La dictadura de Maduro

Editorial
La Nación, 10.05.2017
La ciudadanía venezolana no quiere cambiar la Constitución, sino terminar con un régimen que la ha asfixiado en sus libertades hasta límites intolerables

En medio de la profunda crisis a la que llevó a su país, Nicolás Maduro ha resuelto convocar una asamblea constituyente con el desfachatado y falaz argumento de afianzar la protección social y la igualdad, perfeccionar el sistema económico y político del pueblo y renovar todos los poderes públicos venezolanos.

La convocatoria señala que debe ser una constituyente de la juventud y de los estudiantes, pero, sobre todo, profundamente obrera, comunal y campesina. Se pretende, además, una disparatada elección de segundo grado para escoger a los constituyentes, en la que sólo los organismos afines a la "revolución bolivariana" designen los candidatos y donde no participen los partidos políticos.

El anuncio fue rechazado casi de inmediato por la oposición venezolana, que criticó el proceso como un claro intento de evitar nuevamente las elecciones. Para la gran mayoría, el irregular llamado a una asamblea constituyente es un esfuerzo para evitar comicios, ya que las encuestas indican que claramente perdería el gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela, y para enfocar la atención en algún tema distinto de la crisis política y socioeconómica.

La Conferencia Episcopal venezolana, haciéndose eco del sufrimiento de la gente, también expuso firmemente su rechazo a la asamblea constituyente a través de un durísimo comunicado en el que pidió poner fin a la represión, exhortó a la población "a no resignarse y a levantar su voz de protesta" y acusó al régimen de pretender imponer "el socialismo del siglo XXI".

El pueblo venezolano, que exhibe cada día su disconformidad con lo que ha venido ocurriendo contra la corrupción, el desabastecimiento de alimentos y medicinas, la asfixia a sus libertades y el uso de la violencia por los detentadores del poder, se manifestó masivamente en las calles. Cientos de miles de venezolanos salieron a protestar en Caracas y en otras ciudades para acusar a Maduro de ser un dictador y demandar que se lleven a cabo las elecciones que su gobierno ha pospuesto. Las escenas a las que el mundo asiste no pueden menos que conmocionarnos cuando vemos cómo los ciudadanos de a pie se juegan la vida con pasión en un clamor de libertad que el mundo parece no escuchar.

La brutal represión por la Guardia Nacional y la Policía Nacional no se hizo esperar, confirmando una vez más que son precisamente las fuerzas de seguridad las que sostienen en el poder al autoritario líder. En estos días, causó honda preocupación el presunto desembarco en el puerto de Guanta de tropas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba. Las fotografías que supuestamente confirmaban la hipótesis se viralizaron, pero fueron desmentidas por Rocío San Miguel, presidente de Control Ciudadano para la Seguridad, la Defensa y la Fuerza Armada.

Un total de 39 personas murieron por distintas causas en relación con los hechos violentos registrados durante las últimas semanas, según información oficial. Además, han resultado heridas más de 437 personas y 1289 han sido detenidas, de las cuales 65 permanecen privadas de libertad y otras 217 serán llevadas ante los tribunales.

Los líderes de la oposición son encarcelados, perseguidos y procesados por una justicia que sólo rinde cuentas a los jefes del régimen. Así, por ejemplo, al tenaz opositor Leopoldo López, que sigue en prisión, le niegan desde hace treinta días la visita de sus familiares y abogados. También los estudiantes son fumigados y baleados mientras sus universidades son intervenidas para tratar de sofocar la rebelión, que ya parece imparable. En las redes podemos escuchar la vehemente y conmovedora voz de un estudiante que convoca a no rendirse, que se suma a la de la dirigente Corina Machado (https://twitter.com/PrensaMCM/status/861644957899272192?s=03), entre muchas otras que pretenden extender el desesperado mensaje del pueblo venezolano.

El despótico régimen implantado por Chávez, apoderándose de todos los poderes del Estado, continuó corregido y aumentado por Maduro, que pasó de la autocracia a la dictadura. Sobre el particular, dos cuestiones resultan evidentes ante el pueblo venezolano y la comunidad internacional: la llamada "revolución bolivariana" no trajo otra cosa distinta que pobreza y desencanto, y el gobierno de Maduro no quiere medirse de ninguna forma en una votación universal, directa y secreta, cuyos resultados le pondrían un final, largamente esperado.

Maduro no ha advertido que lo que quiere el pueblo venezolano no es cambiar la Constitución ni sus instituciones, sino poner fin al régimen que lo ha venido asfixiando en sus libertades y empobreciéndolo hasta límites miserables. Es de desear que al esfuerzo y sacrificio que está realizando la sociedad venezolana se les sume con mayor intensidad la presión de la comunidad internacional, en especial la de América latina, reclamando en los diferentes organismos internacionales la convocatoria a elecciones libres y transparentes.

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