Daniel ‘el terrible’ y su extraña familia

Perfil
El Mundo, 30.07.2018
Salud Hernández-Mora

Daniel Ortega junto a Rosario Murillo.

«Ella es la que manda y él es el florero». La vicepresidenta Rosario Murillo (67 años) y el presidente Daniel Ortega (72) ya no disimulan el reparto de papeles, afirma una persona que ha seguido la trayectoria de la pareja. Son ahora 11 años ininterrumpidos en el poder (antes estuvo otros tantos entre 1979 y 1990) y toda una vida compartida, desde que ambos se exiliaron en Costa Rica, a finales de los 70, cuando luchaban para derrocar al dictador Anastasio Somoza.

Demasiados lustros y batallas libradas de la mano como para que al líder sandinista le moleste que sea la Chayo, sobrina nieta del héroe nacional Augusto Sandino y educada en Gran Bretaña y Suiza, la que ahora marque el paso. Y aunque quisiera, no podría quejarse.

Imposible olvidar que en 1988, cuando su hijastra, Zoilamérica Narváez Murillo, hoy con 50 años, le acusó de haber abusado sexualmente de ella desde que tenía 11 años, su mujer le encubrió y logró alejar a la Justicia. Prefirió salvarle y seguir a su lado antes que secundar a su primogénita, nacida de una unión anterior, que vive en Costa Rica desde entonces.

Tampoco les importa a ambos imitar a Somoza o cualquier otro presidente bananero de antaño. No sólo por la brutal represión de las protestas estudiantiles de las últimas semanas, con más de 400 muertos (a razón de seis manifestantes asesinados por día) y cientos de detenidos, para conservar el sillón presidencial. Sino por otorgar a sus hijos altos cargos a dedo. Deben de pensar que familia que manda unida permanece unida. Y cierto que el matrimonio más poderoso de la historia nicaragüense puede atestiguar que la teoría funciona.

No sólo viven con toda la prole en un mismo recinto de Managua, incluida una ex. También gobiernan juntos con puño de hierro. Unos hijos se dedican a replicar la propaganda del despótico régimen sandinista de sus progenitores y otros a acumular dinero. Y no sólo trabajan por el apellido, también les ayuda a cumplir sus sueños.

Rosario Murillo

A Camila (31), por ejemplo, le encanta crear ropa y recorre las pasarelas como modelo. Papá le dejó organizar Nicaragua Diseña desde 2012. Hace dos años fue Ágatha Ruiz de la Prada la principal atracción.

Laureano (34) se muere por ser tenor y el Teatro Nacional se volvió el generoso anfitrión de sus gallos. Estudió canto en Italia, promueve de tanto en tanto un Festival Pucciniano, se atreve con Tosca y Cavalleria Rusticana ante un público cautivo plagado de estómagos agradecidos y con la televisión pública fomentando un género que no termina de cuajar en la nación centroamericana.

Juan Carlos (37) fantaseaba con Hollywood y mamá, ni corta ni perezosa, mandó sacar 400.000 dólares del erario para dárselos a la Paramount Pictures con la peregrina excusa de que serviría para promocionar el turismo. El chico hizo 'Drunk Wedding', una cinta mala con taquilla escuálida: unos 3.000 dólares de ingresos. Además del cine, le encanta el rock. Toca la guitarra en una banda y transmite por la Cadena 8 de televisión, que él mismo dirige, los vídeos de sus composiciones.

Pero antes que la diversión está el trabajo y los Ortega Murillo lo tienen claro.

«Rosario ha identificado bien las características de cada hijo, les ha asignado su rol y ella misma los rodea» como una gallina clueca, señala a Crónica un periodista local que pide anonimato, como la mayoría de entrevistados, por la cacería de brujas que ha emprendido el despótico régimen de la pareja «contra la gente del común».

 

El controlador del dinero

El mayor, Rafael (51), Paio para los amigos, es el financiero. Casado y con cinco hijos, dos de ellos adoptados porque a su mujer le encantan los niños, maneja el emporio familiar. «Vela por las acciones en comunicación, cementeras, inmobiliarias, gasolina y un largo etcétera», recuenta una persona que les conoce.Es también el responsable de fomentar la inversión nacional y de sacar una tajada, cuentan, cuando un proyecto cuaja. Porque el matrimonio Ortega Murillo, marxista convencido en sus años mozos y en la primera presidencia que ganó Daniel, allá por los 80, no sólo asumió con el fervor de los conversos la fe católica. También abrazó sin tapujos el capitalismo. En el 96, cuando Ortega atravesaba el desierto político tras perder dos elecciones consecutivas, Rosario intervino para alejarlo de los asesores revolucionarios y empezar a sustituirlos por jóvenes que miraban hacia EEUU.

