Por qué los árabes permanecen atrasados mientras los israelíes progresan

Columna
Infobae, 02.05.2018 
Carlos Alberto Montaner, escritor y periodista cubano

A mediados de este mes de mayo el moderno Estado de Israel cumple 70 años. El 14 de mayo de 1948 los ingleses terminaron su mandato y abandonaron ese territorio. Las Naciones Unidas habían aprobado la creación de dos naciones separadas: una para los judíos y la otra para los árabes.

Israel, en efecto, surgió como un Estado independiente y, en medio de ataques y guerras, y rodeado de enemigos, ha conseguido situarse en el pelotón más avanzado del mundo. Los árabes, en cambio, no consiguieron crear su Estado y lo que hoy existe son dos facciones enemigas que se hacen la guerra cada vez que pueden.

Todo lo que lograron, al cabo de muchas décadas, fue una entidad dividida entre la Franja de Gaza, dominada por Hamas, y la Autoridad Nacional Palestina, cuya capital es Ramala, controlada por Al Fatah.

¿Por qué la diferencia tan notable entre el fracaso de los palestinos y el triunfo social y político de Israel? La pregunta es muy importante. Tanto que los escritores musulmanes la han extendido al ámbito árabe y hoy debaten públicamente en sus diarios por qué Israel ha tenido un enorme éxito mientras los árabes continúan empantanados, no solo en Palestina, sino en todo el mundo árabe.

Dori Lustron, una notable periodista judía que mantiene en internet una página muy vista llamada PorIsrael, se ha tomado el trabajo de traducir y publicar lo que dicen los árabes de su propio fracaso relativo. El trabajo es muy interesante, porque han desaparecido los viejos y falsos argumentos árabes que le atribuían a Estados Unidos o al sionismo el éxito de los israelíes.

Lo que ahora reconocen es que la fuerza del Estado israelí es la consecuencia de las instituciones de derecho y el combate abierto a la corrupción. Hoy admiten que es el resultado de la democracia para organizar la transmisión de la autoridad, y de la libertad con que los ciudadanos examinan la obra de los gobernantes.

Por otra parte, dicen los propios árabes, los israelíes invierten en educación y tecnología, que es una inversión en el futuro, lo que les ha permitido ser un pequeño gigante en materia industrial y científica, mientras los árabes continúan mirando al pasado. Este es un nuevo análisis de los intelectuales árabes y es fundamental que prevalezca.

Mientras los árabes permanezcan bajo la autoridad moral de unos santones religiosos empeñados en revivir las fantasías medievales que los llevaron y llevan a enfrentamientos sangrientos, es muy difícil que esos países prosperen y compitan.

Mientras los árabes no sean capaces de crear instituciones de derecho que protejan a los ciudadanos y combatan la corrupción, están condenados a fracasar.

Es magnífico que los árabes, setenta años después de la creación de Israel, entiendan el porqué de las diferencias entre el desempeño de unos y otros. Rectificar, se ha dicho mucho, es de sabios. No hacerlo, es cosa de idiotas.

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