La OIM y la emigración venezolana

Columna
El Nacional, 13.04.2018
Oscar Hernández Bernalette, embajador (r), profesor y columnista venezolano

Nos tenía preocupados el silencio de la Organización Internacional de Migraciones con relación a la crisis migratoria venezolana. Pensamos que la inercia burocrática de Ginebra estaba esperando el llamado del gobierno venezolano, que por supuesto nunca iba a llegar, pues no han hecho otra cosa que minimizar desde Caracas la existencia de una situación bochornosa que ha colocado a más de 4 millones en la necesidad de marcharse del país, afectando especialmente a países de la región que igualmente son naciones con sus propias dificultades, en desarrollo y que en honor de la verdad han propiciado una política de solidaridad con los venezolanos. Entre otros, hay que mencionar a Argentina, Chile, Ecuador, Perú y Colombia.

Sin duda, en la ayuda humana se mide la verdadera integración entre los pueblos y sin retórica barata sobre libertadores y espadas que recorren América Latina, los gobiernos actúan bajo la premisa de la responsabilidad compartida y han acogido a muchos hijos de Venezuela.

El plan de acción de la OIM cubre 17 países de la región para ayudarlos a mitigar el flujo permanente de venezolanos que huyen del país por distintas causas, fundamentalmente económicas y por la crisis política. El plan requiere de más de 30 millones de dólares en financiación y será coordinado entre otras agencias de Naciones Unidas como ACNUR y los propios países receptores de los emigrantes venezolanos.

Sin duda, la carga que significa la llegada de estos contingentes migratorios tiene un peso específico para las ya golpeadas economías de la región que necesitan apoyo internacional para brindar receptividad con calidad y desarrollar facilidades que garanticen que estos grupos humanos no sucumban en escenarios similares como los que hemos visto en otras regiones, especialmente en África y en el Medio Oriente. Es lamentable el desprecio del gobierno venezolano ante tamaña realidad y que deberían ser, precisamente, los responsables de esta tragedia quienes estén detrás de apoyar a los países receptores y a los propios venezolanos que deambulan por el mundo con muchos de sus derechos como ciudadanos limitados por la falta de comprensión de esta nueva realidad .

Solo hace unos años nos era imposible imaginar que el país que les abrió los brazos a miles de ciudadanos del mundo, hoy estaría despidiendo con dolor a su más preciado valor, su capital humano, a los hijos de la nación que sin distinción de origen, raza, credo e ideología han tenido que partir ante tamaña crisis en la que nos sumió este disparatado proceso político que ha  producido tanta división y pobreza en el país.

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