Chile en La Haya: arrogancia jurídica e incompetencia mediática

Editorial
OpinionGlobal, 05.10.2015

Mucho se ha dicho y se seguirá hablando con respecto al fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) que rechazó la objeción preliminar de incompetencia formulada por Chile ante la demanda de Bolivia. Por ahora, tal vez sea oportuno concentrar los comentarios en la lectura que ha hecho una parte importante de la opinión pública nacional, aunque no así el gobierno ni la cancillería, sobre tan contundente fallo de 14 a 2 a favor de la competencia.

Así, por ejemplo, nuestro Canciller sostuvo que “la votación es engañosa pues está claro que los 14 jueces que integraron la mayoría, y más aún los dos votos disidentes, decidieron acotar la demanda boliviana.... y no tocar el Tratado de 1904” (La Tercera, domingo 27 Septiembre , pág. 10). Por su parte, la co-agente María Teresa Infante, ante la pregunta de si le había sorprendido el veredicto de 14 a 2, atinó a decir que "....todas las votaciones causan una cierta impresión, si hubiese sido otro tipo de división. Hay que ver algunas opiniones importantes que tienen algunos jueces que votaron a favor y después también hay que observar la fundamentación de la Corte, que incorpora bastantes disidencias respecto a lo que es la línea principal argumental de un país. No puedo decir más…” (La Tercera, sábado 26 de Septiembre, pág. 14).

También parece existir un lenguaje diplomático especial para explicar los hechos, o bien, lo que un analista califica de “…..un lenguaje especializado que no debe confundirse con la ambigüedad…Aunque sutil e indirecto, está cargado de significados claros…para los buenos entendedores…lenguaje que equivale a una cautelosa inexactitud para decir cosas punzantes o hirientes sin ser provocativos…”(Jorge Rodríguez Elizondo, La Tercera, domingo 27 de Septiembre, pág. 12)

Bajo ese parámetro, se nos ha dicho que "....sabíamos que la posibilidad de ganar la objeción preliminar era limitada, en razón de las tendencias de la Corte en tiempos recientes…, etapa que nos impedía desplegar todos nuestros argumentos políticos e históricos para no tocar el fondo del caso…Chile desarrolló una estrategia comunicacional que correspondía a la etapa preliminar de impugnar la competencia de la Corte. Por cierto, ahora será distinto, aunque acorde con nuestra identidad, sin estridencias. También es importante precisar bien los contenidos de esa campaña. El relato internacional de Chile no se puede reducir a unas pocas consignas efectistas…” (H. Muñoz, La Tercera, domingo 27 Septiembre, pág. 10).

Podríamos seguir con varias otras citas más, incluida una de la Presidenta Bachelet, quien -al comentar la opinión del Ministro de Interior que había calificado el fallo como una “derrota procesal para Chile”- dijo que no estaba de acuerdo, y que Burgos "estaba usando un lenguaje de abogado"! (sic).

En conclusión, aquí no ha pasado nada. Para el gobierno chileno no hubo una victoria boliviana (ni siquiera política ni moral), sino que fue Chile el ganador al haber acotado la demanda boliviana y no haber cedido un metro de su territorio. Punto.

Está bien, no se trata de un partido de fútbol, como dijo el canciller, o de una “partitura musical” en que uno escucha la melodía, sino de un simple fallo judicial como dijo el Agente Bulnes. Pero igual, se trata de una controversia ante un tribunal donde fallan 14 de sus miembros a favor de Bolivia y 2 a favor de Chile. Y el fallo, guste o no, también se puede leer como una melodía específica a la cual los jueces -sin duda- le prestaron oídos al fallar.

Si alguien cree que los jueces -varios no son juristas- son inmunes a la opinión pública, no conoce la realidad o peca de ingenuidad. Y resulta que, recién ahora, vamos a iniciar una campaña comunicacional potente para dar a conocer nuestra posición. La verdad sea dicha, en la etapa anterior también tuvimos una estrategia mediática, pero adaptada a la fase preliminar del recurso interpuesto. Y, nos fue mal.

¿En qué va a consistir esta nueva campaña comunicacional? En que ahora sí podremos contar una serie de verdades históricas que antes no las pudimos aportar para no tocar el fondo del asunto.

Según Sergio Villalobos, premio nacional de Historia, la Corte se dejó embaucar por Bolivia acerca del origen de la guerra del 79. "…..Los antecedentes históricos, la Cancillería no los ha tomado en cuenta…Son cosas falsas que Chile debió haber denunciado antes…La historia no es el campo de ellos, es estrictamente el derecho…” (El Mercurio, sábado 26 de Septiembre, C 6). Al parecer, tenía razón Mario Barros en su Historia Diplomática de Chile cuando decía que “…la identificación de la diplomacia con la abogacía está en nuestro ADN…”. El problema es que hoy nuestra política exterior se encuentra secuestrada por jueces, abogados litigantes, asesores jurídicos y por políticos, en tanto que los diplomáticos profesionales brillan por su ausencia.

Por todo lo anterior, admitir que Chile tiene un problema “…serio, profundo, complejo, frente al cual ninguna imaginación del estado tiene derecho a declararse agotada…” (Ascanio Cavallo, La Tercera , domingo 27 de Septiembre, R7) sería una frivolidad o una “debilidad estructural”, para ponerlo en lenguaje "diplomático".

El fallo dice claramente que el asunto de fondo que habrá que dilucidar es si Chile debe o no sentarse a negociar con Bolivia acerca de una salida al mar, aunque sin poder pronunciarse la Corte sobre el resultado de dicha negociación. Así de simple.

Ahora bien, Chile sabe que si lo obligan a sentarse a negociar con Bolivia, producto de un fallo de una corte a la que el país todavía le atribuye competencia, no puede ceder ni un centímetro de territorio, lo que significa que acataremos un fallo para sentarnos en una negociación que no tiene ningún destino. ¡Todo sea por el buen procedimiento!

¿Alguien cree que un tribunal formado por un grupo importante de jueces políticos va a fallar en contra de un país pequeño, que lo único que está pidiendo es que la contraparte acceda a sentarse a negociar? No necesitamos esperar dos años para conocer el fallo que se viene y gastarnos una tracalada de plata en abogados y asesores.

Conforme al título de esta columna, entonces, podemos concluir:

(i) pecamos de una arrogancia jurídica absurda (Chile tiene argumentos arrolladores, porque están ajustados a derecho);

(ii) utilizamos un lenguaje petulante, lleno de eufemismos y metáforas, para decir lo que queremos pero sin decirlo, una retórica que solo entienden “los que verdaderamente saben de estas cosas”; y

(iii) no sólo hemos carecido de una estrategia comunicacional sino que el manejo de lo mediático ha sido de una gran incompetencia. "Nos vemos en La Haya".

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