¿La democracia boliviana está en riesgo?

Columna
Infobae, 07.08.2018 
Roberto García Moritán, embajador (r) y ex viceministro de RREE argentino

La democracia en Bolivia empieza a mostrar síntomas preocupantes al haber entrado en una etapa de confrontación preelectoral que no cesará hasta octubre del 2019. Hay manifestaciones de violencia gubernamental como rasgos de sumatoria del poder público, que no deberían ir en ascenso. Las protestas ciudadanas en defensa del resultado del referéndum constitucional del 2016 (21F), que expresó un rechazo a la cuarta reelección consecutiva del presidente Evo Morales, son atacadas por el gobierno al punto de que ha sido el mismo mandatario, entre otras declaraciones desafortunadas, quien llamó a los cocaleros de Yungas a sacar a chutazos a los que se movilicen con ese argumento. También dirigentes del oficialista Movimiento al Socialismo (MAS) han formulado expresiones desafiantes, incluso prohibiendo pancartas con "Bolivia dijo no".

La democracia está en riesgo de ser rebasada como consecuencia de la desconcertante sentencia del Tribunal Constitucional que desconoció el plebiscito y efectuó una interpretación de la Constitución del 2009 que autoriza una nueva reelección presidencial. El Tribunal fundó el fallo en la Convención Interamericana de Derechos Humanos y consideró que el artículo 268 de la propia Constitución boliviana es inconstitucional por violar el artículo 23 del Pacto de San José. Una interpretación que el mismo secretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA) calificó de disparate jurídico.

Resulta contradictorio que el Gobierno boliviano haya demandado la inaplicabilidad de artículos de la Carta Magna que el mismo MAS aprobó y desconozca un referéndum que el mismo gobierno convocó. Actitudes todas que preanuncian poco compromiso con valores democráticos. Ya en Potosí, en 2017, el presidente Evo Morales no descartó la posibilidad de que a futuro se pueda acabar con el actual mecanismo democrático basado en el sistema de mayorías y minorías, y su reemplazo por una democracia comunal para la toma de decisiones.

La Conferencia Episcopal de Bolivia ha condenado tendencias autoritarias y rechazado la represión policial por protestas contra la sentencia del Tribunal Constitucional. El arzobispo de Sucre, monseñor Jesús Juárez, exhortó al gobierno a evitar triquiñuelas que desconozca la voluntad popular. Esas serias advertencias deberían ser acompañadas por la comunidad internacional, en particular de países amigos y vecinos, para que se haga cumplir el referéndum, prevenir desvíos autoritarios y evitar que Bolivia pueda ser sacudida por convulsiones cívicas y sociales.

Sería desilusionante que los numerosos logros del presidente Evo Morales, entre los que se destacan la inclusión indígena y la reconfiguración de la estructura social que hoy tiene más clase media que en el 2005, puedan ser opacadas debido al afán reelectoral, una continuidad lindante con lo dictatorial. También por el desatino sutil de refugiarse en un autoritarismo competitivo y en el control de la Justicia para dar apariencia de legalidad. Sería lamentable que Bolivia siguiera los trágicos ejemplos de Venezuela y Nicaragua, que delatan regímenes que se aferran al poder a través de la violencia y en contra de las respectivas constituciones.

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