Y a fe que sus niños mamaron el cambio, sobre todo el segundo, Laureano. Casado y con dos retoños, le dejaron manejar la importación de petróleo y atraer inversión extranjera bajo el paraguas de ProNicaragua. También colocaron a su mujer, Yadira Leets, a la cabeza de la Distribuidora Nicaragüense de Petróleo (DNP). «Además de los porcentajes que Laureano se lleve en los contratos, sólo por sentarse con él un minuto a plantear lo que sea, hay que pagarle 2.000 dólares», afirma una fuente solvente. De su área partió la iniciativa de construir el faraónico canal interoceánico con dineros del empresario chino Wang Yin para competir con Panamá. Terminó siendo un lamentable fiasco y Nicaragua nunca recibirá los 50.000 millones de dólares prometidos.

El rockero Juan Carlos, padre de tres niños, además de llevar el Canal 8, fundó y dirige la agencia de producción audiovisual Difuso, que suele ganarse los contratos públicos. Parte con la ventaja de ser la única del país con permiso para usar drones y tampoco nadie dispone de mejores equipos para organizar conciertos y producciones audiovisuales.

De los otros dos hermanos varones Ortega Murillo, Daniel Edmundo (38) lleva el Canal 4 y Maurice Facundo (33), el 2 y el 13, donde la familia posee una sustanciosa participación, según contó una fuente solvente. Maurice se volvió tan entusiasta de la represión de sus padres que ataca en redes sociales con saña a los estudiantes.

A las chicas Camila y Luciana, la menor (28), no les van los puestos exigentes. Se conforman con ejercer de sombras de su madre en actos públicos, aunque no siempre gratis: en ocasiones la contratan como asesoras.

El último del clan, Carlos Enrique, Tino (41), hermanastro del resto y único hermano de la abusada, Zoilamérica Narváez Murillo, socióloga de 50 años, no tiene cargo sino un puesto de técnico en la Cadena 4. «Es Rosario la que se mete en todo y el auténtico poder detrás del trono. Los ministros no se mueven sin su luz verde. Nada escapa a su control», afirma un empresario que la trató. «La ventaja es que es una mujer operativa, muy segura y trabajadora. En lugar de un obstáculo, si está de acuerdo, agiliza los trámites. Y queda bien en una reunión con extranjeros porque habla muy bien inglés y francés, aunque les llama la atención lo estrafalaria que es con todas esas pulseras y los dedos cargados de anillos, sus vestidos llamativos y las cosas raras que dice a veces». Otro agrega que se trata de una mujer «inteligente y capaz. Pero, también, controladora, acomplejada e insegura en unos aspectos». Y tan venenosa como una áspid, sin reparos en morder a quien considere un estorbo a sus propósitos. Su marido, que escogió volverse un cero a la izquierda, la deja hacer. Nadie como ella para conservar el poder.

Y es que «a Rosario y Daniel les mueve mucho más el poder que el dinero. A ella le gusta la comunicación, a él ya no tanto. Tampoco a Ortega le apetece ya viajar, antes lo hacían todos juntos en el avión presidencial. Lleva casi dos años sin salir de Managua», precisa un economista que sabe de sus vidas. «No tienen gustos caros, sólo Laureano. No son ostentosos en Nicaragua, si quieren casa lujosa en Costa Rica y España van a las que tiene el ex presidente del Consejo Supremo Electoral, que dicen es su testaferro. Tampoco se les ve mucho ni publican casi fotos en redes sociales de sus viajes y otras actividades. Si te los cruzas en Managua en un centro comercial, sólo llevan un escolta. Ahora es diferente. La gente está indignada con ellos por la masacre de estudiantes».

