Palestinos abandonados

Columna
La Opinión de Málaga, 17.09.2018
Jorge Dezcállar de Mazarredo, Embajador de España

El conflicto entre palestinos e israelíes parece haber pasado a un segundo plano ante los múltiples estallidos de violencia que arrasan el Medio Oriente desde que comenzó la Primavera Árabe con su reguero de sangre en Libia, Irak, Egipto, Yemen, y ahora Siria donde el gobierno de Bachar al Assad prepara con ayuda de rusos e iraníes la ofensiva final sobre el bastión islamista de Idlib. Allí se han metido 30.000 milicianos de Al Nusra (filial de Al Qaeda) en medio de una población civil de 3 millones de personas y eso puede desembocar en otra catástrofe humanitaria que deje chicas a las producidas por los anteriores, asaltos de Mosul o Alepo. Los turcos tratan de evitarla porque temen una avalancha de 800.000 refugiados que se añadan a los 3 millones que ya acogen. Pero aunque se retrase algo por presiones turcas y norteamericanas, la ofensiva de Idlib se acabará haciendo para acabar con ese "nido de terroristas" y tendremos otro baño de sangre.

Es lógico que estos dramas descomunales hagan pasar a segundo plano el conflicto entre israelíes y palestinos que ha cumplido setenta años ante la indiferencia general. Solo Trump se ha sumado al cumpleaños israelí trasladando su embajada a la ciudad de Jerusalén que unos consideran su "capital eterna" y otros la "ciudad irredenta". Los americanos han propuesto también abandonar el plan de dos estados (israelí y palestino) que defiende desde hace años la comunidad internacional, para resucitar el viejo Plan Allon que sugiere que los palestinos hagan una confederación con Jordania. El presidente palestino Abbas ha respondido que solo aceptaría si también se integra Israel en esa confederación, que no está dispuesto a seguir hablando con los norteamericanos porque en su opinión no son mediadores imparciales y que además denunciará los "crímenes" de Israel ante la Corte Penal Internacional, que es otra bestia negra de Donald Trump. Son cosas que han molestado mucho en Washington.

Para doblegar a los palestinos, Estados Unidos ha decidido utilizar la palanca del dinero y ha retirado el que daba a la UNWRA, que es la principal Agencia de las Naciones Unidas que ayuda a los refugiados palestinos. Esta decisión hace mucho daño porque Washington aportaba 360 millones de dólares (el 30% de su presupuesto), aunque tampoco sea una cifra excesiva que no puedan cubrir total o parcialmente otros donantes como Alemania, que ya ha anunciado nuevas ayudas. Estados Unidos ha justificado su decisión en mala gestión, despilfarros y falta de voluntad de reforma por parte de la UNWRA y tiene su parte de razón en estas acusaciones, aunque el motivo verdadero es que la UNWRA se fundó en 1950 (poco después de la creación del Estado de Israel) por la resolución 393 de la Asamblea General con el objetivo de "reintegrar a los refugiados en la vida económica del Próximo Oriente, bien por medio de la repatriación o de su reasentamiento". El problema está en la palabra "repatriación" que es algo que Tel Aviv rechaza categóricamente porque eso alteraría los equilibrios demográficos y el carácter judío del Estado de Israel. Queda el reasentamiento y en eso ha trabajado la UNWRA estos años pero los norteamericanos aducen que muchos de los acogidos a sus beneficios no son técnicamente "refugiados" al amparo de la convención de 1951 Sobre el Estatuto de los Refugiados y, además, que la mayoría son gentes ya bien integradas en sus países de acogida, de forma que los "campos de refugiados" que hay en Jordania, Líbano y otros países son hoy barrios normales de ciudades y no campamentos miserables. No contento con esto, Trump también ha retirado los fondos a hospitales palestinos en Jerusalén Este y ha ordenado cerrar la representación diplomática de la OLP en Washington que actuaba como embajada palestina de hecho.

Son decisiones que hace mucho daño porque los fondos ahora retirados tardarán en ser reemplazados y no es seguro que lo sean en su totalidad, aunque esos monarcas del Golfo que se hacen construir yates de 500 millones de dólares podrían hacerlo sin despeinarse. Pero no lo hacen, igual que tampoco acogen a refugiados de Siria. Los sectores que más lo sentirán serán la educación y la sanidad que se llevaban el 54% de la ayuda americana ahora retirada, con la consecuencia de que un millón de niños sólo tienen asegurado el colegio hasta el primero de octubre. También los hospitales, que ya funcionan de forma muy precaria por falta de medicamentos y de aparatos, se resentirán gravemente.

Washington desea que la UNWRA recapacite, se reforme y deje de hablar del "derecho al retorno" de los palestinos a las tierras de las que fueron expulsados en 1948, pero eso no parece que vaya a suceder y en cambio se me ocurren tres riesgos que pueden hacer que el remedio sea peor que la enfermedad. El primero es que tener a jóvenes desocupados en la calle en lugar de en el colegio no es buena idea cuando llevamos meses de manifestaciones y de lanzamiento de piedras y de cohetes en el límite entre Gaza e Israel. El segundo es que asuman las competencias en educación organizaciones como Hamas o Hizbollah, que son consideradas terroristas y que podrían aprovechar para meter malas ideas en la cabeza de los niños confiados a su custodia. Y el tercero es que castigar a los enfermes en los hospitales no está bien y solo aumentará la ira de los palestinos.

Desgraciadamente el conflicto entre israelíes y palestinos sigue vivo a pesar de que otros más sangrientos lo oculten.

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