Las incógnitas de seguridad internacional para el 2019

Columna
Infobae, 31.12.2018 
Roberto García Moritán, embajador (r) y ex viceministro de RREE argentino

La agenda de seguridad internacional para el 2019 se muestra compleja. Una serie de conflictos no resueltos en distintas partes del mundo son propensos a generar enfrentamientos de envergadura con consecuencias globales. Un ejemplo es el Mar de China meridional, donde las diferencias comerciales y de aranceles entre Estados Unidos y China adquieren dimensión militar. Una chispa puede ser suficiente para romper la precaria estabilidad. También la retórica acalorada entre Washington y Beiging en torno a una ejecutiva de la empresa tecnológica Huawei es una muestra del clima de deterioro, tensión e incluso de la pérdida de paciencia diplomática entre ambas superpotencias.

Ucrania es otro punto geográfico sensible como lo es Azerbaiyán o el Báltico. El incidente en el paso al mar de Azov reavivó la tensión de los últimos años entre Rusia, Estados Unidos y Europa. Esas circunstancias, que podría afectar el frágil equilibrio en Europa del este, es botón de muestra de una atmósfera áspera que puede seguir enrareciéndose. La denuncia de Estados Unidos del tratado sobre misiles de alcance intermedio y la poca disposición de Moscú a la renegociación del instrumento ponen también de manifiesto una falta de vocación política tanto de Washington como de Moscú a disminuir las diferencias.

El Golfo Pérsico es otra área que muestra síntomas preocupantes. Las sanciones estadounidenses a Irán empiezan a producir resultados concretos que inquietan a Teherán. La respuesta iraní es de mayor involucramiento militar en la región del Medio Oriente. La guerra en Siria y en Yemen es un ejemplo pero no es el único. Los anuncios del envío de barcos de guerra en apoyo a Venezuela son quizás una manifestación de la actitud iraní de mayor provocación a Washington para eventualmente obligar a una negociación que reduzca la enorme presión económica que enfrenta.

El repliegue de Estados Unidos de Siria es también una puerta abierta a nuevas situaciones militares complejas. Las tensiones entre kurdos, turcos, sirios e iraquíes podrían desencadenar en un conflicto abierto en cualquier momento. Dada la importancia estratégica de la región, el aumento de la presencia militar de Rusia e Irán en Siria agrega otro condimento de incertidumbre a la supervivencia del eje entre Ankara, Moscú y Teherán. También a la seguridad de Israel.

La península de Corea es otro punto sensible no resuelto. Si bien las tensiones disminuyeron como consecuencia de la cumbre Trump y Kim, y un mayor acercamiento entre Seúl y Pyongyang, Corea del Norte no ha suspendido ni disminuido la producción de armas nucleares y el desarrollo de misiles balísticos. En este contexto, la relación entre Washington y Pyongyang, así como las perspectivas de desnuclearización, podrían agriarse rápidamente.

África es de las pocas regiones donde los numerosos conflictos no parecen tener una amenaza de enfrentamiento indirecto entre las principales superpotencias pese al avance militar chino en algunos países. No se puede decir lo mismo, en cambio, de América Latina. El mapa regional tiene hoy condimentos diversos que plantean amenazas potenciales de seguridad. Venezuela es un ejemplo donde diversos síntomas indicarían que el riesgo de un conflicto disruptivo no se puede, lamentablemente, descartar.

El 2019 no será más pacífico que el 2018. Todo indicaría que la seguridad internacional seguirá conviviendo con una variedad de incógnitas impredecibles que incluye la amenaza de atentados terroristas que pueden tomar forma de ataques cibernéticos de proporciones desconocidas. Es de esperar que en un mundo tan inestable la diplomacia logre finalmente imponerse como el recurso más adecuado para encontrar soluciones colectivas a un mundo que urgentemente necesita, como mínimo, de una convivencia mejor.

No hay comentarios

Agregar comentario