Cara y cruz de la historia de Turquía

Isabel  Undurraga Matta[1]

Con un gran despliegue comunicacional y el Príncipe Carlos de Inglaterra como invitado estrella, Turquía ha decidido conmemorar el 24 de abril,  fecha en que se recuerda los 100 años del genocidio armenio, el centenario de la invasión de la península de Gallípoli ubicada en su territorio, por parte de las fuerzas británico-francesas en el curso de la Primera Guerra Mundial y que terminó con la derrota absoluta de éstas.

Aclaremos dos puntos arriba mencionados:

La invasión de Gallípoli se produjo el 26 de abril de 1915, siendo este año, 2015,  la primera vez que se modifica una fecha que para Turquía tiene un gran significado patriótico: la  intención queda clara. Aparte del Príncipe Carlos de Inglaterra y su hijo el príncipe Harry y los primeros ministros de Australia y Nueva Zelanda, numerosos países balcánicos y africanos que no aceptan la categoría de  “genocidio” para catalogar el drama del pueblo armenio, se hicieron presentes con sendas coronas de flores.

Todo esto, al mismo tiempo que en Yerevan, la capital de Armenia, se recordaba solemnemente con la presencia de los Presidentes Putin y Hollande y de representantes de los numerosos países solidarios con la tragedia sufrida por los armenios  en 1914.

La Batalla de Gallípoli

A comienzos de 1915, la Primera Guerra Mundial ya estaba en curso y los contendores perfectamente alineados: Inglaterra, Francia y Rusia por un lado (los Aliados)y los Imperios Alemán, Austro-Húngaro y Otomano(los Imperios Centrales) por el otro.

Desde el inicio de las operaciones la debilidad de Rusia fue manifiesta: estaba con una situación económica y social deplorable y con un gobierno incapaz de reaccionar tanto en el frente interno como en el externo. Tanto es sí, que debió retirarse de la guerra mucho antes de que ella finalizara. Pero al inicio,para sus aliados era vital apoyarla militar y económicamente dada su situación estratégica rodeada por los Imperios Centrales. Fue en razón de esto que Gran Bretaña y Francia decidieron que había que hacerlo a través de eliminar las defensas que los turcos tenía a la entrada del estrecho de los Dardanelos (el Helesponto de los griegos y que en un romántico gesto Lord Byron, el poeta, cruzó a nado) en la península de Gallípoli que se ubica en el pequeño espacio que Turquía tiene en el  continente europeo, para así permitir el paso expedito hacia el Mar Negro y llegar hasta Rusia.

Francia y Gran Bretaña organizaron la operación que a la vista, presentaba severos riesgos. Uno no menor era que todo el apoyo logístico que se necesitase, tenía que venir desde Alejandría, en Egipto. Pero fue el Gran Lord del Almirantazgo inglés Winston Churchill quien la ideó y defendió a brazo partido, subestimando a partes iguales con los franceses, la capacidad militar de los turcos y por tanto, su capacidad de respuesta. Desde luego, varios de sus destacamentos eran dirigidos por oficiales alemanes. Y no hay que olvidar que Turquía había sido considerado hasta hacía muy poco como “el enfermo de Europa”, dado el estado de descomposición a que había llegado el Imperio otomano. Y lo que se ideó como lo que sería solo una operación naval, terminó siendo una larga batalla  terrestre,  constituyéndose en el primer desembarco de la Historia.

Este se llevó a cabo el 26 de abril de 1915, dado que durante los tres meses anteriores, las fuerzas navales anglo-francesas no solo no habían logrado neutralizar bombardeando desde el mar, las fortificaciones turcas apostadas en tierra. El inicio fue desastroso para los franco-británicos apoyados por tropas de Australia y Nueva Zelanda, naciones que desde hacía muy pocos años se habían independizado de Gran Bretaña. La batalla, muy cruenta, duró meses, alternándose victorias y derrotas en ambos bandos. Para las fuerzas aliadas resultó extremadamente complicado lidiar además, con un entorno físico difícil y desconocido; los piojos y las moscas causaron estragos muchas veces mortales en sus soldados, especialmente cuando se apretujaban en las angostas trincheras. Hay que destacar muy especialmente el heroísmo con que lucharon australianos y neo-zelandeses, lo que resultó toda una sorpresa para sus antiguos colonizadores. Pero claramente las fuerzas turcas manejaron la situación en la mayor parte de la contienda. Dándose por vencidos, los Aliados retiraron sus últimos hombres en enero de 1916.

De la batalla de Gallípoli se pueden concluir algunas cosas importantes:

-Fue la primera derrota de los Aliados en la Primera Guerra Mundial.

– Esta derrota le costó el puesto de Gran Lord del Almirantazgo a Winston Churchill. Aunque ya sin ese cargo, tendría una destacada participación en el resto de la conflagración y Gran Bretaña seguiría contando con sus inestimables servicios al conducirla y llevarla a la victoria, en la Segunda Guerra Mundial.

– En Gallípoli se destacó militarmente como comandante de un destacamento turco, Atatürk, quien sería el Primer Presidente de la Turquía moderna y considerado por sus compatriotas como el Padre de la Patria.

[1]  Historiadora de la Pontificia Universidad Católica de Chile

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