¿Hay peligro de secesión en el Sur del Perú?

Columna
El Montonero, 28.02.2019
J. Eduardo Ponce Vivanco, embajador (r) y ex viceministro de RREE peruano
Consecuencias desastrosas de la descentralización/regionalización

No habría mejor prueba de centralismo que un gobierno de provincianos (supuestamente descentralistas) que no se percate de que los gobernadores de las “regiones” del Sur están embarcados en la aventura separatista que el columnista Tino Santander compara al independentismo de Cataluña: “Puno: la Barcelona peruana” (El Montonero, 25/2/2019). Es difícil de creer que sea política del actual gobierno ignorar olímpicamente esa denuncia, sin advertir que su prioritaria lucha contra la corrupción mal puede servirle de pretexto para evadir su responsabilidad de erradicar, tajantemente, un embrionario movimiento de inspiración secesionista en el Gran Sur.

Se trata de la descarada estrategia de confrontación en la principal región minera y energética del Perú que la ultraizquierda fomenta con descaro, aprovechando la indiferencia o el temor gubernamental a encarar sus objetivos más obvios: grandes proyectos como Tía María, la operación de Las Bambas, la explotación del litio en Puno (Macusani) o proyectos gasíferos de envergadura para poner en valor los yacimientos de Camisea, que ellos quieren reemplazar con los que plantearon al presidente boliviano Evo Morales cuando lo visitaron en La Paz, poco antes de asumir sus cargos de gobernadores regionales (me refiero a los electos en Puno y Moquegua, señores Aduviri y Cueva).

Invocando la identidad aymara (etnia que es parte del Perú desde su nacimiento como nación) y ensalzando sin pudor las políticas de Morales, Aduviri busca involucrar a su vecino altiplánico en su sueño presidencial. Pero mientras el Hermano Evo se asocia a una empresa alemana para explotar los yacimientos de litio de Bolivia, su discípulo Aduviri le ofrece trabajar artesanalmente el enorme yacimiento de litio en Macusani, con minería de pico y pala. ¡Qué mejor regalo a su mentor!

Una empresa del Canadá (filial de Plateau Energy) es titular de la concesión de ese yacimiento. Sería la segunda víctima canadiense del Perú después del “aymarazo”, violento levantamiento con el que Aduviri expulsó a la minera que desarrollaba el proyecto aurífero Santa Ana (por lo que el Perú tuvo que pagarle una millonaria indemnización a esa empresa). Este conflictivo populista puneño riñe ahora contra el no menos pendenciero gobernador elegido (lamentablemente) en Arequipa. Se pelean por un proyecto agrícola asociado al proyecto minero Tía María. Un portal arequipeño (https://elbuho.pe/2019/02/arequipa-elmer-caceres-llica-paltuture-agua-walter-aduviri-puno/) ha grabado las vergonzosas intervenciones públicas en las que ambos gobernadores (calificándose de “Presidentes”) hacen gala del chauvinismo provinciano más ignorante y dañino para el Perú.

Los invito al sacrificio de escucharlos porque su paupérrimo nivel evidencia las consecuencias desastrosas del régimen de descentralización/regionalización que nos legó la funesta presidencia de Alejandro Toledo. Corregir o aclarar en alguna medida las barbaridades que permite debería ser una prioridad para el actual gobierno, si no queremos que la constelación de gobernadores aventureros que tenemos en el Sur arruine nuestras perspectivas de desarrollo y provoque tensiones internacionales indeseables.

El Gran Sur del Perú es una zona geopolítica vital por su vecindad con Chile, Bolivia y Brasil. Los desafueros de estos personajes y la vinculación que buscan con Evo Morales (apasionado aliado de Maduro) debería preocupar al gobierno en sus más altos niveles (el Presidente dirige la política externa del país). La campaña electoral en la que el mandatario aymara busca ilegítimamente su reelección, enarbolando de nuevo su reclamación marítima contra Chile (a pesar de que la Corte de La Haya le negara todo derecho), plantea una situación que el Perú debe observar con tanta distancia como prudencia.

La política exterior está lejos de las competencias de los llamados gobiernos regionales. No solo ellos deben recordarlo, sino también los gobiernos de los Estados que tienen relaciones amistosas con el Perú.

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