Descanse en paz, comandante

Columna
La Tercera, 27.11.2016
Juan Ignacio Brito, periodista

Lejos, muy lejos, del “líder por la dignidad y la justicia social en Cuba y América Latina” que la Presidenta Michelle Bachelet vio en él, Fidel Castro fue un político que engañó y maltrató a sus compatriotas. Traicionando la revolución que él mismo lideró, se convirtió en un dictador hábil que se mantuvo en el poder por la fuerza y esparció su credo de violencia a lo largo y ancho de nuestra región.

Al momento de hablar sobre la Revolución Cubana y sus ideales, mejor evocar a José Martí, el caudillo de la independencia que alguna vez pidió “que la primera ley de nuestra república sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre”. Como hizo con tantos otros, Castro defraudó a Martí y su legado, los manipuló hasta la saciedad y los transformó en un arma para atacar a sus enemigos. Ahora que muchos se preparan para homenajear a Castro, quizás sea el instante de recordar a los revolucionarios que sí fueron fieles al pueblo cubano y combatieron la dictadura del general Fulgencio Batista, como Camilo Cienfuegos -fallecido misteriosamente en un “accidente” de aviación cuando comenzaba a mirar con malos ojos el giro totalitario que adquiría la revolución que había ayudado a ganar-  y, en especial, Huber Matos, el maestro de escuela convertido en comandante del Ejército Rebelde que luchó en la Sierra Maestra junto a los Castro y que luego se distanció de estos, fue juzgado por ellos, apresado durante dos décadas y al final partió al exilio, donde murió en 2014.

Pocas personas estuvieron tan cerca de Fidel Castro como Matos. La lucha revolucionaria los hermanó. De la boca de Fidel, Matos escuchó días antes del ataque a Santiago de Cuba, en diciembre de 1959, una promesa solemne que hoy suena ridícula: “Ni tú, Huber, ni yo, ni Raúl, ni el Che ni Camilo, ni ninguno de los comandantes con mando de tropa, ocuparemos cargos en el aparato administrativo”. Tras la gloriosa apoteosis luego del triunfo, Matos sería elevado por los hermanos Castro a la más alta jerarquía del gobierno revolucionario.

Pero su ascenso fue tan rápido como su caída. Matos denunció la deriva autoritaria del nuevo régimen y la influencia comunista en él, lo cual lo hizo chocar con Fidel y su hermano Raúl, a quien consideraba un resentido y llamó “el hombre odio”. Cuba se alejó de Estados Unidos y se convirtió en peón de la Unión Soviética durante la Guerra Fría, lo que llevó a Matos a sostener que “lo que fue antes una revolución ahora es una prostituta”.

El otrora comandante fue juzgado por traición y sedición y enviado a la cárcel. Estuvo 20 años preso, la mayoría del tiempo en el penal de la isla Juventud, donde fue torturado y escuchó las ejecuciones de decenas de personas que gritaban “¡Viva Cristo Rey!” al enfrentar el pelotón de fusilamiento. Finalmente, en 1979 partió al exilio.

Murió en Miami, pero está enterrado en Costa Rica, a la espera de que se cumpla su último deseo: volver a Cuba cuando ésta recupere la libertad secuestrada por la dinastía de los Castro.

Ahora que Fidel ha muerto y comienzan a escucharse los homenajes y los mensajes de condolencias, ¿por qué mejor no recordar las palabras con que Matos, el verdadero revolucionario, concluyó sus memorias? “¡Cuánto daño le ha hecho a Cuba esta gavilla de bribones capitaneados por Fidel Castro! Son incontables sus crímenes, pero el peor ha sido la traición”. En el día que ha muerto Fidel Castro, antes que rendir tributo a un tirano cruel, parece más justo y sensato honrar a Huber Matos, el hombre que creyó de verdad que la Revolución Cubana “pertenece al pueblo, a la libertad, a la esperanza” y que describió con las siguientes palabras el idealismo que inspiraba a los rebeldes sinceros en aquellos lejanos días en la Sierra Maestra: “Queríamos hacer la historia y no disfrutarla. No estábamos involucrados en la vanidad de la acción; sabíamos que es un medio para alcanzar un bien común”. Ahora sí: descanse en paz, comandante Huber Matos. Ayer se dio un paso importante para que pueda volver definitivamente a su patria libre.

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