La consagración de Hillary

Columna
Infobae, 29.07.2016
Franco Rinaldi, licenciado argentino en ciencia política (UBA)

La llegada de Hillary Clinton marca un hecho histórico en la política norteamericana. Por primera vez, en el mismo partido que llevó a un afroamericano a la Presidencia —también por primera vez—, una mujer será candidata a la máxima posición política del planeta por un partido mayoritario, en el sistema básicamente bipartidista de Estados Unidos, demócrata o republicano. Por primera vez, por uno de los dos partidos que han gobernado los Estados Unidos, será una mujer quien esté con posibilidades de ser comandante en jefe del ejército con más presupuesto y más poderoso del mundo. Con capacidad para borrar Oriente del mapa.

En 2008, Hillary estuvo muy cerca, pero perdió frente a su competidor de la interna, el actual presidente de los Estados Unidos, Barack Houssain Obama.

La ex senadora, nacida en Chicago, abogada y casada con Bill Clinton, quien fue gobernador de Arkansas, aterrizó en la Presidencia en los años noventa y la convirtió a ella en la primera dama. Los noventa fueron años de prosperidad y crecimiento para los norteamericanos y por eso durante muchos años Bill Clinton fue uno de los presidentes con mejor reputación. El martes, el ex Presidente trató de retratar en un sentido positivo la larga trayectoria en la vida pública que tiene su esposa Hillary Clinton.

Hillary fue senadora y desde joven ya hay registros de su interés por la vida pública. El problema que enfrenta Hillary en relación con su condición histórica de primera mujer candidata es que llega tarde en el tiempo. Más allá de la prédica de que por el mismo trabajo debe pagarse lo mismo, algo que refleja una realidad innegable y que necesita una urgente atención, no es menos cierto que las mujeres en el mundo ya gobiernan hace rato. Presiden multinacionales y son CEO y parlamentarias también. Es decir, aún cuando todavía falta bastante para pensar en una paridad entre hombres y mujeres, sobre todo en las democracias occidentales, las mujeres tienen una relevancia indiscutible y adquirida que en algún sentido reducen el impacto de la histórica candidatura de Hillary Clinton. No suena para nada sorprendente que una mujer vaya a presidir Estados Unidos. De hecho, era lo que muchísimos pensaban hace 8 años y seguramente hubiese sido, de no toparse con la impresionante figura de Barack Obama.

Así, Hillary pierde mucho de la épica de la primera mujer candidata. Por otra parte, tiene que lidiar con una pesada carga de haber sido una funcionaria, además fue senadora por Nueva York, durante la suficiente cantidad de años como para que sus errores, que no fueron pocos, sean muy recordados por la opinión pública.

Hillary no puede evitar repetir el discurso del político típico estadounidense. Es de la corporación a la que pertenece y todas las veces que intenta salirse de ese libreto su performance desciende, razón por la cual debe terminar volviendo a lo que ella naturalmente es: una política de raza. Ser una política de raza es lo que en Estados Unidos, como en tantos otros del mundo, transmite poco entusiasmo a los votantes, en el mejor de los casos, para la corporación política y en el peor, genera rechazo. Ese rechazo es al que le debe escapar Hillary y no tiene muchas alternativas, porque, como acabo de decir, no puede desnaturalizarse, no puede dejar de ser ella. Eso sería todavía peor.

Tal vez su única esperanza para mantenerse adelante en las encuestas en los próximos tres meses antes de las elecciones esté directamente ligada a la posibilidad de transmitir nuevas propuestas de progreso para los norteamericanos, más que a sus ataques a Donald Trump. Sus ataques sobre un millonario peligroso no generan tanto miedo, tal vez por eso el subrayado.

Obama, pese a que vendió durante su campaña presidencial que él no representaba a la clase política tradicional, tampoco era un político marginal o un outsider de la política. Sin embargo, era un hombre con un carisma que por lo menos hasta ahora la, ya oficial, candidata del Partido Demócrata no pudo mostrar.

Son cien días para que Hillary revierta estos puntos negativos que tiene y maximice sus muchas aptitudes. Se sobreponga a una aplanadora como Donald Trump y complete la página de la historia que comenzó a escribir hace más de un año, cuando anunció que 8 años después volvería a competir por la Presidencia y finalmente logró abrochar la candidatura a cien días del 8 de noviembre, cuando ella o el neoyorquino Trump serán el presidente número 45 de los Estados Unidos de América.

El martes, finalmente la figura estelar fue el ex presidente Bill Clinton, quien conectó rápidamente con el Wells Fargo y utilizó todo su encanto para no hablar de política ni de por qué sí hay que votar a Hillary. Durante los primeros 20 minutos de presentación, se dedicó básicamente a contar cómo y cuándo se había enamorado de la candidata demócrata. Pero en una jornada bastante tomada por la votación de los 50 estados que componen la unión, decretaron a Hillary Clinton y la mayoría de los delegados y el público en general aprovecharon la finalización para salir a comprar comida, cerveza, fumar, etcétera. En las afueras del Wells Fargo Center hubo tumultos. La policía del servicio secreto tuvo que acordonar la zona y un helicóptero, más francotiradores tomaron posición en caso de que la escena escalara.

El discurso de Bill Clinton fue básicamente una semblanza de Hillary Clinton para tratar de mostrar un personaje suficientemente humano, como necesita construirse para ganar ahí donde pierde con Trump. Del 44% que declaró sentirse desconforme con el apoyo de Bernie Sanders a Hillary Clinton, es de esperarse que muy pocos vayan a Trump, pero lo que preocupa a la campaña de Hillary es cuántos de esos votos perderá definitivamente el 8 de noviembre próximo.

La batalla está, entonces, en el marco de una candidatura histórica para la política norteamericana, en fortalecer la imagen de una persona que por su pertenencia inocultable a la élite política y por sus 8 años en la Casa Blanca y sus otros 4 en un papel importantísimo para cualquier administración estadounidense como es el Departamento de Estado, para pelear por ese 15% a 20%, según las semanas y las encuestas, que se considera independiente y que en Estados Unidos puede tranquilamente votar a un partido u otro, según la elección. Todavía más, Ivanka Trump, en la propia Convención Republicana, hace una semana, en Cleveland, admitió no ser una afiliada republicana, dijo abiertamente y sin culpa que votó distintas opciones en distintas épocas, considerando que votaba lo que le parecía lo mejor para su país, su empresa y su familia. Ese voto es el que está en disputa central y el que Hillary necesita captar en enormes proporciones si desea asegurarse el paso final, en noviembre y asumir, en enero de 2017, como la primera presidente mujer de Estados Unidos.

La tercera noche, sí, hubo participaciones estelares: el flamante candidato a la Vicepresidencia, el senador Tim Kaine, el actual vicepresidente, Joe Biden. Que aquí en Filadelfia el Partido Demócrata esté dividido en 2 partes es señal de que posiblemente la división sea más grande de la esperada. CNN confirmó la presentación del ex alcalde de Nueva York, Mike Bloomberg y finalmente cerró en el prime time televisivo para todo el país y el mundo el presidente Barack Obama, quien se espera que apele al votante no afiliado para que concurra a votar a Hillary Clinton, sobre todo para evitar que Trump llegue a la Casa Blanca.

No hay comentarios

Agregar comentario