 

Una casa inmensa

Tan distinta es la situación que ampliaron el cerco protector en torno a su inmenso hogar, Reparto El Carmen, compuesto de distintas casas, en el barrio Altagracia. Cerraron con barricadas y policías del barrio Altagracia innumerables manzanas. La propiedad, que los sandinistas expropiaron en la época en que eran radicales socialistas, pasó a manos de Daniel y Rosario. Cuando Violeta Chamorro venció al otrora marxista en los comicios de 1989, el Gobierno pagó por el inmueble para reparar a su legítimo dueño y los Ortega Murillo se quedaron con ella.

En este julio sangriento no está permitido el paso a vehículos y viandantes que no puedan justificar su presencia en esas calles. «La curiosidad mata al gato», es la respuesta de un policía a Crónica a simples preguntas sobre las características de la vivienda presidencial. Y no sorprende puesto que es legendario el secretismo que rodea al círculo presidencial. Lo cual obliga a acentuar la capacidad de observación y armar escenarios analizando indicios y gestos.

Nunca dan entrevistas y menos, por supuesto, sobre sus vidas privadas. Ahora corre el rumor de que Camila cambió de pareja por aparecer una foto en una playa española con un chico nuevo. Y de Juan Carlos se conoció su divorcio porque la ex miss Nicaragua de la que se enamoró difundió su amor en redes sociales.

Es tal la aversión a dar la cara que el presidente nicaragüense no ha convocado una sola rueda de prensa desde el 10 de enero del 2007 y sólo concede entrevistas a periodistas abyectos. La única excepción fue esta semana con Fox News, tras nueve años de silencio en medios extranjeros que no fuera la chavista Telesur. La hizo con traducción simultánea y sin posibilidad de acorralarlo. El norteamericano preguntaba en inglés desde Estados Unidos, y el otro, sentado en su oficina de Managua, respondía en español lo que se le antojaba sin el menor pudor y en completa calma.

Una de las especulaciones que reaparece a cada tanto, incluso ahora que el planeta exige que se vayan, es si a Daniel, enfermo del corazón, le sucederá Rosario y si Laureano heredará después el trono. «Es significativo el cambio de actitud de Laureano en las manifestaciones que convoca el Gobierno», indica un periodista. «Hombre frío, apático, callado y distante, antes iba a los eventos del sandinismo en su camioneta (todoterreno), rodeado de escoltas. Ahora camina con la gente, se hace selfis, da la mano. Es el designado». O eso intuyen muchos.

«Queda la esperanza de que tumben la efigie de Hugo Chávez», le dice a Crónica con sorna un opositor. «Si cae el coronel, Rosario Murillo perderá su poder y hasta ahí llegó el gobierno de los dos».

Cierto imaginario popular adjudica poderes sobrenaturales, aliados con los que posee la vicepresidenta, al busto del fallecido dictador venezolano, una suerte de escultura situada en una rotonda de la capitalina Avenida Bolívar. Juntos resultan invencibles pero si cae la imagen del muerto, la viva perderá las fuerzas. «Es como el pelo que Dalida le cortó a Sansón», remata el señor riendo.

Quizá para evitar la maldición, Rosario Murillo escoltó la imagen de su venerado amigo con unos ejemplares de los Árboles de la vida, gigantescas estructuras metálicas que ella misma diseñó inspirada en la obra del pintor austríaco Gustav Klimt. Creó un bosque de 150 piezas multicolores con miles de luces que prenden cada noche y a un coste de 20.000 euros por unidad, un despilfarro que tiene indignados a sus paisanos. Los plantó por diferentes puntos de Managua para contagiar a Nicaragua de «cariño, reconciliación, reencuentro, diálogo, alianzas y consenso», dijo en su día. Los estudiantes derribaron unos 40 en sus primeros días de protestas, pero la joya de la corona son Chávez y los árboles que le rodean.

«Con las matanzas de los estudiantes se puso en evidencia el verdadero rostro de la pareja que durante 11 años habían ocultado», sentencia un universitario. Y un empresario agrega: «El problema es que les dejamos cometer sus excesos, que iban en aumento, porque nos iba bien. Ignoramos la represión brutal de las juventudes sandinistas para sofocar la protesta de los ancianos en el 2011, sabíamos que robaban las elecciones y miramos para otro lado». Ya no. «Que se rinda tu madre», gritan los estudiantes. No cederán «hasta que se vayan Rosario y Daniel».

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