiación de bienes, hostigamiento personal y familiar, acusación de "usurpación de capacidad legal", actividad enemiga o prohibición de salida del país.

En los últimos meses, entre los casos más conocidos afectados por algunas, varias o todas estas medidas, están Henry Constantin, Sol García Basulto, Yusimí Rodríguez, Osmel Ramírez, Víctor Manuel Domínguez, Frank Correa, Yaremis Buqueriget Socías y Joan Manuel Núñez.

Unos 35 periodistas independientes han recibido actas de advertencias, han sido detenidos ocasionalmente, citados a estaciones de policía y hostigados de alguna forma por la Seguridad del Estado (ver la lista abajo a partir de una búsqueda rápida en internet).

La ofensiva en contra de estos profesionales busca atemorizarlos, dejarlos sin medios de comunicación, enfrentarlos a su familia y a su entorno social, hacerles la vida imposible e impedirles salir del país, para que no puedan volver a pertrecharse de sus armas mortales: una laptop y un teléfono. El objetivo final es destruir la prensa independiente por inanición.

Sin embargo, el monopolio que ejercía el Estado sobre la información se ha ido desmoronando con las nuevas tecnologías, pese al acceso limitado de los cubanos a internet.

Con el cierre a los privados y cooperativistas, el centralismo económico y político, la represión contra la intelectualidad disidente y el periodismo independiente, el régimen se aísla cada vez más del pueblo y de sus propias bases, y cava así su propia tumba.

*Lista de periodistas represaliados: Entre ellos Agustín López Canino, Lázaro Yuri Valle, Serafín Morán, Tania de la Torre Montesino, Santiago Emilio Márquez Frías, Jorge Bello Domínguez, Irina León Valladares, Lisandra Orraca Guerra, Esteban Ajete Abascal, Abel Jesús Estrada, Midalis Martínez, Osvaldo Landín, Idiagnis Soto Mora, Lázaro González Moreu, Martha Liset Sánchez, Osmanys Borroto, Alberto Corzo, Esteban Suarez Barba, Vladimiro Turró, Oscar Sánchez Madan, Ricardo Sánchez Tamayo, Pablo Morales Marchán, Raúl Ramírez Puig, Raúl Velázquez Valdés, Ada María López Canino, Meri Paulin Morejón, Manuel Alejandro León y Maykel González Vivero.

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