Populismo proteccionista vs. globalización y libre comercio

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La Tercera, 27.02.2017
Juan Salazar Sparks, director ejecutivo de CEPERI

La llegada de Trump a la Casa Blanca implica una amenaza de populismo y proteccionismo. Por su demagogia, chauvinismo, aversión por la libertad de prensa, y desprecio por las instituciones, es un populista que culpa a la globalización por la caída del ingreso norteamericano y la falta de competitividad de su economía. Él cree que el proteccionismo es la solución, pero cerrar la economía solo exacerbará el problema.

Al mes de gobierno, Trump dejó caer el TPP, interrumpe las negociaciones comerciales con Europa, dice poner fin al Nafta y levantar un muro con México (parar la migración), y amenaza a las empresas norteamericanas que instalan negocios en el exterior. Si se suma la deteriorada situación en Europa (Brexit, debilitamiento de la socialdemocracia, populismo), resulta claro que parámetros básicos de Occidente (democracia y libre comercio) están en peligro. La explosiva combinación de populismo y proteccionismo ya la vivimos antes, concretamente en el período entre la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial, cuando la crisis económica llevó al nacionalismo totalitario (fascismo y nazismo), al cierre de las fronteras, al holocausto y a la guerra.

La reciente Declaración de Chacabuco, donde los presidentes Bachelet y Macri se comprometen a la integración y a una cumbre de ministros de RR.EE. tanto de la Alianza del Pacífico como del Mercosur para el acercamiento de los respectivos bloques económicos de la región, es por ello una iniciativa loable. Algunos recaudos:
1. Solidarizar con México no significa constituir un “Frente Anti-Trump”. Hay que darle tiempo al Presidente norteamericano para que defina bien sus políticas. Ya corrigió su posición frente a China, la OTAN y podría estar cambiando con respecto a Rusia. Por su parte, México no ha solicitado un respaldo continental, porque intenta llegar a una base de entendimiento mínimo con la nueva administración estadounidense. E, incluso, algunos mandatarios latinoamericanos (Macri, PPK y por allí Maduro) quisieran explorar la vía bilteral antes de aventurarse en una campaña anti-Trump. Las guerras comerciales no benefician a nadie y “acorralar” al populista norteamericano solo acarreará mayores reacciones.

2. Si lo que se trata es de fortalecer la globalización y el libre comerio (base de nuestro modelo de desarrollo exportador), hay socios y socios. Para Chile, el primer aliado es la Alianza del Pacífico (AP) y el liderazgo de ésta para promover la integración con la Cuenca del Pacífico. Hay que decidir, por ejemplo, si revivir o no el TPP (¿sin EE.UU. y con China?). Luego la AP tiene que inducir una mayor apertura económica en el Mercosur, sobre todo de Argentina y Brasil. El comercio administrado que algunos pretenden en Argentina (reemplazo de exportaciones norteamericanas por argentinas a México) no es un buen ejemplo de liberalización comercial y no nos sirve.

3. Finalmente, el libre comercio necesita la democracia, porque los regímenes totalitarios son enemigos de las libertades. Por muy preocupante que sean estos temas, lo más urgente hoy es la dictadura venezolana. Tal vez se pueda interesar a Trump para que sea uno de los interlocutores para la liberación de los presos políticos y las elecciones democráticas en Venezuela.

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