Obama en Cuba: Pavimentando las calles de La Habana

Columna
OpinionGlobal, 01.04.2016
Enrique Subercaseaux, ex diplomático y gestor cultural

De las muchas imágenes de la reciente visita del Presidente Obama a Cuba, me quedo con el puñado de calles que fueron repavimentadas para hacerlas más transitables para la nutrida comitiva de Estados Unidos. La población celebro el hecho porque, todo hay que decirlo, la decrepitud de la ciudad es  solo un elemento más en la mala calidad de vida de sus habitantes.

El acercamiento entre ambos países es una excelente noticia. Las expectativas exageradas que ha despertado deberán ser temperadas con altas dosis de paciencia, pues es ya obvio que se tratara de un proceso muy  lento. El régimen caribeño, liderado por los hermanos Castro tiene una difícil transición por delante. Han sido más de 50 años durante los cuales no solo se han coartado las libertades individuales, sino que también se ha laminado la economía de la Isla a su másmínima expresión. Los avances en áreas como educación y salud son, bien examinados, muy  acotados. Educación con bajas dosis de creatividad y sin libertad individual para elegir y emprender. Salud  con carencia  de las nuevas tecnologías mas básicas  y las nuevas formulaciones en la medicina: necesariamente ambas áreas tienen mucho para mejorar.

Se compara este proceso de apertura y evolución política con el de China, a partir de principios de la década de los setenta, con la visita de Nixon a Beijing.  Lo cierto es que es una mala comparación. Partiendo por los arquitectos de ambos: Henry Kissinger, quien diseñó una estrategia de acercamiento, en variados ámbitos de la agenda política, social y económica, y que mostró su verdadero genio en la planificación  y desarrollo de la misma y, por el lado chino, fueron Zhou En Lai primero, y  Deng  Xiao Ping después, quienes entendieron que la única contraparte política que les interesaban eran los Estados Unidos.  Las sinergias entre ambos países fueron múltiples y enriquecedoras. La evolución de la economía, la educación, la sociedad y las nuevas tecnologías así lo han demostrado. Aún con el déficit en la evolución del sistema político (todavía existe el partico único), es innegable el cambio y evolución cuántica de una sociedad que es mucho más compleja, amplia y numerosa que la cubana.

Es el factor humano el ingrediente más importante. El individuo y la sumatoria de ellos son lo que, en definitiva, producen la evolución y el cambio.  Este, en el caso cubano no podrá ser instantáneo, porque se trata  del cambio de paradigma politico.  Proceso de enorme complejidad y detalle. Especialmente en el siglo XXI, tiempo en el cual los parámetros de participación ciudadana han evolucionado exponencialmente  en años recientes.

Se trata del desarrollo y fortalecimiento de la sociedad civil, en la más amplia acepción del término.  Ir definiendo proyectos comunes y amalgamando voluntades.  Un debate que debe ser necesariamente informado y serio, sin caer en espejismos y  evitando los deseos de  tomar atajos: no por llegar antes se llega mejor.

Y de allí la función catalizadora de esta visita que se comenta. Se abren las puertas a una esperanza de cambio, que cada cual cristalizara a medida de sus posibilidades. Los más emprendedores ya han iniciado el proceso: son los trabajadores por cuenta propia, en los ámbitos del pequeño comercio y del turismo.  Dos áreas e que el desarrollo y las posibilidades son más prometedoras.  Luego vendrán los campos de la educación, con la penetración cada vez más importante de internet y sus tecnologías de archivo y búsqueda del saber. Es un nuevo paradigma del conocimiento  y de como este se refleja en la actividad y la iniciativa del individuo lo que pavimenta el camino al cambio y la evolución.  Lentamente, la sociedad ira despertando y evolucionando, llegando luego a un punto en que se produce un salto adelante que hace toda la diferencia.

La evolución política vendrá a su ritmo. Se habla de una transición  sujeta al “horario biológico” de los líderes. Los hermanos Castro difícilmente van a evolucionar ahora en su pensamiento político y en su control férreo del régimen imperante. No obstante  han vislumbrado que es esencial ir tomado medidas de apertura, las cuales cristalizarán cuando ellos ya hayan abandonado el poder.

Esta apertura viene dada desde las individualidades. Cuba ha cambiado en el último año, desde que comenzó la aproximación diplomática con Estados Unidos. Un vecino muy cercano por lo demás. Es preciso anotar que la visita del Papa Francisco también ha aportado en esta misma dirección. Es que, al final, tanto la política como la religión apuntan directamente al individuo y, luego,  como reflejo y extensión a la sociedad que lo rodea.

Pasar de un sistema colectivista a uno donde el individuo y su libertad es el nucleo es desandar mucho de lo recorrido.  Es abandonar un paternalismo de estado y disminuir la aversión al riesgo y a la vida sin seguridades. Aún por muy mínimas que estas fueren.   Será todo un proceso de aprendizaje, teniendo como telón de fondo unas dos o tres generaciones de cubanos cuyas vidas no pudieron madurar en forma natural: no pudieron estudiar lo que querían, no pudieron  trabajar en sus vocaciones. Vidas tullidas por el capricho de un régimen imperfecto. No es una discusión ideológica esta, es simplemente asumir una realidad que se presenta desnuda y decrépita ante nuestros ojos.

El pueblo chino así lo reconoció en su momento. Ellos, por temperamento oriental supieron ser pragmáticos. Vencieron la tentación de los slogans y retóricas vacías.  Provistos de un liderazgo que  abrazó el pragmatismo y la objetividad (“No importa el color del  gato: lo importante es que cace ratones”) se lanzaron a la gran aventura  de rescatar individualidades extintas, que pudieron renacer  con cuidados, con disciplina interior y con estudio. De allí, la ola se transformó en explosión de creatividad. El individuo devino un ser responsable de su propio progreso.

Y así será en Cuba. Largos años  de silencio y penurias  servirán de trampolín para una evolución que llegará a ser imparable.  Confiando en la resilencia del individuo y en la larga memoria colectiva que han forjado, un deseo que brilla urgente e imparable. Y, es en este ámbito y en este momento, en que la visita de Obama adquiere su real significado.  Contemplando un juego de beisbol, en un estadio repleto y ante los espíritus liberados por la energía del juego: es el entender trascendental que la suma de talentos deportivos forman un equipo. Y que liberadas estas energías, y coordinadas por un liderazgo tácito, se llega fácilmente a la victoria.

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