Mercosur: ¿Convergencia con la (des) integración?

Columna
El Líbero, 29.07.2016
Jorge Canelas, cientista político, embajador (r) y director de CEPERI

La reciente reunión de los países miembros de Mercosur en Montevideo ha dejado al desnudo la realidad de la organización regional que, tras dos décadas de más retrocesos que avances, hace noticia por las indecorosas desavenencias entre sus integrantes, más que por el progreso en integrarlos. Los últimos acontecimientos en Mercosur debieran hacernos recapacitar seriamente respecto de qué tipo de relación debiera mantener Chile con ese grupo.

El más reciente espectáculo que nos brinda Mercosur es la reticencia de la mayoría de sus miembros a pasar la presidencia rotativa, actualmente detentada por Uruguay, a Venezuela, país al cual le correspondería siguiendo un orden alfabético. El motivo más evidente es la escasa voluntad de los países miembros a entregar la representación de la organización al gobierno de Maduro, seriamente cuestionado por la profundización de un proceso cada vez más reñido con las prácticas democráticas definidas como requisito indispensable para todas las partes que conforman ese “sistema de integración”. Para varios estados asociados resulta impresentable que la Venezuela de Maduro tenga la responsabilidad de representar al grupo en negociaciones ante terceros, como es el caso de las gestiones pendientes para llegar a un acuerdo comercial con la Unión Europea, por ejemplo. A diferencia de lo que ocurre con los países miembros de la OEA o el propio Mercosur, la Unión Europea sí ha debatido a fondo la situación en Venezuela y tiene una opinión formada respecto del rumbo que ha tomado el régimen de Maduro…

Entre los más reticentes a entregar la Presidencia a Venezuela se encuentran Paraguay y Brasil. El primero, con la memoria puesta en la exclusión que le aplicó Mercosur a raíz de la destitución del ex Presidente Fernando Lugo en 2012. A Brasil no le deja indiferente el hecho de que el gobierno de Maduro no reconozca la autoridad del mandatario interino Michel Temer. El argumento brasileño, sin embargo, es que Venezuela no puede dirigir el Mercosur mientras no ponga en aplicación efectiva los acuerdos en materia comercial.

Pero las escenas y debates que se vieron en Montevideo, para decirlo francamente, nada tuvieron de un encuentro entre altos representantes de un sistema de integración regional de larga, (aunque poco exitosa) duración. Parecían más bien extraídas de una comedia, teniendo como principal protagonista a la ministra de Relaciones Exteriores de Venezuela, quien acusaba a los representantes de Brasil y Paraguay de tratar de esconderse para evitarla, para pasar luego a asimilar los intentos por escamotearle a su país la presidencia “como un acto propio del Plan Cóndor”. Finalizaba la representante de Maduro acusando al Ministro del Paraguay de ser un ex colaborador de Alfredo Stroessner. Entretanto, el embajador de Bolivia circulaba por los pasillos del Palacio Santos intentando participar en la reunión, ante lo cual los anfitriones debieron convencerlo de que su país no estaba invitado a este encuentro.

Este es el mismo Mercosur respecto del cual, en 1998, el entonces ministro José Miguel Insulza anticipaba que “la asociación de Chile con el Mercosur es una decisión que marcará de manera muy profunda la inserción internacional del país durante las próximas décadas”. También es el mismo Mercosur que nuestro gobierno ha elegido como socio prioritario para la Alianza del Pacifico (AP), en un esfuerzo de “convergencia”. Debe aclararse, eso sí, que esa convergencia fue propuesta y buscada con especial empeño cuando los gobiernos del Brasil y de Argentina tenían mucha más sintonía ideológica con la Nueva Mayoría. El nuevo gobierno argentino ha decidido buscar una relación fructífera con la Alianza del Pacifico, lo cual requerirá de ajustes en sus políticas comerciales para hacerlas compatibles con los niveles de liberalización requeridos por la AP. Afortunadamente, esta vez no hubo un representante chileno insistiendo en una “convergencia” con este curioso espectáculo de desintegración regional en el cual se ha convertido el Mercosur.

El asunto no ha quedado aún resuelto. Las autoridades venezolanas (sí, las mismas que han anunciado la disolución del parlamento de mayoría opositora), reclaman que el Mercosur no está cumpliendo con sus normas y que insistirán en que se les entregue la presidencia de la organización a la brevedad. Por las escenas vistas en la reunión de Montevideo, solo cabria decir en este caso que “el espectáculo debe continuar”.

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