ÉpocaRadical Marmaduke Grove, fundador del socialismo chileno en los años 30

Columna
El Demócrata, 03.01.2016
Alejandro San Francisco, historiador (Oxford) y profesor (PUC) e investigador (CEUSS)

Sabemos que la década de 1930 fue muy novedosa en términos políticos, tanto por la restauración democrática con Arturo Alessandri como en relación a la nueva realidad en cuanto a conglomerados y figuras políticas. En este contexto debemos entender el Partido Socialista, nacido en 1933 y destinado a tener una considerable importancia en las décadas siguientes, uno de cuyos fundadores y figura fundamental fue Marmaduke Grove (1878-1954).

Había entrado al Ejército en 1898, pero se involucró en la política en la turbulenta década de 1920, en manifestaciones de indisciplina militar que se hicieron habituales en aquellos años. El General Carlos Sáez señala en Recuerdos de un soldado, Tomo 1 (Santiago, Editorial Ercilla, 1933), que había dado una conferencia en el Estado Mayor General y “había hablado de las Juntas Militares españolas, en términos que equivalen a una invitación para que imitáramos su ejemplo”. Fue inspirador del movimiento militar de enero de 1925, y luego defendió las reformas a través de la prensa. “Quería reformas fundamentales y corrección absoluta”, a juicio de Virgilio Figueroa en su Diccionario histórico y biográfico de Chile, Tomo III (Santiago, Balcells & Co, 1929). Luego se distanció de Ibáñez y de los corredores del poder, en una trayectoria que se puede seguir en Jack Ray Thomas, “The evolution of a Chilean Socialist: Marmaduke Grove”, The Hispanic American Historical Review, Vol. 47, N° 1 (1967).

Después volvió a la primera fila de la política, específicamente el 4 de junio de 1932, cuando encabezó el golpe de Estado que fundó la llamada República Socialista, junto a Carlos Dávila, Eugenio Matte y Arturo Puga. En realidad era un régimen dictatorial, que gobernaba bajo decretos leyes y resoluciones ejecutivas, y que terminaría tal cual empezó en menos de dos semanas. Años más tarde el propio Grove recordaba que en esos días se reflejaba “el sano contentamiento de un pueblo que anhela su liberación y que por encuentra en el cambio de régimen que se inicia, el comienzo de su emancipación” (“Grove habla sobre el 4 de junio”, en revista Rumbo, junio de 1936). La duración de ese proyecto sería efímero, y tras una serie de nuevas intervenciones civiles y militares, el país vería restaurado el régimen constitucional con la elección del mismísimo Arturo Alessandri Palma a fines de 1932. En dichos comicios participó el propio Grove, como líder de la corriente socialista, quien ni siquiera hizo campaña por estar relegado: obtuvo más de 60 mil votos, alcanzando la segunda mayoría con un destacable 17,7%.

Al año siguiente nació el Partido Socialista de Chile, que tuvo a don Marmaduke como uno de sus fundadores. “No era un doctrinario abstracto, ni un dialéctico: era un socialista idealista”, en palabras de Julio César Jobet, Historia del Partido Socialista de Chile (Santiago, Documentas). En sus ideas, era crucial la amplitud de la composición del PS, que no debía ser un “partido exclusivamente proletario”, así como ampliaba la explicación exclusivista de la lucha de clases y las causas económicas que daba el marxismo, para apreciar también aspectos como las ideas y la actividad de las grandes personalidades. Detestaba el capitalismo y promovía el colectivismo, en cuanto a concepciones económicas.

«En sus ideas, era crucial la amplitud de la composición del PS, que no debía ser un “partido exclusivamente proletario”»— Alejandro San Francisco, historiador.

En los años siguientes la figura de don Marmaduke siguió creciendo, y se transformó en un líder, lo que rápidamente le generó adversarios, especialmente dentro del mundo comunista. El grovismo, el principal obstáculo para la revolución obrera y campesina en Chile, se tituló un folleto firmado por Juan Siqueiros, cuyo nombre verdadero era Gerardo Seguel, miembro del Partido Comunista. Eran épocas de luchas ácidas, en que el grovismo se transformó para el PC en “un objetivo a atacar”, más incluso que la oposición al gobierno de Alessandri, como enfatiza Andrew Barnard.

Si bien Grove encarnaba una fuerza todavía pequeña, era también creciente en número e influencia. Así quedaría demostrado a medida que se produjeron los acercamientos al interior de la izquierda, a partir de 1935, para dar inicio al Frente Popular. Existía un trabajo doble, destinado de unir partidos y grupos en torno a una coalición que enfrentara el alessandrismo, así como también estaba la necesidad de resolver quién encabezaría el FP en la elección presidencial de 1938. Todo esto no estuvo exento de problemas, divisiones y polémicas, que en algún momento casi provocan la inviabilidad del proyecto frentista. El candidato “natural” de los socialistas al gobierno del país era precisamente Marmaduke Grove, considerado por el PS como “realizador indiscutible” de las aspiraciones de bienestar para obreros, campesinos y clase media, y quien debería encabezar un proyecto de régimen democrático y economía dirigida, entre otros aspectos.

La Convención Presidencial de Izquierdas tuvo lugar entre el 15 y el 17 de abril de 1938. Las alternativas eran el propio Grove, el radical Pedro Aguirre Cerda y el comunista Elías Lafferte, con una compleja fórmula de elección que hacía difícil designar candidato. Finalmente, el líder socialista resignó su opción y declaró lo siguiente:

“El Partido Socialista cuenta con trescientos sesenta votos que significan la llave de la Convención, sin la cual no puede obtenerse la designación del candidato único… Por eso declaramos solemnemente en esta Asamblea que yo y mi Partido renunciamos a las expectativas de mi candidatura a la Presidencia de la República y presentamos el concurso leal y sincero del Partido Socialista para el triunfo de la candidatura del ciudadano Pedro Aguirre Cerda” (reproducido en Pedro Milos, Frente Popular en Chile. Su configuración: 1935-1938, Santiago, LOM, 2008).

Para dar más dramatismo y sentido a la decisión, correspondió al propio don Marmaduke ocupar la testera y anunciar la llegada de don Pedro, el candidato electo. Era, como recordaría Salvador Allende desde el Senado en 1954, con ocasión de la muerte de Grove, manifestación de “su desprendimiento y su responsabilidad”, que se transformaría luego en motor de la campaña que llevó a Pedro Aguirre Cerda a La Moneda en 1938.

Gonzalo Vial en su Historia de Chile. Volumen V. De la República Socialista al Frente Popular (Santiago, Zig Zag, 2001), hace una interesante descripción del líder socialista: señala que “sus defectos calzaban con sus cualidades” y que en sus faltas, quizá tuvieran más culpa los complejos “tiempos y circunstancias que le tocó atravesar” más que él mismo. Una época en la que el propio Grove fue una figura fundamental y dejó una huella que lo trascendió.

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