La ley del más mínimo esfuerzo

Columna
El Líbero, 05.11.2017
Enrique Subercaseaux M., ex diplomático y gestor cultural chileno

Cercano el fin del actual gobierno, quedan aún algunas vallas que franquear: la primera y segunda vuelta, seguidas de la larga transición veraniega hasta el cambio de mando, en marzo próximo. Hay maneras y maneras de enfrentar  las semanas largas que quedan. Buenas y malas. Ya se ha elegido el camino del empecinamiento, la confusión y el caos.

Virtualmente en cualquier ámbito del quehacer nacional hay problemas cada vez más acuciantes: salud, educación y seguridad son los que lideran las encuestas. Sin embargo, se privilegia una agenda “electoral” donde la legislatura, el accionar judicial y las declaraciones se va en cargar el cañón de la emotividad y el populismo para tratar de mellar o, en el mejor de los casos, pulverizar las opciones electorales de la “derecha y la centroderecha”.

Tomemos ejemplos al azar. Los 11 comuneros mapuches que fueron dejados en libertad por falta de pruebas en el caso del matrimonio Luchsinger MacKay. El Fiscal Nacional declara que el Estado falló. Y bien, eso fue así. Pero el fallo se enmarcó en todo un proceso de victimización del pueblo mapuche, donde se buscó liberar a los violentistas de toda culpa. Además está el proceso, algo opaco, de la Consulta a los Pueblos Originarios por la Asamblea Constituyente de la próxima Constitución Política. El problema de La Araucanía no se soluciona de esta manera, con lugares comunes y sin reflexión. Más bien esto lo agrava y transforma en pesada mochila para el próximo gobierno.

Misma aproximación fallida con el tema del terrorismo mapuche. Acá hay muchas dudas. En Argentina el gobierno  de Mauricio Macri lo tiene meridianamente claro y espera la colaboración de Chile en este ámbito. Cosa que hasta ahora no es posible (de allí que se filtrara íntegra la minuta de contenidos de la reunión de  los Subsecretarios del  Interior de Argentina y Chile acaecida en Buenos Aires hace algunas semanas). La diplomacia también se trata de cooperación en temas difíciles. Y no es propio de Estado civilizado exportar a este ámbito un doble discurso.

El legado de la Presidenta Bachelet está al debe. Las áreas tributaria, educacional, laboral y un largo etcétera deberán ser trabajadas para que las reformas funcionen y tengan sostenibilidad en el tiempo. Ya no es posible seguir endeudando al país para cubrir gastos corrientes. Son reformas que han mirado por el retrovisor el lenguaje de slogans e ineficiencias que estuvieron en boga a partir de la década de los 60 en Latinoamérica, y que hundieron a la región en la ineficiencia, la desesperanza y el atraso.

En un mundo globalizado —cosa real y no quimera populista— es sumamente injusto coartar las posibilidades de nuestra juventud con una educación deficiente y desfasada de las metodologías más eficientes para adquirir y aplicar el conocimiento. El joven profesional chileno debe aspirar, si así lo desea, a convertirse en un ciudadano global. Aportando con su saber a un ámbito mayor que el definido por nuestra geografía. Ello se consigue con una educación sincera y de calidad. No con una educación donde el método se ha sustituido por el lugar común proselitista. Y es más grave con esta nueva alergia al “lucro” que nadie sabe bien qué significa, pero cuyos resultados prácticos son entrampar aún más la dinámica de la educación moderna que agrega valor.

Todos opinan. Hay expertos para todos los temas. Los conocidos y los que están en proceso de invención y desarrollo. Sin pausa y sin descanso.  Y así se ahondan los problemas. Reformas mal hechas. Leyes mal hechas. Corte y pega de los asesores.  Si hasta la ley de estacionamientos les quedó mal. Y así suma y sigue.

La marcha hasta marzo continúa. En el gobierno, cual pesado Leviatán oxidado y desvencijado, siguen siendo creativos. Nos aguardan más sorpresas. Fuertes en creatividad y débiles en resolución. La nueva Constitución se anuncia entre la primera y segunda vuelta. Nos convertiremos instantáneamente en nación de constitucionalistas. Esperen y verán. ¿Será relevante y real la discusión?

Es decir, el legado aún está inconcluso. Esperemos que no corra la misma suerte del pato de hule en la Quinta Normal: gran expectación al inicio y rápida muerte al chocar contra un fierro en la laguna, que lo desinfló de un viaje.

Una acción de arte fallida.

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