Columna OpinionGlobal, 08.08.2016 Eduardo Rodríguez Guarachi, abogado y ex embajador en Argentina y Japón
El pasado mes de junio se celebró la XI Cumbre de la Alianza del Pacífico a la cual asistí, invitado por la SOFOFA, en mi calidad de Abogado Asesor del Consejo Empresarial Chileno-Peruano y especialista en asuntos económicos internacionales. Es necesario destacar la diligente y satisfactoria labor de los organizadores del evento quienes merecen el reconocimiento por su eficiencia y profesionalismo al estructurar una actividad tan compleja y delicada.
Por otra parte, y en relación al Tratado, es necesario mencionar que durante sus cinco años de existencia ha logrado superar la barrera de los complejos procedimientos burocráticos, instalando un fuerte compromiso de promoción y apoyo a las iniciativas empresariales y materializando importantes gestiones tendientes a fortalecer los vínculos e integración con el Asia Pacífico, estas condiciones permiten a sus integrantes lograr promover activamente el comercio y las inversiones entre ellos; evidentemente nos encontramos ante un esquema de integración exitoso y una clara muestra de un renovado entendimiento latinoamericano.
Mientras en el Reino Unido de Gran Bretaña votan a favor, incomprensiblemente, de su salida de la Unión Europea y candidatos presidenciales en Estados Unidos –Trump y Sanders– han llamado la atención sobre la eficacia de sus acuerdos comerciales; en América Latina, este novedoso esquema, dinamiza las economías de sus miembros y suma cada vez más partidarios; sólo en esta última Cumbre se confirmó la incorporación de siete nuevos estados observadores, alcanzando 49 miembros en la aludida categoría.
Dentro de este contexto, la incorporación de Argentina -impulsada por el Presidente Macri- adquiere una dimensión especial, al asumir el compromiso de trabajar en un esquema de integración con la Alianza. Sin duda, esto resultará beneficioso para ambos. Para Argentina será una gran oportunidad de situarse con una nueva visión política que incorpore al Pacífico y ayude a fortalecer y destrabar los inconvenientes que aquejan al Mercosur; y para nosotros, podría ser una vía factible para dinamizar las deterioradas relaciones comerciales con los países de la región que han decidido sostener medidas proteccionistas.
Sin embargo, para lograr un adecuado acercamiento es necesario tomar en cuenta la importancia económica de Brasil y a quien se debería invitarlo a una mayor participación en este esfuerzo. Brasil se encuentra en una profunda revisión de sus políticas y su actual Canciller - José Serra- ha reconocido la necesidad de avanzar en un esquema que favorezca la relación con la Alianza. Por consiguiente, estoy convencido que es un momento propicio para iniciar una aproximación innovadora, estratégica y con visión de futuro hacia una liberalización con el Mercosur.
Para lograr este ambiciosos objetivo, es fundamental el esfuerzo del Presidente Macri quien ha emprendido, satisfactoriamente hasta el momento, la tarea de posicionarse como un líder regional capaz de acercar dos modelos que a la vista parecen contradictorios, pero en la esencia son complementarios.
Cabe destacar, los avances están superando la retórica y en la reunión de mayo del presente año -en Lima, Perú-, entre los Estados Partes del Mercosur y la Alianza del Pacífico, se establecieron las bases para iniciar, en los próximos meses, las reuniones técnicas sobre: acumulación de origen, facilitación del comercio, cooperación aduanera, ventanilla única de comercio, promoción comercial recíproca y pymes.
Sin lugar a duda, el aludido acercamiento establecerá un vínculo entre los países del Mercosur con los mercados de Asia Pacífico a través de nuestros pasos fronterizos y corredores bioceánicos, con la clara voluntad geopolítica de convertirnos en el país que lidere la “asiatización” de América del Sur, gracias a la consolidación definitiva de un centro sofisticado de servicios para la exportación e importación de productos de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay con los países asiaticos.
