El dilema de Macron: ser Thatcher o ser Hollande

Columna
El Mundo, 24.11.2018
Iñaki Gil

A todo presidente francés le llega este momento. Cuando la calle y los malos sondeos le hacen archivar reformas que sabe necesarias. Emmanuel Macron hasta la fecha no ha cedido pero el Elíseo promete que el martes anunciará una ronda de negociaciones y medidas para hacer "aceptable" la transición ecológica.

Tras tantas declaraciones de firmeza al estilo de Margaret Thatcher, la 'premier' británica que impuso su reforma liberal y acabó con el poder sindical, parece que va a recular. Como su predecesor, François Hollande. Y los anteriores, Nicolas Sarkozy y Jacques Chirac.

A riesgo de ser como los otros. Cuando fue elegido por ser diferente. Pierre Antoine Delhommais explica en 'Le Point' (el semanario que ha planteado la disyuntiva Thatcher/Hollande) las dos diferencias esenciales de Macron con sus predecesores: "Nadie fue capaz nunca de definir las convicciones económicas de Hollande, ni las de Sarkozy, ni mucho menos las de Chirac. Todo el mundo conoce las de Macron: liberales, liberales a la francesa o social-liberales. Es decir, liberales con moderación".

La otra diferencia es que las medidas que está aplicando estaban en su programa electoral. "Ver a un presidente hacer lo que dijo que haría tiene que desconcertar a los franceses. No están habituados".

Lo que están es cabreados. Inmensamente. Por casi todo: los impuestos, el poder adquisitivo... Con ganas de bronca. Sobre todo con los de arriba. Singularmente, con los políticos. De una lista de 34 políticos sobre los que Ifop pregunta sólo hay uno que tiene más opiniones favorables que desfavorables: Nicolas Hulot, que dimitió hace dos meses como ministro de Ecología. (50 a favor, 40 en contra).

Tuvo buen olfato. Las medidas que han soliviantado Francia, el próximo aumento de la tasa del gasoil son en parte su responsabilidad. "Lo asumo" dijo el jueves por la noche en su reaparición en la tele. Acto seguido, se justificó. La crisis de los chalecos amarillos era "evitable si hubiera habido un acompañamiento social digno". "Lo dije pero no convencí [al Gobierno]. Me argumentaron con los problemas presupuestarios".

Uno puede encontrar incoherente que el único político con una imagen positiva sea un líder ecologista al mismo tiempo que la contestación a una medida ecológica es abrumadora. Pero son los hechos. El viernes mismo, 'Le Figaro' publicaba un sondeo de Odoxa: un 77% (+3 en siete días) de los franceses "justifica" el movimiento de los chalecos amarillos. Un 82% pide que se retiren el aumento de la tasa al gasoil. El motivo, dice el Gobierno, es ecológico, igualar el precio con el de la gasolina. La calle dice que sólo hay afán recaudatorio.

Un líder sindical se quejaba ayer en la televisión: "Qué hubieran dicho si la protesta que ha causado dos muertos, decenas de heridos e incontables problemas de tráfico la hubiéramos organizado los sindicatos. ¡Nos hubieran demolido!"

El movimiento, sin estructura, sin líder, organizado a través de las redes sociales se manifiesta este sábado en París. El Gobierno les ha prohibido hacerlo en los Campos Elíseos y en la plaza de la Concordia. Ellos se niegan a ir "al prado" bajo la torre Eifel. Se huele el lío.

Los chalecos amarillos sacaron a las carreteras francesas el pasado sábado 283.000 personas, según el ministerio del Interior, menos que la primera manifestación en primavera contra la reforma ferroviaria. Entonces Macron resistió el pulso sindical y se impuso.

Frente al magma de los chalecos parece que va a ceder. Anunciará el martes debates descentralizados para meter en danza a los sindicatos y a las regiones y... retocar las medidas. Para que sean "aceptables". "Hemos recibido el mensaje de los ciudadanos" dijo el Elíseo.

Lo que ocurre es que, desde la primavera, Macron no para de caer en los sondeos. Una ofensiva de comunicación en otoño, una visita de una semana a las regiones so pretexto del Centenario del Armisticio de la Primera Guerra Mundial no le han hecho remontar.

En el sondeo de Ifop para 'Journal du dimanche' el 25% de los franceses se dicen satisfechos con su labor, (ya sólo) un punto por encima de su resultado en la primera vuelta de las presidenciales: el 73% está descontento. En el de Ipsos para 'Le Point', tiene 26% de opiniones favorables frente a 70% negativas.

Peor que Marine Le Pen (27/68) y un pelo mejor que Jean Luc Mélenchon (24/69). Y eso que los líderes respectivos de la extrema derecha y la extrema izquierda apoyan la movilización de los chalecos amarillos.

¿Saben quien ha entrado en la lista como un cohete? Ségolène Royal, directa al quinto puesto de la lista con un 30% de opiniones positivas frente a 61 negativas. Vuelve con mensaje feminista y verde.

Macron tiene poco margen presupuestario. Y menos margen político. Y un dilema acuciante: ser Thatcher o ser Hollande.

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