¿Modernización o actualización de la Cancillería?

Columna
El Mostrador, 05.01.2018
Marta Bonet, diplomática chilena presidenta de la Asociación de Diplomáticos de Carrera (ADICA)

Estamos conscientes de las necesidades urgentes del país. Sin embargo, para hacer cambios estructurales a nuestro Servicio Exterior se requieren recursos y vemos con preocupación cómo se disfraza de “modernización” un proyecto que solo cumple con actualizar la orgánica ministerial sin atender al núcleo de cualquier modernización que son sus recursos humanos. Dejar de invertir en diplomacia es perder peso específico y gravitación en el mundo, renunciar a nuestro liderazgo y resignarnos a posiciones secundarias, con las lamentables consecuencias económicas y geopolíticas que eso conlleva.

Este martes 9 de enero se vota en Sala de la Cámara de Diputados el proyecto de ley de modernización del Ministerio de Relaciones Exteriores, que se encuentra en su tercer trámite constitucional. Algunos han calificado esto como un hecho “histórico” para nuestra Cancillería, sin embargo, como Asociación de Diplomáticos de Carrera, sostenemos que si bien se están modificando aspectos puntuales que mejoran relativamente nuestras condiciones de laborales, estamos aún muy lejos de hablar de una “modernización” del Ministerio de Relaciones Exteriores. A lo más, estamos frente a una “ley corta”.

No queremos ser injustos: valoramos y destacamos la iniciativa de subsanar una injusticia histórica que se ha cometido en contra de las mujeres del Servicio Exterior. Por primera vez y tras décadas de perseverante lucha de las mujeres diplomáticas, se acorta la brecha salarial entre hombres y mujeres por concepto de asignaciones, en tanto se reconoce el derecho a recibir el equivalente a la asignación familiar, que hasta ahora solo reciben los varones por sus cónyuges.

Pero si queremos hablar de “modernización del Ministerio de Relaciones Exteriores”, claramente el proyecto que se votará el martes en el Congreso es insuficiente.

El proyecto carece de una mirada estratégica y de futuro como política de Estado, en un mundo todavía más globalizado y competitivo que el actual. Para enfrentarlo, debemos contar con una Cancillería fuerte, sólida, con diplomáticos capacitados, con un plan de carrera claro y con herramientas, recursos y conocimientos para enfrentar estos desafíos.

Hemos sido los propios funcionarios quienes hemos impulsado por años la modernización, por lo que lamentamos no tener la oportunidad de ver reflejadas todas nuestras demandas en este proyecto de ley. Generaciones de diplomáticos hemos visto frustrado ese anhelo y nos inquieta estar ad portas de un nuevo fracaso.

Una modernización mal entendida, sin los recursos, sin una mirada de futuro y sin un verdadero espíritu de innovación, nos dejará una vez más a medio camino... observando cómo nuestros actuales socios y vecinos toman la oportunidad y apuestan por el futuro, dotando a sus cancillerías de todo lo necesario para enfrentar los desafíos de las décadas que se aproximan.

El proyecto carece de una mirada estratégica y de futuro como política de Estado, en un mundo todavía más globalizado y competitivo que el actual. Para enfrentarlo, debemos contar con una Cancillería fuerte, sólida, con diplomáticos capacitados, con un plan de carrera claro y con herramientas, recursos y conocimientos para enfrentar estos desafíos. Hemos sido los propios funcionarios quienes hemos impulsado por años la modernización, por lo que lamentamos no tener la oportunidad de ver reflejadas todas nuestras demandas en este proyecto de ley. Generaciones de diplomáticos hemos visto frustrado ese anhelo y nos inquieta estar ad portas de un nuevo fracaso.

Estamos conscientes de las necesidades urgentes del país. Sin embargo, para hacer cambios estructurales a nuestro Servicio Exterior se requieren recursos y vemos con preocupación cómo se disfraza de “modernización” un proyecto que solo cumple con actualizar la orgánica ministerial, sin atender al núcleo de cualquier modernización, que son sus recursos humanos. Dejar de invertir en diplomacia, es perder peso específico y gravitación en el mundo, renunciar a nuestro liderazgo y resignarnos a posiciones secundarias, con las lamentables consecuencias económicas y geopolíticas que eso conlleva.

Como asociación de funcionarios diplomáticos lamentamos que avance un proyecto de ley que no consigue el objetivo de modernizar suficientemente el Ministerio de Relaciones Exteriores. Además, nos preocupa que la opinión pública piense que con este proyecto se solucionan todos los problemas.

Lo cierto es que, salvo dos o tres reacomodos funcionales, no se ha modernizado en absoluto el Servicio Exterior ni existen los recursos como para pensar en que las cosas se harán de otra manera.

Necesitamos un proyecto más completo, que se haga cargo de todos los desafíos que hemos mencionado. Por ello, como Servicio Exterior seguiremos trabajando, sin desanimarnos, por alcanzar, en un futuro no lejano, una verdadera Modernización con todas sus letras.

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