Incertidumbre en España

Columna
La Tercera, 05.06.2018
Samuel Fernández Illanes, abogado (PUC), embajador (r) y profesor (U. Central)

El Parlamento sacó a Mariano Rajoy y asumió Pedro Sánchez como Presidente del Gobierno español. El Partido Popular (PP) ha debido ceder el paso al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) al perder la moción de confianza, luego de casi siete años. No hubo elección alguna de la ciudadanía, solo un cambio en los apoyos a un Gobierno y a un partido, sentenciado de corrupción por la Justicia sobre un caso grave, identificados y presos sus autores directos, pero además, sindicado como responsable, justamente cuando Mariano Rajoy ocupaba un lugar preponderante, lo presidía, o estaba a cargo del Gobierno. No está acusado de corrupto, pero hay inescapables consecuencias políticas.

Son estos hechos los que hicieron variar la relación entre los distintos partidos políticos y su respaldo a un Gobierno que no dimensionó, o no supo reaccionar oportunamente al caso judicial, y que sumó al desgaste natural, una conducción férrea, y a veces contrastante, en muchas de sus decisiones. Tal vez no tuvo en cuenta los largos meses que tardó en formar una coalición que le diera la gobernabilidad requerida y las naturales concesiones que hubo de pactar, al no contar con la mayoría necesaria en el Parlamento. Situación aprovechada oportunamente ahora por Sánchez, y que finalmente, ha precipitado su caída.

De poco ha servido el que la economía del país haya mejorado cuantitativamente, y que con decidida firmeza hubiere enfrentado el porfiado separatismo catalán, encarcelando a sus promotores y relegando al Presidente Catalán, Carles Puigdemont, llevándolo al exilio, tomando en sus manos el ejercicio de la autonomía catalana. Rajoy no dudó en aplicar a la letra la Constitución española y  abortó, por cierto tiempo, las aspiraciones independentistas. Sin embargo, las últimas elecciones en Cataluña convocadas por el propio Rajoy, no hicieron variar significativamente la realidad. El movimiento independentista sigue dominando y volvió a reclamar la Presidencia Autonómica, primero con un Puigdemont ausente que no pudo tomar posesión de su cargo por siete meses y otros representantes en prisión, pero ahora con uno de sus estrechos seguidores, Quim Torra, que ya asumió. Paralelamente, la correlación de fuerzas políticas en Cataluña permitió que otros partidos se potenciaran fuertemente, como Ciudadanos, mientras que los tradicionales PP y PSOE, disminuyeron. Una tendencia que podría afianzarse a escala nacional y modificar la realidad política española si se convoca a elecciones generales por el nuevo Presidente Sánchez. Solo lo ha insinuado, sin fijar fechas ni condiciones.

El cambio de presidencia en el Gobierno español no ha tenido iguales propósitos por parte de los partidos políticos que rechazaron la moción de confianza, a sabiendas de que la perdería si se unían. Algunos solo querían sacar a Rajoy. Otros han priorizado prontas elecciones. Otros buscado castigar al Partido Popular. Otros, potenciar las autonomías. Y otros, simplemente el separatismo.  Cada cual con sus objetivos particulares, pero agrupados contra Rajoy. Ya eliminado, ahora si que las diferencias podrán evidenciarse y hacer difícil la gobernabilidad de Pedro Sánchez, solo con experiencia política partidaria, pero nunca antes gubernativa.

Las presiones se harán sentir en variados frentes. En particular, porque el todavía no resuelto independentismo catalán, que en nada ha cejado ni variado, podrá ver que ahora tiene un poder mayor, el de aprovechar la oferta de Sánchez de “restablecer puentes”, para alcanzar logros que Rajoy les había cerrado la puerta sin esperanzas. Sus parlamentarios votaron la censura. Seguramente la presión será enorme, aunque sea dentro del marco Constitucional imperante, el que ciertamente se contradice con el separatismo buscado, y que en su momento Sánchez apoyó. De igual manera, el Partido Nacionalista Vasco, que con su giro sentenció a Rajoy, también podrá pedir a Sánchez especiales consideraciones presupuestarias y otros beneficios. Se los debe, si hubiere persistido en el apoyo al expresidente, éste seguiría en su cargo.

También debemos imaginar las otras peticiones de importantes partidos, como Unidos Podemos y otras fuerzas menores regionales que hicieron posible la caída de Rajoy. El Partido Ciudadanos que no sostuvo su salida, se vislumbra como una fuerza en crecimiento si hay eventuales elecciones, un factor que habrá que considerar. Todos los que hicieron posible la censura, también pasarán su cuenta respectiva. Sánchez ha decidido gobernar apoyado fundamentalmente en el PSOE, tal vez para no contaminar su gobierno. Una apuesta importante, pues no es el partido mayoritario, y lo más significativo, no hay una elección ciudadana que respalde su acceso al poder, solo una realineación decisiva aunque ocasional de los partidos representados en el Parlamento. Si cambiaron de parecer una vez, abandonando a Rajoy, nada impide que lo hagan otra vez y en sentido contrario. De ahí que objetivamente, o Sánchez se valida en elecciones prontas e inobjetables con los riesgos que implica, o su Gobierno estará lógicamente acechado por la incertidumbre política parlamentaria.

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