Los 200 años de la Batalla de Chacabuco y la larga paz sudamericana

Opinión
El Mercurio, 21.02.2017
Marcos Robledo Hoecker, ministro de Defensa Nacional (s)
"En fin, mi amigo, divididos seremos débiles, unidos los batiremos sin duda alguna"
(Carta de José de San Martín a Bernardo O'Higgins, 11 de diciembre de 1817)

La comunidad internacional transita por una etapa compleja. La redistribución estructural del poder, la crisis económica internacional y de la gobernanza global, los conflictos globales, como el que plantea el terrorismo religioso, o regionales, como en algunas zonas de Europa, del Medio Oriente, en amplias regiones de África o en la ribera asiática del océano Pacífico, se suman a desafíos y riesgos de alcance planetario como el calentamiento global, produciendo un incremento de la incertidumbre y de la inestabilidad.

En ese contexto global, América Latina exhibe un fuerte contraste de paz. Con algunas muy contadas excepciones, la región no ha experimentado conflictos durante un prolongado período y en términos comparados ha devenido, con distancia, una de las zonas más estables del planeta. Lo anterior no significa que no haya diferencias importantes entre algunos estados o que no existan crisis domésticas graves en algunos países. Pero lo que distingue a la región latinoamericana es que ha desarrollado una tradición de resolución pacífica de las controversias y de empleo de las instituciones del Derecho Internacional; ha proscrito las armas de destrucción masiva, y ha desarrollado una densa red de regímenes de confianza mutua que han permitido incrementar la transparencia y disminuir la percepción de amenaza. En el caso de las crisis internas más graves, el prolongado e inédito período democrático ha permitido avanzar en su resolución, como es el caso del proceso de paz en Colombia.

De esta manera, América Latina y el Caribe, en general, y América del Sur, en particular, se han consolidado como una zona de paz, contribuyendo con su propia estabilidad a la mantención de la cada día más precaria estabilidad y paz internacional. Cerca de 1.800 efectivos de las fuerzas armadas de la región participan actualmente en operaciones de paz solo en África.

El patrimonio de paz y estabilidad que la región ha construido no ha sido un resultado del azar. La integración regional y la construcción de una zona de paz han sido un objetivo político, en cuya consecución los gobiernos de la región han trabajado incansablemente a partir de los procesos de transición a la democracia desde mediados de la década de los 80. Argentina y Chile han sido actores decisivos en la construcción de la zona de paz, al haber sido capaces de transformar lo que había sido una centenaria competencia y confrontación bilateral, en una relación de cooperación, asociación e incluso integración, que ha beneficiado con creces a los dos pueblos.

Al recrear la relación basados en una visión compartida de democracia, integración y paz, Argentina y Chile han sido capaces también de retomar la fraternidad y la cooperación que iniciaron nuestros pueblos y nuestros padres de la Patria durante el proceso de Independencia, que permitió el nacimiento de ambos estados, la independencia del continente y, con ello, una reconfiguración importante del orden internacional de entonces, sobre el principio de la libertad de los pueblos para elegir sus destinos.

Es por eso que la conmemoración del Bicentenario del Cruce de los Andes y de la Batalla de Chacabuco fue realizada de manera conjunta por los Presidentes de Argentina y de Chile. Al igual que en 1817, y dando continuidad al camino reiniciado en las últimas décadas, Argentina y Chile también han dado una señal a la región y al mundo de voluntad de consolidar la zona de paz que se ha construido en la región -la Presidenta Michelle Bachelet mencionó específicamente la voluntad de avanzar en la relación de Chile con Perú- y de fortalecer la concertación regional con el mundo para mantener la paz ante la compleja coyuntura internacional.

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