Chile y Bolivia

Artículos
El Líbero, (I) 07.03.2015 y (II) 03.07.2015
Enrique Subsecaseaux, ex diplomático chileno y gestor cultural

1. Entre la emoción y lo prosaico

Chile se encuentra nuevamente ante la Corte de La Haya, esta vez demandado por Bolivia, por cuestiones limítrofes. El pleito anterior, con Perú, tuvo un fallo salomónico que sorprendió a la parte chilena por su poco apego a “los antecedentes jurídicos presentados”. El proceso con Bolivia recién comienza, pero parece estar plagado de incertidumbres, partiendo por la declaración de “competencia” de dicho Tribunal, que solo comienza a verse en la etapa de alegatos en los meses venideros.

Bolivia, conociendo a fondo los fallos anteriores de la Corte, en los cuales la jurisprudencia se  asienta “caso a caso”, ha delineado una estrategia que apela a las emociones más que a posibles justos títulos. Basa su accionar en la búsqueda de la reparación a un “daño centenario”, apelando al enclaustramiento y pobreza en que vive sumido su pueblo.

Desde una óptica europea, y esta Corte está en Europa, tal postura despierta simpatías y sentido de solidaridad. La estrategia de La Paz, que ya data de sus buenos diez años, no solo se ha circunscrito a la Corte, sino también a otras entidades internacionales susceptibles a colaborar en el caso, y es así como han llegado con el mismo hasta el Vaticano.

Evo Morales evaluó acertadamente  que con la elección de Francisco cambiarían los énfasis del Vaticano, y mejoraron las condiciones para llegar aún más alto con su reclamo. Su intuición le confirma que es el momento y por eso está jugando a fondo la carta de la “marginalidad y la pobreza a la que Chile ha condenado a Bolivia”. Un Papa que conoce las villas miserias, también a la inmigración boliviana en Argentina, que derriba el muro del embargo americano contra Cuba, entiende el lenguaje con que Morales impulsa su reclamo marítimo.

No defrauda a Evo el Papa Francisco: el profesor Bergoglio solía aludir en sus clases en Buenos Aires a la mediterraneidad boliviana como una de las heridas abiertas en el continente. Con el mismo hincapié con que critica a la minería en su guerra del agua con las comunidades locales, Francisco ha revolucionado al clero y puesto sobre la mesa temas en los que la Iglesia no mostraba interés. El mar para Bolivia es el “otro embargo” en la región que está en su mira. De esta época data más de algún escrito donde menciona la mediterraneidad de Bolivia como un caso de flagrante injusticia en América del Sur.

Suele hablarse en nuestro país de la época en que Francisco cursó estudios en el Seminario jesuita en Padre Hurtado. La verdad es que sin amistades que perduraran, abandonó el Pontífice Chile a comienzos de los años 60. En su retina quedaron grabadas las diferencias sociales que permeaban al clero chileno, dirigida por una jerarquía que “casualmente” provenía de la elite social del país. Una contradicción para el joven Bergoglio, hijo de inmigrantes italianos y desde joven adherente al peronismo como gran parte de la clase media emergente en Argentina. Su temprana opción  política influyó decisivamente en su interpretación de la realidad internacional, en aquel entonces influenciada por la amenaza del expansionismo chileno. La rivalidad con Chile y la solidaridad afectiva con el hermano menor (Bolivia), permeó a una generación de argentinos, entre los que Bergoglio no debe haber sido la excepción.

El trofeo del fin del embargo a Cuba se suma al cese que logró en la ofensiva militar de EE.UU. contra Siria. Una política internacional que, como ha ocurrido a anteriores Pontífices, también ha cosechado frustraciones como el fracasado diálogo que impulsó en Venezuela, o también en el conflicto palestino-israelí.

Nuestro Gobierno  critica el “victimismo” de Bolivia, pero debe anotarse que ésta es solo una  de las  posibles estrategias que La Paz está desarrollando (apelar a las emociones) y que La Moneda ha utilizado generosamente para cuestiones de política interna, observándose en la crítica una asimetría en el análisis.

Este mismo llamado a las “emociones” ha logrado despertar en ciertos sectores de la Nueva Mayoría un apoyo a la causa boliviana, documentada en declaraciones varias, escritos y viajes a La Paz por parte de personeros chilenos, pudiéndose citar los casos de MEO, personeros del PC y parlamentarios del MAS entre otros. Hay actualmente en Chile un equipo de la televisión boliviana recopilando material para un documental en este sentido.

La estrategia de Chile, según se nos informa puntualmente, es la defensa de los títulos jurídicos. La de Bolivia es una distinta, que apela a la solidaridad internacional y a ciertos valores que deberían ser comunes entre los que se identifican con la Izquierda internacional.

Ante este tablero es difícil conocer el desenlace ante La Haya, no existiendo antecedentes de fallos anteriores que permitan vislumbrar cómo se podría inclinar la balanza. Pero el factor del Vaticano no es menor.

Es en este marco que recibirá el Papa Francisco a la Presidenta Bachelet en los próximos meses en visita oficial. No anima el viaje de la Mandataria cuestiones espirituales; más bien su afán por contrarrestar los efectos del anunciado viaje del Pontífice a Bolivia en medio del complejo litigio en La Haya. Para el próximo año dejará el Pontífice el esperado viaje a Argentina, al que tal vez añada, por su cercanía, a Chile.

