Las relaciones boliviano-chilenas

Columna
El Diario, 02.03.2016
Severo Cruz, columnista boliviano

Quiénes ocuparon territorios por la fuerza de las armas; quienes saquearon recursos naturales, renovables y no renovables, ajenos; quienes desviaron ríos para beneficiarse; quienes acumularon armamento con fines inconfesables; quienes sembraron minas; quienes intimidaron a sus vecinos, son los responsables de haber deteriorado el espíritu de la paz regional y mundial, hoy como ayer.

Son hechos que generan, indudablemente, el interés y la preocupación de propios y extraños. Ello se advierte, con mayor intensidad, a partir de que Bolivia presentó su demanda en la Corte Internacional de Justicia, en La Haya. Tal recurso se traduce en una denuncia acerca de la agresión de que fue objeto ella por el expansionismo anglo – chileno en el Siglo XIX. Que pretende, al mismo tiempo, invitar y llevar a los jerarcas de la Moneda a la mesa del diálogo, en la perspectiva de lograr solución al forzado e inhumano encierro geográfico boliviano.

“Bolivia jamás declaró la guerra a ningún vecino, ni atentó contra la heredad ajena. Sin embargo de ello, hemos sufrido una larga serie de agresiones y usurpaciones territoriales. Pero, la más grave y dolorosa de ellas, ha sido y es la pérdida de nuestro Litoral marítimo. Para solucionar este grave problema, tan contrario a nuestra existencia misma como nación, hemos realizado negociaciones prolongadas sin otro resultado que condiciones lesivas a nuestra soberanía. Por tanto, las relaciones con Chile continúan rotas y sólo podrán reanudarse cuando haya un firme propósito de actuar, conforme a los principios, de justicia y total reconocimiento y aceptación de nuestros derechos”, aseveró el presidente de la Junta Militar de Gobierno, Gral. de Div. David Padilla Arancibia, en su Mensaje Informe, de agosto de 1979.

Por consiguiente aquellos merecen el baldón, porque bajo la asistencia y orientación de fuerzas expansionistas, atentaron contra la integridad geográfica del país, cuyas actitudes de despojo y rapiña marcaron, en síntesis, el centenario enclaustramiento boliviano.

En este marco quienes ocuparon militarmente nuestro territorio costero continúan diseminando dudas, mentiras y suspicacias, ante la comunidad de las naciones, en relación con el tema marítimo, debido a que siempre han temido a la justicia, porque no creen en la paz ni en la seguridad internacional. Tampoco comparten los principios de convivencia pacífica ni de cooperación mutua. Y menos les interesa la unidad e integración. Lo que les interesa, desgraciadamente, es seguir medrando con la riqueza del territorio y mar territorial que arrebataron a Bolivia, alevosamente, hace más de cien años.

Por ello han reiterado, de manera permanente y sistemática, la negativa a tratar dicho diferendo, cuya perspectiva reclama una justa y equitativa solución, con base en el diálogo e intercambio de inquietudes, de cara a la historia y los hombres.

En suma: el encierro geográfico boliviano requiere una solución que refleje los tiempos de cambio y que mejore las relaciones diplomáticas de ambos países.

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