¿Chile, un país de tránsito?

Columna
OG Review, 02.06.2016
Jaime Undurraga M., abogado y consultor de empresas

Hemos escuchado declaraciones de nuestras autoridades acerca de la importancia – y la tremenda oportunidad para Chile – que se transforme realmente en un corredor de tránsito entre los países del Atlántico y  el enorme mercado del Pacífico. Para ello, sin duda, se requiere infraestructura adecuada. Innumerables reuniones, comisiones bilaterales o multilaterales, acuerdos diplomáticos, etc., dan cuenta de la importancia que los gobiernos le han dado al tema físico (con muy pocos resultados concretos a lo largo de los últimos 40 años). Incluso se repite constantemente que la verdadera vocación económica de Chile es ser un "País de tránsito" (país-puente).

Pero ¿Qué significa realmente ser un País de tránsito?

Básicamente, significa ser un País de servicios eficientes, confiables y competitivos. No sólo de buena infraestructura, sino también que su uso por los usuarios sea de calidad, confiable y económica. Ser un País de tránsito, para estos efectos, significa ser uno de tránsito de cargas. Las personas – en nuestro caso - se mueven en otras direcciones y en otros medios por lo general. Pero son las cargas – terrestres, ferroviarias y marítimas -las que cuentan para aprovechar esta oportunidad económica y diplomática para Chile. Económica, porque puede ser un enorme negocio para el país; Diplomática, porque puede significar una buena solución que Chile le ofrece a sus vecinos del continente, con los cuales no nos ha caracterizado una relación demasiado fluida y estable en el tiempo.

Si Chile fuera capaz de construir una cadena de servicios de tal magnitud y eficiencia que atraiga una corriente importante de exportaciones en tránsito de nuestros vecinos hacia los mercados del Pacífico, no me cabe duda que las relaciones futuras con dichos países serían mucho más productivas, tranquilas y sólidas. Los intereses económicos en juego se preocuparían realmente de mantenerlas y de acrecentarlas. Siempre ha sido así.  Una vez que las ventajas para las partes son innegables, sus beneficios se cuidarían a fondo. Es más, se potenciarían y generarían actividades que posiblemente aún ni siquiera pensamos.

Pero para eso hay que ser realmente un País de tránsito. Y aquí viene el problema ¿Está Chile preparado para aprovechar esa oportunidad? Me parece que no, aún.

Mientras los servicios portuarios no se modernicen; mientras no se acaben con las antiguas y decadentes prácticas sindicales en los puertos; mientras las empresas de servicios portuarios no revisen sus modelos de negocios para brindar un servicio de calidad y confiable en el tiempo, y mientras las autoridades no le den la importancia a la gestión que el tema merece, todo lo que escuchamos sobre los corredores bioceánicos; sobre la integración física; y sobre las maravillas de los mercados del Pacífico para nuestros vecinos del Atlántico, será pura “música” y parafernalia económica y diplomática irrelevante. Seguiremos armando comisiones;  armando reuniones entre nuestros presidentes y autoridades; asistiendo a cumbres; incorporando a “especialistas” de organismos internacionales; y haciendo seminarios. Pero no conseguiremos los objetivos que debería buscar un País que pretende utilizar su potencial de país de tránsito en un gran negocio para todos sus habitantes.

¿Cuántas de las actividades portuarias están capturadas hoy día en beneficio de pequeños grupos de interés que nada tienen que ver, o mejor dicho, no les importa nada aprovechar una oportunidad como la que comentamos? Miremos el ejemplo hoy día del Puerto de San Antonio. Si la paralización actual de los puertos se logra presionando sobre las exportaciones nacionales, como la fruta ¿Qué otro tipo de presiones podríamos observar ante el caso de grandes corrientes de exportaciones en tránsito por Chile? Fuera del desastre económico tendríamos un desastre diplomático.

Mientras no seamos capaces de poner estos problemas “arriba de la mesa” y mostrar otros caminos más beneficiosos para todos los actores; mientras el Estado no esté dispuesto a enfrentar problemas políticos ineludibles con grupos de presión en beneficio de todo el País; y mientras no se produzca una modernización de los mismos actores seguiremos con la “música”, pasándole la pelota a la próxima generación y felicitándonos de “haber avanzado poco pero en la dirección correcta”.

Y mientras tanto ni nos damos cuenta que agrandan la capacidad del Canal de Panamá…

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