OLAS, el fallido experimento que quiso unir a los movimientos revolucionarios

Reportaje
El Mercurio, 30.07.2017
Matías Bakit R.
Cuando la vía armada sedujo a una parte de la izquierda

Hace 50 años, Fidel Castro lanzó la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS), apoyando la lucha armada en el continente. La creación del organismo fue propuesta e impulsada por Salvador Allende, suscitando intensa controversia en el país e influyendo en el histórico Congreso socialista de Chillán.

"Hay algunos que se preguntan si puede darse un caso, en un país de América Latina, que se llegue al poder sin la lucha armada. Y desde luego, teóricamente, hipotéticamente cuando una buena parte del continente se haya liberado, nada tiene de extraño en esas condiciones que en un país por excepción triunfe fácilmente la revolución. Pero eso no quiere decir que la revolución haya triunfado en ningún país sin lucha".

Las palabras fueron pronunciadas por Fidel Castro el 10 de agosto de 1967, en La Habana. Fue el famoso discurso de clausura de la primera conferencia de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS), entidad que buscaba unir a todo el llamado "movimiento revolucionario", conformado por los movimientos y partidos de izquierda del continente, en torno a combatir el "imperialismo" (esto es, la influencia estadounidense).

Una idea que, medio siglo atrás, provocó inquietud en partidos y gobiernos en Chile y en el mundo, principalmente porque su discusión giraba en torno a una idea base: la justificación de la lucha armada.

"La lucha revolucionaria armada constituye la línea fundamental de la revolución de América Latina", decía el punto cinco de las conclusiones del encuentro, que establecían las reglas de la nueva organización. El concepto se repetía un ítem después, con la declaración de que "todas las formas de lucha deben servir y no retrasar el desarrollo de la línea fundamental, que es la lucha armada". Luego, se planteaba esta como "inevitable" y se instaba a todos los movimientos a utilizarla.

Para el Premio Nacional de Historia Gabriel Salazar, el movimiento nació como respuesta al momento "más místico y efervescente del movimiento revolucionario, en plena guerra de Vietnam y con la figura del Che Guevara en su cumbre. Así, surgieron muchos jóvenes que estaban dispuestos a dar su vida por lograr los grandes cambios sociales".

Coincide eel historiador de la Universidad San Sebastián Milton Cortés, quien asevera que la OLAS buscaba "exportar el modelo revolucionario cubano al resto del Tercer Mundo".

Un objetivo que, dice la historia, estuvo lejos de conseguirse, pues poco a poco la efervescencia del movimiento se fue apagando y ya en 1970 la organización era prácticamente inexistente.

Una razón fue la muerte del Che, símbolo de la idea, pocos meses después en Bolivia. Su deceso cayó como "un balde de agua fría" y, según Cortés, "obligó a replantear las estrategias de guerrilla".

La otra, y quizás principal, fue la diversidad de movimientos pertenecientes a la OLAS, muchos de los cuales, pese a participar, no veían con buenos ojos un movimiento que centraba la "lucha" en América Latina, y se mostraba como independiente de la Unión Soviética. De hecho, según las crónicas de la época, en la conferencia los representantes de los partidos comunistas se mostraron "inusitadamente callados" y muchos se abstuvieron de votar las conclusiones.

Un ejemplo claro fue que Fidel Castro excluyera de la conferencia, y tratara duramente en su discurso, a los partidos comunistas de Venezuela y Brasil, que en los días previos se habían mostrado contrarios a la nueva organización.

"La OLAS no dejó grandes huellas. Dentro de América Latina había una gran diversidad, y en 1967 se intentó unirlos a todos en una sola ideología revolucionaria. Es algo muy complicado, pues las coyunturas de cada país eran muy distintas", explica Salazar.

Allende y la DC en la controversia

Uno de los países en que la OLAS generó un mayor debate fue Chile debido al rol de impulsor y principal defensor de la entidad que tuvo quien era, por esos años, el timonel del Senado: el futuro Presidente de la República Salvador Allende.

Según reconocía, fue él quien le propuso a Fidel Castro la idea de una organización revolucionaria en Latinoamérica, cuando visitó Cuba meses antes de que se lanzara la iniciativa. Y luego fue el principal vocero y delegado, defendiendo su creación e impulsando la rama chilena, que sería dirigida por Aniceto Rodríguez.

"Afirmo que ante una estrategia internacional de intervención debemos oponer otra fuerza. Oponer la violencia revolucionaria a la violencia reaccionaria", expresó dos días antes de la conferencia en La Habana, en el centro de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile. Eso sí, aclaraba que esta idea no era aplicable en el país.

Esta posición, y especialmente la dualidad de funciones entre su rol como presidente del Senado y representante de OLAS, generó críticas en varios sectores políticos. "Se decía que estaba actuando en contradicción con sus responsabilidades democráticas", dice Cortés.

En contraste, su partido, el Socialista, apoyaba totalmente la iniciativa e incluso meses después, en su famoso Congreso de Chillán, y en el mismo documento en que se proclamó el apoyo a la vía armada como el camino al socialismo, se afirmó que "OLAS es más que una mera institución de solidaridad. Debe convertirse en una dirección de la revolución latinoamericana y paso indispensable en el proceso de unidad mundial de los pueblos". Entusiasmo que no compartía el Partido Comunista, que veía con renuencia el proyecto e incluso lo calificó como un "fantasma", en palabras del por aquel entonces senador Volodia Teitelboim.

La polémica más grande, no obstante, la vivió la DC, debido a que si bien en un primer momento se había opuesto tenazmente a la idea, cuando esta fue una realidad, lanzó una declaración diciendo que "no se opondría mientras no intentase introducir la vía violenta ni desconocer a las autoridades legítimas" de Chile.

Esto provocó molestia en países como Venezuela y Perú, socios clave en ese tiempo, lo que obligó al Presidente Eduardo Frei Montalva a romper filas con su partido y condenar abiertamente la nueva organización. "Política y moralmente los condeno y quiero significar que así como no aceptaremos la violencia dentro de Chile, tampoco aceptaremos y yo no aceptaré jamás que vulneremos el principio de no intervención y autodeterminación de los otros pueblos", dijo.

Pronto, incluso correligionarios de Allende comenzaron a cuestionar la iniciativa. "Tras esta primera conmoción, OLAS tuvo en Chile una vida más bien lánguida, desapareciendo de la discusión pública sin pena ni gloria", explica Cortés.

50 años después, apenas se recuerda el que fue el primer intento por unir las posiciones revolucionarias del continente. Hoy, según Salazar, nada se le parece.

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