Gobernanza sobre la migración

Columna
El Nacional, 13.09.2019
Oscar Hernández Bernalette, embajador (e), profesor (UCV) y columnista venezolano

Las cifras de la emigración mundial son impresionantes. Son casi 250 millones de personas en el planeta que podemos calificar como emigrantes y que están buscando oportunidades económicas y que huyen de condiciones adversas en sus países de origen. En nuestra región, vemos emigración norte-sur y sur-sur. Las movilizaciones desde Centroamérica y Venezuela son sorprendentes. El mundo ha sido testigo de movilizaciones humanas a lo largo de su historia.

Si se reescribiera la historia de la humanidad tendría que comenzar con las emigraciones. Si bien es cierto que los flujos migratorios generan incertidumbre y rechazo, hemos en los últimos años aprendido a entender las ventajas comparativas y los beneficios para los países receptores de los procesos migratorios. Las diásporas pueden ser una herramienta para impulsar el desarrollo.

También coincidimos en la importancia de que para que estos procesos sean beneficiosos, sean tangibles, se requiere de buena gobernanza. Esto es, que las naciones cuenten con políticas públicas que estén debidamente en sintonía con los esfuerzos de las agencias internacionales para que estos procesos muchas veces indetenibles sean debidamente aprovechados y se garantice una inclusión al aparato productivo de una manera ordenada y planificada.

La emigración es una avenida de doble vía. Los países se benefician de mano de obra necesaria calificada que puede llenar necesidades y carencias en el país receptor, así como los beneficios que envía la migración a través de las remesas tanto a países de ingresos bajos y medios, que según el Banco Mundial alcanzaron en 2018 una cifra superior a 529 millones de dólares. Por otra parte, se  estimulan las inversiones en los países de origen de las  propias diásporas y para otras naciones también  se han convertido en agentes de promoción del turismo y la transferencia de tecnología. Además, como bien lo ha señalado la OIM, con estas emigraciones si se da un proceso de emigración circular, los emigrados regresan y transmiten conocimientos, experticia y mejores prácticas aprendidas durante sus procesos migratorios. Muchos acumulan riquezas que reinvierten y quieren transmitir conocimiento en sus países de origen.

Por el contrario, cuando la emigración está a la deriva, cuando no se implementan mecanismos de absorción adecuados nos encontramos con situaciones de explotación, violación de derechos humanos, trata de personas, trabajo forzoso o subempleo, pobreza, exclusión y como consecuencia la xenofobia.

Ahora bien, el aprovechamiento de esta realidad para beneficio en ambas direcciones está vinculado a que los países tanto receptores como “oferentes” tengan políticas de absorción y seguimiento de estas movilizaciones, sean estas cíclicas o permanentes. La institucionalidad migratoria es una manera de garantizar que se cumplan procesos de absorción que no sean dramáticos y evite algunas de las dificultades a que son sometidos muchos emigrantes en sus procesos de inserción en los nuevos destinos.

Por su parte, la OIM, ha establecido tres principios y objetivos para garantizar buena gobernanza sobre la migración. La primera recomendación es la adhesión a las normas internacionales y respeto de los derechos de los migrantes. Este punto es fundamental y una carta aval para las naciones que adaptan su propia legislación a mandatos multilaterales que son progresivos en esta materia. Facilita la elaboración de las respectivas políticas públicas y el respeto a los compromisos internacionales en esta materia. La segunda es la formulación de políticas contrastadas y aplicación de enfoques de gobiernos integrados. Este principio es clave para garantizar que los Estados evalúen holísticamente las implicaciones de la migración y evitar la politización del hecho migratorio.  El tercer principio es la colaboración con sus asociados para hacer frente a la migración y cuestiones conexas. Los diversos actores nacionales, gobiernos, ONG, locales e individuales relacionados con el proceso migratorio deben establecer redes de articulación permanentes, transparentes y duraderas que garanticen mejor comprensión de las implicaciones y fomentar enfoques que faciliten la inserción migratoria.

Señala la propia organización multilateral que “estos tres principios establecen las condiciones necesarias para la buena gobernanza de la migración mediante la creación de un entorno más eficaz en el que se optimicen los resultados a fin de que la migración resulte favorable para todos. Asimismo, constituyen los mecanismos mediante los cuales el Estado garantizará el cumplimiento de los requisitos sistémicos necesarios para la buena gobernanza de la migración”.

Por otra parte, los objetivos que nos ha planteado la OIM para fomentar el bienestar socioeconómico de los migrantes y de la sociedad se resumen igualmente en tres tareas.
1. Fomentar el bienestar socioeconómico de los migrantes y de la sociedad
2. Abordar eficazmente los aspectos relativos a la movilidad en situaciones de crisis.
3. Velar por que la migración se efectúe de manera segura, ordenada y digna.

La absorción planificada de la emigración es una cualidad para  contribuir no solo con el  crecimiento económico sino también con la transformación productiva, entendida esta como la opción de producir más y mejor economizando los recursos. La emigración puede ser un agente de aceleración de factores productivos. Cuando se  emplazan políticas diáfanas de absorción de capital humano y laboral se evita que estos circulen por los estratos de la miseria y de la explotación, sino que podrán directamente insertarse en el aparato productivo de una manera digna y sin discriminación. Hay países que han hechos esfuerzos por asimilar contingentes migratorios, como ha sido el caso de Suramérica con la crisis venezolana, sin contar con políticas migratorias diáfanas que contribuyeran a la absorción ordenada de los contingentes humanos. Ello llevó a algunos países a modificar a lo largo del tiempo sus políticas migratorias para absorber el impacto no controlado de la movilidad. Por ejemplo, el índice de gobernanza migratoria elaborado por The Economist para la OIM en el año 2106 señala cinco categorías para evaluar los niveles de capacidad de los países enfrentados a contingentes migratorios: capacidad institucional, derechos de los migrantes, migración ordenada y segura, gerencia de la migración laboral y cooperación regional e internacional. Herramienta muy útil para sistematizar las fortalezas institucionales de los países receptores ante crisis migratorias y conocer el nivel de buena gobernanza migratoria.

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