Las amenazas regionales exigen respuestas decisivas

Columna
Expreso, 08.11.2019
J. Eduardo Ponce Vivanco, embajador (r) y ex viceministro de RREE peruano
Desafío para los vecinos afines del Pacífico y la Amazonía

A la traumática violencia que comenzó en Ecuador, y siguió en Chile, se suman otros elementos que asemejan una tormenta regional perfecta: elecciones fraudulentas en Bolivia, brutal viraje al pasado en Argentina, cierre del Congreso peruano, derrota electoral del oficialismo colombiano (que beneficia al eje FARC-Venezuela-Cuba), y un retorno del kirchnerismo que dinamita la principal variable de Sudamérica: la relación Argentina - Brasil.

¿El MERCOSUR resistirá el explosivo fuego cruzado entre Alberto Fernández y Bolsonaro? Al reclamar la libertad de Lula y apoyar el fraude de Evo Morales, los próximos gobernantes argentinos evidencian que la enésima reencarnación del peronismo respaldará la expansión del engendro “bolivariano” llamado Socialismo del Siglo XXI (ver “Nicolás Maduro en #Cuba”).

Se ha replanteado la amenaza que neutralizó la Alianza del Pacífico (2011), un ensayo de integración flexible y dinámica que suscitó el interés de más de 50 países Observadores y seis Estados Asociados, posteriormente complementado por el Grupo de Lima (2017), que defendía la democracia en Venezuela. Pero el éxito sostenido de tales esfuerzos demandaba un mayor compromiso para compensar la defección de México, apresurando la adhesión del Ecuador como miembro pleno y el acuerdo AP-Estados Asociados. Lástima que tales emprendimientos hayan perdido vigor precisamente cuando reverdece la plaga de las izquierdas radicales. El aplauso de Cuba, Venezuela y Rusia al retorno peronista y al fraude boliviano anticipan conspiraciones desde el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla.

El desconcierto generado en Chile, Perú, Ecuador y Colombia por las sorpresas políticas que los sacuden van en sentido contrario del efecto económico que tendrá la trascendental victoria parlamentaria de Bolsonaro: la reforma del absurdo sistema de pensiones que hundía el inmenso potencial de Brasil, cuyo previsible crecimiento lo distanciará aún más de Argentina y un MERCOSUR proteccionista y rezagado.

Frente a este horizonte regional, Ecuador, Chile y Perú deberían fortificar su compromiso con la democracia representativa y el libre mercado, relanzando al Grupo de Lima y renovando la Alianza del Pacífico. Brasil podría asociarse a ésta para proyectarse mejor al Asia-Pacífico a través de las interconexiones multimodales de Perú, Colombia y Ecuador. Los tres países podrían empeñarse también en políticas que vinculen la condición de vecinos amazónicos, que comparten con Brasil, a fin de dinamizar su cooperación en la defensa de medio ambiente, del que son principales garantes. Sería interesante también que Perú proponga la incorporación de Ecuador y Colombia a la APEC para que los Estados del Pacífico sudamericano tengan una gravitación más significativa en esa organización decisiva para el futuro de la globalización.

Concentrar la preocupación diplomática en estos espacios de colaboración ayudaría a superar crisis políticas preocupantes mediante esfuerzos internacionales ambiciosos y no conflictivos, contrarrestando el enquistamiento de los factores regionales perversos que reaparecen en las riberas atlántica y caribeña de Sudamérica.

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