Chile y Argentina post G20

Carta
El Mercurio, 10.12.2018
Eduardo Rodríguez Guarachi, ex embajador en Argentina y presidente del Instituto Sanmartiniano

Todo el Teatro Colón aplaudió de pie, mientras una siempre compuesta Angela Merkel intentaba consolar a su colega argentino, desbordado por la emoción y las intensas semanas previas.

Cuando todo el mundo tenía sus ojos sobre Buenos Aires, y las anécdotas se sucedían, el Presidente Mauricio Macri logró sellar su cumbre del G20 con un balance más que positivo, sentando en la mesa, aunque fuese por unos instantes, a Donald Trump, Xi Jinping y Vladimir Putin. Un logro que bien vale el reconocimiento de la diplomacia a punta de bife chorizo, tango y Julio Bocca.

En medio de este panorama y con la efervescencia a tope del desenlace del Boca-River, nuestro Presidente, Sebastián Piñera, llegó a la capital trasandina como invitado a la cumbre para afianzar los lazos con los países más poderosos del orbe y también respaldar la gestión de su amigo y anfitrión del G20.

Con una cordillera cada vez más angosta, la integración entre Chile y Argentina avanza como, quizás, pocas veces en su historia. El paso Las Leñas, que unirá San Rafael en Mendoza con Rancagua en la Región de O'Higgins, da muestras de un renovado vigor, mientras se plantean acuerdos en el terreno de lo práctico, como la inminente eliminación del roaming entre ambos países. Una señal de integración, y hoy, casi de sentido común.

A 40 años del conflicto por el canal Beagle, Chile y Argentina demuestran ser un espacio de integración y cooperación entre el Atlántico y el Pacífico. Situando a Chile como un país de servicios hacia el Asia Pacífico.

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