Maduro aprieta el puño y se refugia en su séquito más leal

Reportaje
La Nación, 01.08.2017
Redacción
Entre los constituyentes elegidos hay varios colaboradores cercanos

"En Venezuela tenemos un líder, no necesitamos emperadores." Nicolás Maduro reapareció en la noche de su gran "triunfo" en su versión más arrogante y radical, como si de verdad creyera que sus candidatos habían obtenido tantos votos como Hugo Chávez en 2012. Como si al pueblo de Venezuela se le hubiera olvidado, por arte de magia bolivariana, que sufre la peor crisis económica, social y política de su historia.

El "hijo de Chávez" no conocía todavía las sanciones de Estados Unidos, pero se estaba preparando para ellas: "Pensaron que con el payaso de Donald Trump tendrían el mandado hecho", señaló poniendo fin al flirteo mantenido con el presidente norteamericano, en el que gastó más de un millón de dólares para pagar a lobbistas de Washington y otro medio millón para la juramentación del mandatario.

Maduro apretó el paso para buscar la connivencia de sus escasos incondicionales, nada que ver con las multitudinarias celebraciones de otras ocasiones. Para ello arremetió contra el Parlamento y la fiscal, sus enemigos favoritos, incluso también contra uno de los canales de la televisión local. Junto a él varios de los constituyentes confirmados en el primer boletín del CNE, con Cilia Flores, la primera combatiente revolucionaria, a la cabeza. Maduro controlará la Asamblea Nacional Constituyente con su guardia de corps más cercana, las mismas caras de siempre, sus más fieles escuderos.

Flores suena como principal candidata para situarse al frente de los 545 delegados revolucionarios como presidenta de la Asamblea todopoderosa. No se trata, ni mucho menos, de una figura decorativa, pese a los escándalos que rodean a su familia (dos sobrinos condenados por narcotráfico en Estados Unidos y otro sancionado por Washington la semana pasada).

La pareja presidencial ha controlado con puño de hierro al grupo civilista del PSUV. En la nueva batalla contarán con Delcy Rodríguez; la ex canciller, bautizada por Maduro como la "tigra", dirigirá la Comisión de la Verdad chavista, con la que pretenden castigar a opositores y disidentes; con Carmen Meléndez, la almiranta, que seguirá fungiendo como uno de los brazos ejecutivos del "hijo de Chávez", y con Iris Varela, la ex ministra de Prisiones. Los veteranos Aristóbulo Istúriz y Darío Vivas completan el círculo más estrecho del madurismo.

Cerca, pero sin mezclarse, Diosdado Cabello y sus militares retirados, dispuestos siempre a encontrar el camino más espinoso. Y los que todavía faltan por confirmar, aunque no hay dudas de que vaya a ser así: Nicolás Maduro Guerra, hijo del presidente, y Juan Escalona, edecán de Maduro.

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