Al encuentro con el Papa no sólo viajará la presidenta Bachelet, sino que también la Mandataria que desde hace semanas promueve una ley de aborto, y curiosamente la misma que en 2009 ofreció un generoso enclave con decenas de kilómetros de costa a Bolivia al norte de Pisagua, en terrenos donde se produjo el primer enfrentamiento bélico terrestre entre tropas chilenas y peruanas durante la Guerra del Pacífico, y que los bolivianos exhiben como un ejemplo de sus alegados “derechos expectaticios”.

Es impensable que el Papa no haga ver durante la visita sus puntos de vista sobre el tema del Aborto o el AUC y aprobado en el Congreso, como también es  impensable que no ofrezca, de alguna manera, sus buenos oficios para tratar de ayudar en la búsqueda de solución de un tema muy complejo como el que estamos comentando. Dadas las asimetrías que hemos expuesto, se necesitará mucha, y buena, diplomacia, para llegar a buen puerto.

Lo que preocupa a La Moneda es la ofensiva política que Bolivia ha desplegado en el mundo para explicar la “injusticia” del enclaustramiento que sufre, incluidas publicitadas inserciones en periódicos chilenos. La amarga cosecha en el pleito con Perú y la falta de un diseño mayor en cómo enfrentar en la cancha política a Bolivia han puesto en jaque a la doctrina legalista de Chile, y de paso ha iluminado ante la opinión pública las marcadas debilidades de nuestra diplomacia, carente de equipos afiatados y preparados en temas vecinales. Lo anterior no por culpa de este ni el anterior Gobierno, sino que resultado de un descuido de décadas en la formación de profesionales en temas limítrofes. La derrota en el pleito con Perú, las desprolijidades en el encaramiento de la ofensiva boliviana, y la falta de avances en temas limítrofes pendientes con Argentina, consolidan una impresión crítica del rendimiento político de nuestra Cancillería, y que recientes encuestas castigan con desconocida dureza.

No debemos olvidar, por último, que religión, emoción y emotividad van íntimamente entrelazadas. Y de allí emana la fuerza moral del mensaje del Vaticano.

2. El Papa: su gira latinoamericana y el mar para Bolivia

Le bastó aterrizar en La Paz y pronunciar su primer discurso para que el tema Chile-Bolivia quedara instalado en su discurso.

Interpretaciones han habido muchas y variopintas. Me quiero detener no en estas, sino en algunos elementos más significativos de su gira, que la hacen política y pastoral a la vez.

Elías Canetti (Nobel de Literatura 1981) define a la Iglesia Católica como una “de las religiones de la lamentación” (en su obra magna «Masa y Poder»). Y agrega que de allí deriva, en especial desde la compasión, su naturaleza que abarca la totalidad, y pone un acento en especial en quienes sufren más que la mayoría: los postergados de la sociedad. Señala también: “El respeto a los grandes de este mundo es muy difícil de anular; e inconmensurable es la necesidad de venerar al ser humano”.

En síntesis, explica no solo la extraordinaria popularidad de Papa Francisco, sino que también engloba el aspecto crucial de credibilidad y empatía de la cual goza, en contraposición con la clase política de los países que visito, que han cimentado su poder y su accionar en una parte de la sociedad, y una credibilidad y empatías cada vez más menguantes, siguiendo la gastada lógica de gobierno y oposición, partidarios o adversarios.

De allí la lógica del itinerario elegido: Ecuador, Bolivia y Paraguay; países mutilados por guerras y cuyas poblaciones contienen segmentos importantes de perdedores y de postergados. Este afán inclusivo explica lo medular de su mensaje. Aunque personalmente hubiese preferido una matización mayor de cómo se han diseñado y aplicado políticas a lo largo de la historia de estas tres naciones, que en algo explican el rezago de su desarrollo y bienestar, y que la Iglesia Católica bien conoce, ya que siempre está allí para socorrer y ayudar a los más necesitados.

Es que política y religión entremezclan la captación, cultivo y persuasión del subconsciente colectivo. Ambas apelan a la utopía y trascendencia. En varios punto sus sendas se intersectan, y se producen los roces y las cuitas por todos conocidas a lo largo de la historia.

En su encíclica “Laudatio Si” la hilatura argumental converge en puntos importantes con la historia y el pensamiento pre-hispánico de Bolivia: la cosmovisión aymara del buen vivir y la búsqueda de una armonía entre sociedad y naturaleza. En líneas generales, esta provoca la primera oleada de empatía con Evo Morales, sus preocupaciones y su manera de enfocar su labor política. En este ámbito hay congruencia y ausencia de hipocresía.

Así, con mentes sintonizadas en los grandes temas, era del todo esperable que el Papa Francisco apelara al diálogo por el tema marítimo. Pero, ¡nótese!, un diálogo con resultados concretos, que deje satisfechas a ambas partes.

Dada la personalidad del Pontífice, que también interviene en los grandes foros europeos (y con importantes resultados), es de toda lógica que este tema será su preocupación en los años venideros, así como será central en su próxima visita a Chile el 2016. Por ello, en vez de mirar para el otro lado, nuestras autoridades harían bien en tomar estos factores: tanto el de buena voluntad incansable como el de una Autoridad Moral incontestable, que se alza por sobre la pequeña contingencia política, para diseñar una estrategia que ponga en adecuado resguardo los intereses permanentes de Chile, que quizás también necesiten aggiornarse con los tiempos.

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