La segunda transición: El fin de los mega relatos y el resurgir populista

Columna
El Muro, 25.11.2016
Carlos Cuadrado S.
Gloria de la Fuente y Claudio Arqueros coinciden en que Chile está en medio de un segundo proceso transicional, cuya evolución y desenlace no se atreven a vaticinar

Las movilizaciones iniciadas a partir del 2011, los cuestionamientos a las instituciones y a las autoridades, la crisis de confianza generalizada, y el fuerte rechazo a la elite política y empresarial, son algunas de las expresiones que se observan hoy en el país, y que parecen ser la silueta de nuevo proceso de transición  desde el retorno a la democracia.

Aún cuando en la literatura no existe coincidencia sobre el momento en que concluyó la primera transición desde el régimen militar encabezado por Augusto Pinochet hacia un sistema plenamente democrático -hay textos que plantean que esa etapa finalizó con el plebiscito de 1988, mientras otros establecen que se cerró con la llegada de Ricardo Lagos a La Moneda y las reformas constitucionales que impulsó su gobierno-, si hay unanimidad de que ese proceso está sellado.

Las transformaciones económicas, sociales, políticas y culturales que experimentó el país en las últimas dos décadas, marcadas por una fuerte reducción de la pobreza y un importante crecimiento de la clase media, supuso cambios también en las demandas de los chilenos y en su forma de relacionarse con el poder.

En este encuadre, la evolución de la sociedad civil resultó mucho más veloz que la capacidad de las instituciones públicas y privadas para entender y hacerse cargo de esta nueva realidad, situación que derivó en crecientes manifestaciones, que algunos sectores interpretaron como un malestar hacia el modelo de desarrollo del país implantado por el gobierno militar.

Se trata de un proceso que está en pleno desarrollo, y que algunos investigadores lo conceptualizan como una segunda transición desde el retorno a la democracia, una transición 2.0.

Así lo interpreta el investigador de la Fundación Jaime Guzmán, el filósofo Claudio Arqueros, para quien el país efectivamente está atravesando una etapa distinta, donde el campo de deliberación amplió sus fronteras, y a partir de lo cual se observa una mayor autonomía de los cuerpos intermedios, y de los distintos actores que componen el cuerpo social.

A su juicio, esta nueva etapa transicional está marcada por la caída de los mega relatos, de las grandes ideologías, fenómeno que según su análisis se acompaña de una población con mayor poder adquisitivo, más educada, y que tiene mayor acceso a la información.

Esta caída de los mega relatos, sumado a un empoderamiento de la ciudadanía, provocó que los chilenos nos volviésemos más descreídos respecto al relato oficial o hegemónico”, afirma Arqueros.

Para graficar esto, el investigador de la Fundación Jaime Guzmán coloca como ejemplo lo que está ocurriendo con la figura de Ricardo Lagos, enfatizando que su relato, su forma de comunicarse con los ciudadanos, aparece dislocada con los tiempos actuales.

Para mí, este nuevo momento transicional se da cuando cambia la forma en que entendemos la política, y en la manera de relacionarnos con el poder y la autoridad”, dice el académico.

Agrega que los ciudadanos hoy son más irreflexivos e irresponsables en términos políticos, como lo demostraría el movimiento “No + AFP”, que plantea terminar con el sistema de administración de pensiones a pesar de los costos que tendría para el país.

En este trance, surgen nuevas forma de populismo, ya que a los políticos les resulta más complejo llegar a la ciudadanía, y para lograrlo, caen precisamente en conductas populistas, mediante un discurso cargado de promesas y propuestas afines a los intereses de determinados grupos, pero que no necesariamente son las que Chile requiere”, puntualiza Arqueros.

Para el investigador nos encontramos en plena era post moderna, con ciudadanos que sospechan de los relatos, de la razón, e incluso de la verdad. “Hoy todo está bajo sospecha, y el problema es parte de la crisis hegemónica, en que el capitalismo también es cuestionado y se encuentra en una etapa de incertidumbre e inestabilidad”, plantea el representante de la Fundación Jaime Guzmán.

El investigador finaliza señalando que en esta nueva etapa de transición se acabaron los liderazgos en la forma que se entendía tradicionalmente este concepto, derivando en meros representantes, personas con las que se comparten determinados puntos de vista”.

Arqueros dice no saber hasta cuándo se va a tolerar esta ola de populismo ni hacia dónde se dirige este segundo proceso transicional. “Hay que esperar, para ver cómo decanta”.

Fin de ciclo 

Desde Italia, donde se encuentra desde algunas semanas, la directora ejecutiva de la Fundación Chile 21, Gloria de la Fuente, coincide en que Chile se encuentra en medio de una segunda transición, y entrega algunas luces de los aspectos centrales que marcan esta etapa.

Pienso que hace rato estamos en ese proceso, en esta segunda transición. Es lo que algunos en su momento llamaron `fin de ciclo´. Se trata del fin de la lógica de funcionamiento de nuestro sistema político bajo los parámetros de esa primera transición: empate político entre dos grandes coaliciones, cuyo clivaje fundamental fue el plebiscito SI/NO (partidarios o no de Pinochet); temor a la regresión autoritaria; poderes fácticos incidiendo en el debate político y presionando la agenda pública (a ello se suma los círculos extra institucionales del poder)”.

Me parece que eso fue parte de las características de ese periodo. Y como las transiciones son largas, considero que esta última comenzó con Lagos el 2000 y ha tenido varios hitos (reformas constitucionales 2005, elección de Michelle Bachelet, movimiento estudiantil y movilización social en general, elección de Piñera -que consolida la alternancia-, cambio al sistema electoral y cambio de agenda pública)”, añade De la Fuente.

Respecto hacia donde enfilará finalmente este nuevo proceso, la investigadora señala que como toda transición, y tal como dicen Schmitter y O'Donnell, “el futuro es incierto y no necesariamente asegura más y mejor democracia. De ahí la importancia del proceso que vivimos en Chile”, concluye.

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