La ‘diabólica tentación’ de Obama

Opinión
El Mundo, 12.11.2016
Lucía Méndez

Antes de ganarle las primarias a Hillary Clinton, Barack Obama escribió su segundo libro, La audacia de la esperanza, con el que quiso dar una respuesta a la pregunta que los ciudadanos le hacían por la calle:

-"Parece usted un tipo decente. ¿Por qué quiere meterse en algo tan sucio como la política?".

Obama, un hombre decente, cultivado, profundo y cosmopolita, dejó huella por escrito de sus valores, de su pasión por el sueño americano -encarnado por él mismo como primer presidente negro- y también de las "tentaciones diabólicas" que acechaban en Washington a un joven senador demócrata. "Me hice cada vez más parecido a los donantes ricos que conocí. Pasé cada vez más tiempo lejos del desengaño, el miedo y las penurias en las que vivía el 99% de la población".... "Los problemas de la gente normal, las voces de las ciudades cuyas industrias cierran o del cada vez más despoblado campo empiezan a parecer un eco lejano más que una realidad palpable, abstracciones a gestionar más que batallas por las que luchar. El libre mercado sirve a los intereses de Wall Street pero ha hecho muy poco por detener la hemorragia de trabajos bien pagados que sufre Estados Unidos".

Estas reflexiones suyas de hace nueve años cobran nueva vida ahora. Obama ha sido el político 10. Un comunicador excepcional. Durante ocho años, la elegancia, la preparación, la estética y los valores de la primera familia norteamericana han sido admirados en todo el planeta. Obama logró imponerse al odio irracional del Tea Party republicano. Pero no ha podido evitar que su sucesor en la Casa Blanca sea un extravagante, grosero y machista millonario. Un showman tosco y pedestre. La Némesis vulgar de su estilo refinado y distinguido. Su gente afroamericana ha dado la espalda a Clinton y los trabajadores víctimas del libre mercado le han dicho en las urnas que se sienten mejor representados por Trump que por los demócratas. El presidente Obama ha caído en la "diabólica tentación" sobre la que le alertó el senador Obama. Ha pasado más tiempo con el 1% que con el 99%. Se ha dejado acunar por la exquisitez del New Yorker, los guiones de Aaron Sorkin y los diez mandamientos de la globalización del FT. Menospreció -con la misma arrogancia intelectual que la prensa- al patán de cómic que le ha ganado la partida.

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