La diplomacia de los indigentes

Columna
runrun.es, 12.02.2018 
Milos Alcalay, embajador (r) y ex viceministro de RREE venezolano

Recientemente leímos en la prensa la noticia de que la Embajadora Rocio Maneiro, una de las pocas diplomáticas de carrera sobreviviente a la destitución de profesionales Internacionalistas, tomó la decisión de alojar en los apartamentos destinados a la permanencia de artistas venezolanos en la sede del conocido “Miranda House”, uno de los logros de la diplomacia de la Cuarta Republica para promover los valores culturales del país prestándoles apartamentos durante sus presentaciones en Londres. No critico a la embajadora que ha tenido la sensibilidad de no permitir que diplomáticos venezolanos, por no recibir sus sueldos hace meses, se vieran en las puertas de la indigencia, y por la ello desvió el uso de los locales para alojar a los refugiados diplomáticos.

Jamás nos hubiéramos podido imaginar que la Casa Amarilla de Aristides Calvani, Simon Alberto Consalvi, Marcos Falcon Briceño, Humberto Calderón Bertí y de tantos otros distinguidos cancilleres pudieran abandonar a su suerte a los diplomáticos para exponerlos a ellos y al Estado, a la vergüenza pública internacional por el incumplimiento del pago de sus deudas, ya que los funcionarios están hace varios meses sin cobrar sus sueldos, exponiéndolos a convertirse en “maulas” por no poder pagar sus alquileres o la escuela de sus hijos. Es cierto que ese no es sólo el problema de los “diplomáticos” aunque sean “a la carrera”, ya qué hay otros compatriotas que están mucho peor, si vemos la grave situación de los miles de venezolanos desplazados y que deambulan por nuestras fronteras en búsqueda de abrigo y comida.

Muchos de los Generales y Almirantes -hoy convertidos en diplomáticos- no necesitan cobrar sus sueldos ya que gracias a los “ahorros” de la Patria, pueden autofinanciar su permanencia en Berlin, Santiago, Lisboa y tantas otras capitales (siempre y cuando no se les ocurra la osadía de escribir en “Aporrea” criticando al Gobierno) porque de hacerlo, les saldrá el látigo vengador de Tarek William Saab, el nuevo Fiscal que imita el odio del Comisario Javert, personaje detestable de Los Miserables de Víctor Hugo,  quien como vengador implacable de la dictadura, desde la Fiscalía descubre “de repente” el súbito enriquecimiento de sus antiguos aliados. Por cierto, valdría la pena pedirle a Transparencia Internacional que complete su excelente estudio sobre la militarización del país, enfocando un tema que no se ha destacado suficientemente que es la enorme y desproporcionada militarización del servicio exterior venezolano hasta el punto que ninguna dictadura militar,  ni la de Pinochet, ni la de Videla, ni la de los Generales del Brasil, han tenido tantos militares como Plenipotenciarios.

Otra consecuencia grave de la irresponsable actitud es que al no prever los recursos para mantener las Embajadas en el exterior, ya se comenta la decisión de destruir el esfuerzo de décadas dedicadas a la representación diplomática en los países del mundo. Ya se anuncia el cierre de Embajadas en Europa del Este, Europa Central, en los países nórdicos y sigan sumando otros continentes. Un diplomático extranjero nos comentaba que sabía por sus colegas, que seis embajadas venezolanas en Europa están a puertas de ser cerradas, por no tener como mantenerlas. El aislamiento que ya existe por el uso y abuso de la “diplomacia de los carritos chocones” se agrava con la falta de previsión y de objetivos. Al hecho recurrente de declarar de manera absolutamente no diplomática “persona no grata” a Jefes de Misión extranjeros, estas agresiones han tenido como resultado que los otros países hicieran lo mismo en virtud de la regla de oro en diplomacia: el “principio de reciprocidad”.

Los actuales responsables de la Cancillería han logrado lo que parecía imposible: convertir a sus responsables en el exterior en “diplomáticos indigentes”. Que triste que quienes ocupan inmerecidamente el histórico Despacho del 19 de Abril de 1810, no escuchen a se mismo pueblo que volvió a repetir su grito de “basta”.

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