El polémico Pacto de Bogotá

Columna
La Tercera, 05.07.2018
Samuel Fernández Illanes, abogado (PUC), embajador (r) y profesor (U. Central)

Como una postura recurrente, de tiempo en tiempo se reactiva el que Chile no siga en el Pacto de Bogotá, o Tratado Americano de Soluciones Pacíficas (1948). Se le asigna el efecto casi inmediato de que al denunciarlo, se acaban todas nuestras aprensiones y críticas a los resultados de nuestros pleitos internacionales ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya. Como si dicha denuncia fuera un talismán que nos protegería de todo conflicto legal. Ojalá así fuera, pues sería tan fácil y gozaríamos de paz y tranquilidad frente a la temida Corte. Como toda fórmula mítica, sin embargo, no hay certezas y sus consecuencias podrían ser muy diferentes en el campo internacional y jurídico.

La Corte, que ya juzgó el juicio entablado por Perú, con resultados en parte cuestionables; y que no acogió nuestro recurso preliminar de incompetencia en la demanda boliviana, ahora deberá dictar su sentencia en este caso, reducida eso sí, a si tenemos o no la obligación de negociar con Bolivia un acceso soberano al Océano Pacífico, de buena fe, y si hemos faltado a dicha obligación. Fallo de los próximos meses. Aunque no hay riesgo alguno ni para el Tratado de 1904, ni para la soberanía de territorios o de mar para Chile, aumenta la preocupación por su desenlace. Como es de anticipar, sea cual fuere, es seguro que volverán las peticiones de abandonar el Pacto. Conviene precisar que si en los dos casos previos ya sentenciados no quedamos satisfechos, en la inminente sentencia en nada incide denunciar el Pacto. Solo evidenciaríamos molestia o desconfianza, justo cuando está en plena redacción. Un gesto innecesario e inoportuno. Y no olvidemos que además, invocando el Pacto, hemos demandado a Bolivia para que declare que el Silala es un curso de agua internacional, pleito que está en su etapa inicial. En nada contribuye confrontar el Tribunal que está por dictar su sentencia en uno, y que recién conoce el otro.

El Pacto solo otorga competencia a sus Estados Parte (solo 12 Latinoamericanos) para acudir a la Corte, entre otros procedimientos. Son muchos los Tratados que acuerdan recurrir a ella, y no solo el Pacto, por ser el Órgano Jurídico Principal de Naciones Unidas. Su jurisdicción la da su Estatuto, y no únicamente el Pacto, que se limita a repetirlo. Si no existiera, igual se podría demandar ante la Corte, que solo le otorga competencia anticipada, y serían muy eventuales. La preocupación por nuevas controversias con los vecinos ante la Corte, son muy reducidas. Con Argentina está el Tratado de 1984, que tiene procedimientos propios, sin acudir a la Corte. Con Perú, ya está zanjado el límite marítimo, y si fueren terrestres, sería el Presidente de Estados Unidos, no la Corte. Y con Bolivia, el caso de acceso al mar está por fallarse, y otro tanto por el Silala, es decir, ya no se podría insistir a futuro en temas resueltos. En síntesis, no se visualizan otros asuntos limítrofes pendientes ante la Corte, con o sin Pacto.

Desde hace más de 130 años, todos los gobiernos chilenos han reiterado que respetamos el Derecho Internacional, la intangibilidad de los Tratados, y la Solución Pacífica de las Controversias, como ejes de nuestra política exterior. Si nos salimos del Pacto actuaríamos al revés. Contra el Derecho,  denunciando unilateralmente un Tratado, que precisamente  acuerda métodos de solución pacífica. Serían prioridades falsas.

No estar conformes con los resultados en los juicios no es solo responsabilidad de la Corte, ciertamente dependen del caso y de nuestra defensa. Anticipar nuevamente sentencias desfavorables en los dos pendientes, es puro derrotismo. Creer que sin el Pacto la Corte desaparece, es olvidar que somos Miembros Originarios de Naciones Unidas, y que la Corte es uno de sus órganos. No hay cláusula de salida, ni del Organismo ni de la Corte, nos guste o no.

Por cierto, estos razonamientos no bastarían por si solos si hay una convicción a priori, y se busca mantener la polémica para denunciar el Pacto sin considerarlos. Ojalá sea una decisión fundamentada, mantenerse o denunciarlo.

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