Errores y omisiones en política exterior

Carta
El Mercurio, 10.09.2016
Juan Salazar Sparks, ex embajador, director ejecutivo de OpiniónGlobal y del Centro de Estudios de Política Exterior y Relaciones Internacionales (CEPERI)

Recientemente tuvo lugar en La Moneda la presentación del libro "Vocación de Paz", que se propone como un compendio histórico de la política exterior de Chile, cuya autoría (colectiva) encabeza el ministro de Relaciones Exteriores. La lujosa edición habría ameritado un texto de equivalente contundencia sobre su contenido de fondo (los principales hitos de la política exterior de Chile).

Sin embargo, "Vocación de Paz" denota un escaso rigor conceptual e histórico para una publicación que en su portada anuncia algo tan trascendente como la política exterior de Chile. La constatación de errores gruesos en asuntos de importancia, como aquellos referidos al diferendo sobre el canal Beagle, da muestra de fallas que van más allá de lo anecdótico. La proliferación de imágenes y citas sobre una variedad de manifestaciones culturales y deportivas contrasta con los errores y omisiones en hitos relevantes de lo que, se supone, debiera ser el propósito central del libro.

Una omisión inexplicable de "Vocación de Paz" es la que hace respecto del papel de la Cancillería en el proceso de mediación papal que condujo a la suscripción del Tratado de Paz y Amistad de 1984 con Argentina, gestión diplomática trascendental que puso término a un diferendo que llevó a ambos países al borde del conflicto bélico. Nada recoge el libro sobre el desempeño del equipo diplomático de Chile en esa mediación, liderado por el entonces subsecretario Ernesto Videla Cifuentes. Se agregan a esa omisión mayúscula otras no menos importantes en las relaciones vecinales, como las de René Rojas Galdames como embajador y canciller, y del embajador José Miguel Barros Franco como Agente de Chile en los procesos arbitrales sobre el río Palena y el canal Beagle, entre otros diplomáticos de carrera de reconocido talento que hicieron un efectivo aporte a la defensa de los intereses permanentes de Chile en temas cruciales, pero tal vez son desconocidos por los autores del libro, formados mayoritariamente en disciplinas como las comunicaciones o la pedagogía en inglés.

Esa muestra de amnesia selectiva, que pareciera ser el hilo conductor (si lo hay) de la publicación, se replica en el tratamiento de diversos temas no menos importantes, como son la política de apertura chilena hacia el Pacífico, que se llevó a efecto tras un prolongado proceso que partió con apertura de embajadas y misiones comerciales, y luego con el trabajo paciente para incorporar a Chile a los principales foros de la región más dinámica y de mayor relevancia para nuestros intereses comerciales, como son el Pacific Economic Cooperation Council (PECC), Pacific Basin Economic Council (PBEC) y APEC (Asia Pacific Economic Cooperation). La publicación tampoco refleja la real magnitud de la política de regionalismo abierto como pilar base de nuestra política comercial, tema que se reduce a un simple gráfico con el año de suscripción de acuerdos comerciales con diversos países (seguido por una foto de la selección chilena de fútbol).

Si las omisiones pudieran tener una explicación, cuesta encontrar alguna para los errores de fondo, especialmente aquellos que se refieren a los temas vecinales. Con frecuencia se busca concitar apoyo unitario a las decisiones que se adoptan respecto de las relaciones con nuestros vecinos, hablando de ellas como "Política de Estado". Al hacer referencia a las relaciones con Bolivia, la mención al desarrollo de la "Agenda de los Trece Puntos" no solo omite, como curioso olvido, el antecedente de la política del "Diálogo sin Exclusiones" (política fallida en la cual se insistió durante una década), sino que se conduce a equívoco en cuanto a los hechos que llevaron a su modificación (fue durante una visita del canciller boliviano a Chile a fines del 2010 cuando se convino en cambiar los procedimientos del mecanismo de consultas que enmarcaba esas negociaciones). Tanto el Diálogo sin Exclusiones como la Agenda de los Trece Puntos fueron políticas adoptadas de acuerdo con las "atribuciones exclusivas" de los gobiernos de la época, lo que no excluye la necesidad de hacer un examen crítico de su racionalidad y conveniencia, para evitar la repetición de esos errores, o que ellos no se oculten tras el manto de una supuesta "Política de Estado". Si hay algo que deja en claro el libro en comento, es que para la elaboración de una efectiva política exterior de Estado no se puede prescindir de la experiencia que aporta la diplomacia profesional. Los errores y omisiones en muchos pasajes de "Vocación de Paz" son la mejor prueba de ello.

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