Época Radical: Gabriel González Videla en los años 30. Un radical camino a La Moneda

Columna
El Demócrata, 31.01.2016
Alejandro San Francisco, historiador (Oxford), profesor (PUC) e investigador (CEUSS)

En 1938 comenzó la denominada era radical, que se extendió hasta 1842, y que contó con tres presidentes consecutivos: Pedro Aguirre Cerda, Juan Antonio Ríos y Gabriel González Videla. Todos ellos habían iniciado sus vidas políticas en la década de 1920, y alcanzaron cargos y relevancia en la década siguiente.

Ese fue el caso de González Videla (1898-1980), quien había nacido en La Serena en una familia de 18 hermanos, y que prontamente comenzó a destacar en el Liceo de la ciudad y posteriormente en sus estudios de Derecho en la Universidad de Chile, ejerciendo después la abogacía por algún tiempo. Sin embargo, su pasión era la política, y se vinculó en la Universidad a la Juventud Radical y posteriormente ingresó al Partido, donde alcanzaría gran figuración. No está de más señalar que en 1924 también se integró a la masonería, en una fórmula que se repetía muchas veces entre los representantes del radicalismo. Su política se puede seguir en los dos volúmenes de sus Memorias (Santiago, Editorial Gabriela Mistral, 1975).

La década de 1930 fue decisiva para González Videla. Entre 1931 y 1937 fue Presidente del Partido Radical, en un momento en que surgían nuevas alternativas políticas en ese mundo, como fue el Partido Socialista, y en circunstancias de cambios importantes en el país. En esa calidad asumió como Presidente del Comité Ejecutivo Nacional del Frente Popular, que se creó como alternativa al gobierno de Arturo Alessandri y que congregaba tanto a radicales como a socialistas y comunistas.

Previamente habían apoyado al León de Tarapacá —con quien maten su regreso a La Moneda, como una forma de asegurar “el imperio de las instituciones civiles y la consolidación del régimen democrático”. Con el paso de los años, la posición variaría frente a la administración, como explicó González Videla en una Sesión de la Cámara de Diputados el 31 de julio de 1935 (citada por Pedro Milos, Frente Popular en Chile. Su configuración 1935-1938, Santiago, LOM, 2008). A continuación agregaba que no podían aceptar que el principio de autoridad se pusiera “al servicio de las fuerzas del capital y de la riqueza, para ahogar con la fuerza cualquier manifestación de los partidos populares”. Finalmente esbozaba una autodefinición radical: “Estamos en el justo medio, pese a nuestros detractores, manteniendo el equilibrio entre el abuso de la autoridad que nos lleva al despotismo y los desbordes de la libertad que nos conducen a la anarquía”.

Sin embargo, un momento decisivo en las relaciones del político serenense con la administración se produjo con ocasión de unas elecciones complementarias -por muerte del senador Nicolás Marambio- para Senador por Atacama y Coquimbo. Ahí González Videla fue candidato y “le imprimió a su campaña un carácter regionalista y combativo” (Milos). Esperaba, siendo amigo de Alessandri, “una neutralidad benévola de La Moneda”, como señala Gonzalo Vial en su Historia de Chile, Volumen V. De la República Socialista al Frente Popular 1931-1938 (Santiago, Zig Zag, 2001). Si bien el León incluso le hizo una donación de campaña al radical, su ministro Gustavo Ross se opuso a esa candidatura y utilizó ingentes recursos económicos para que triunfara su candidato, el liberal José María Ríos. El resultado final favoreció a Ríos, con ocho mil votos, frente a los siete mil que obtuvo el radical.

Arturo Alessandri consideró que la candidatura alternativa a González era “una gran injusticia y un profundo error que tuvo consecuencias fatales para el porvenir político del país” (Recuerdos de Gobierno, Tomo III). Lo consideraba un invariable defensor de la administración, a pesar de algunos recursos retóricos que utilizaba. “Agoté reiteradamente -reflexionaba Alessandri- mis mayores esfuerzos de convicción para obtener que no se insistiera en tan gravísimo error y monstruosa injusticia. Fue todo inútil”. Incluso la oferta posterior para que integrara su gobierno en calidad de ministro, lo que fue vetado por los partidos de derecha. Era la hora de la polarización política, que traería cambios importantes para Chile. Había sido un triunfo pírrico para Ross, como recordaría González Videla en su Memorias: “Sacrificaban a un demócrata de corazón y de acción militante, para ganar un sillón senatorial, pero en ese mismo instante perdían el apoyo de un sector del electorado sin el cual ninguna combinación política podía constituirse en mayoría para gobernar”.

«Hacia 1935 había comenzado el acercamiento —con ambivalencias, retrocesos y contradicciones— entre las fuerzas de izquierda, que se agruparían después en el Frente Popular»— Alejandro San Francisco, historiador.

Hacia 1935 había comenzado el acercamiento —con ambivalencias, retrocesos y contradicciones— entre las fuerzas de izquierda, que se agruparían después en el Frente Popular. En ese esquema los radicales y comunistas marcharon unidos, incluso los primeros fueron protectores de los segundos, de acuerdo a la lógica de aquellos años, en que los comunistas mezclaban el trabajo clandestino con el legal y procuraban influir en la marcha de los acontecimientos en el país. “Ocupó siempre el primer puesto entre estos protectores Gabriel González Videla”, era el recuerdo del delegado de la Internacional comunista en Chile, Eudocio Ravines, La gran estafa (Santiago, Editorial del Pacífico, 1957). En la misma línea estaría otro radical, Justiniano Sotomayor: “Ambos radicales compartieron la responsabilidad del éxito del Frente Popular en Chile y, sobre todo, la del cultivo y florecimiento lozano de la amistad y de la cooperación radical-comunista”, concluye Ravines, sobre una historia que todavía tendría larga vida y futuros acercamientos y enfrentamientos.

En la campaña presidencial de 1938 el Frente Popular de Pedro Aguirre Cerda enfrentó al propio Gustavo Ross, en una elección con ribetes extraordinarios, y algunos de ellos dramáticos. Previamente, en la histórica sesión de apertura del Congreso Nacional el 21 de mayo de ese mismo año, hubo enfrentamientos y divisiones entre el gobierno y los líderes de la oposición, que procuraban dificultar el discurso de Arturo Alessandri. En la ocasión el líder nacista Jorge González von Marées incluso realizó un disparo, mientras González Videla, según él mismo recuerda en sus Memorias, resultó arrastrado por la fuerza pública, siendo finalmente liberado. Hay una foto histórica, que el líder radical reproduce en el mismo libro, con la siguiente nota: “Opongo resistencia a mi arbitraria detención”. Quedaban pocos meses para las elecciones y había un verdadero hervidero político partidista.

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