Programas presidenciales sobre política exterior

Resumen
OpinionGlobal, 07.12.2017
CHILE VAMOS

La política exterior es un complemento esencial de la política nacional, especialmente en un mundo tan interrelacionado como el actual. Por ello debemos potenciarla con una mirada global que sea capaz de responder a los desafíos en materia de paz y seguridad internacional, fortalecer las relaciones vecinales, brindar las mejores condiciones posibles de desarrollo y promover la democracia, la libertad y los derechos humanos.

Principales Objetivos y Medidas:
1. Relaciones vecinales.
Fortalecer la relación con Argentina y Perú, acordando una agenda común para abordar de manera concertada los asuntos regionales urgentes y prioritarios, y convenir políticas ante foros multilaterales. Entre los temas prioritarios se contempla:

Facilitar la conectividad y el libre tránsito de personas, capitales y servicios, con pasos fronterizos eficientes y funcionamiento técnico integrado y una agenda de evaluación de corredores bioceánicos.

Coordinar acciones para el control y eliminación del tráfico de personas, el narcotráfico y el crimen organizado y el tráfico de armas.

Profundizar el comercio bilateral, la integración física y energética, la colaboración en la gestión de desastres naturales y la cooperación académica, científica y tecnológica.

Apoyar decididamente el ingreso de ambos países a la OCDE.

Establecer, con visión de largo plazo, los lineamientos de una política bilateral con Bolivia en un escenario post fallo de la Corte Internacional de Justicia sobre la demanda marítima boliviana.

Formalizar encuentros bilaterales para dar prioridad a medidas concretas para mejorar la conectividad, facilitar el tránsito y refozar la seguridad fronteriza.

2. Nuevos desafíos globales, regionales y bilaterales.
Modernizar las capacidades de nuestra Cancillería y revisar nuestra representación diplomática en el exterior, racionalizando la presencia en Europa y fortaleciéndola en el Asia Pacífico.

Reforzar el compromiso de Chile con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sustentable y con la lucha contra el cambio climático mediante el Acuerdo de París.

Fortalecer la Carta Democrática Interamericana, así como el rol del Secretario General de la OEA en la defensa de la democracia en la región

Proponer en la Cumbre de las Américas de Lima 2018 la creación de un sistema regional de coordinación en materia de desastres naturales.

Focalizar nuestra participación activa en aquellos organismos internacionales que promueven mayores libertados económicas, sociales y políticas y la lucha contra el narcotráfico, el terrorismo, el crimen organizado, la corrupción y el tráfico de personas.

Implementar los acuerdos necesarios para que nuestro país continúe en la lista de países con Visa Waiver para viajar a EEUU.

Generar un marco de cooperación en desastres naturales, que permita el rápido intercambio de información y ayuda.

3. Cuenca del Pacífico
Crear un grupo compuesto por el sector privado y la socidad civil para definir, en conjunto con el gobierno, los temas prioritarios de la APEC 2019.

Generar una Secretaria Cumbre APEC a nivel presidencial.

Impulsar activamente un acuerdo de libre comercio con el Asia-Pacífico.

Impulsar un tratado de libre comercio con India y fortalecer el de China, reforzando los aspectos relaciones con el comercio de bienes y servicios, la cooperación técnica y económica y las reglas relativas al comercio.

4. Alianza del Pacífico (AP).
Fijar un cronograma de incorporación de nuevos Estados Asociados a la AP.

Lanzar el concepto de inversiones para proyectos regionales, particularmente de infraestructura y energía.

Desarrollar una agenda de armonización de regulaciones que obstaculizan el comercio y la inversión entre las empresas del bloque.

Establecer una hoja de ruta para la participación de empresas en el comercio digital y masificar los pagos y la certificación de origen electrónica.

Crear un programa de pasantías para funcionarios de los Estados miembros y asociados de la AP.

5. Relaciones comerciales bilaterales.
Continuar la modernización y profundización de los Tratados de Libre Comercio vigentes, en particular aquellos que permitan mayores oportunidades para las pymes exportadoras.

Evaluar la negociación de acuerdos comerciales con países de Áfricas, Eurasia y del ASEAN, enfatizando aquellos prioritarios para el país.

Continuar las negociaciones en curso con Argentina, Indonesia y el TPP.

Establecer alianzas con universidades e institutos para desarrollar programas de capacitación para nuestros negociadores y difundir los beneficios de los acuerdos comerciales.

6. Imagen país y promoción de exportaciones e inversiones.
Evaluar un rediseño de la política de promoción de exportaciones e importaciones, incluyendo la transformación de la Direcon en la Subsecretaría de Relaciones Económicas Internacionales, de la cual dependerán ProChile e InvestChile.

Rediseñar ProChile 3.0 como promotor de exportaciones, importaciones e Imagen País.

Potenciar el trabajo desde regiones para incorporar elementos regionales estratégicos en la promoción de exportaciones.

Desarrollar actividades de cooperación con otras agencias de promoción de los Estados de la Alianza del Pacífico.

Priorizar programas y actividades de promoción con foco en los servicios y desarrollar programas enfocados en las pymes exportadoras.

Revisar y reimpulsar la estrategia de Imagen País.

Conseguir en los primeros seis meses un compromiso de 100 empresas dispuesta a promover sus productos a través de la Marca Chile.

7. Compatriotas en el extranjero
Implementar el proceso de consulta y coordinación para elaborar una Ley para el Regreso.

Mejorar el Sistema de Atención Consular, modernizando sus servicios y acercándolos a los connacionales que viven alejados de los consulados.

Adoptar medidas para ampliar la Apostilla a fin de que un mayor número de servicios la puedan efectuar.

Establecer una central telefónica con atención 24/7 para atender casos de emergencia.

Resumen
OpinionGlobal, 07.12.2017
FUERZA DE LA MAYORÍA

Una Política Exterior al Servicio de los Ciudadanos
Un Estado más eficiente, más moderno, más descentralizado y más probo es fundamental para crecer más y con mejor distribución de los beneficios de ese crecimiento, para robustecer nuestra democracia y para adentrarnos en las oportunidades que trae el siglo 21. Esta modernización ha de expresarse en varios ámbitos.

Principios y orientaciones generales
La política exterior de Chile reconoce como principios constituyentes el respeto a los tratados y al derecho internacional, la defensa y promoción de los bienes públicos globales, la contribución a la paz y al desarme, la cooperación, el respeto a la soberanía y a la autodeterminación de los pueblos, la solución pacífica de las controversias, la integración de los países de América Latina, la adhesión a la democracia y la defensa de los derechos fundamentales de las personas.

Afirmamos que una política exterior al servicio de los ciudadanos no solo significa interpretar de manera eficaz sus demandas, sino que concebirla como el resultado de un proceso democrático. La política exterior no está aislada del resto del quehacer nacional, ni en ella se reflejan solo consensos sustanciales que conforman una política de Estado. Muy por el contrario, aunque existen algunas áreas donde se requieren acuerdos amplios, la proyección internacional de Chile depende de su modelo de desarrollo y en democracia siempre hay más de una mirada. Por ello, la política exterior debe representar fielmente a la ciudadanía reflejando la diversidad de la sociedad chilena y los cambios que se producen en el sistema político interno.

La política exterior es una política pública, por lo que su formulación y evaluación requieren de la participación del conjunto de la ciudadanía, mediante el ejercicio pleno de su derecho a ser consultada, sobre todo porque la actual Constitución concentra casi exclusivamente en el presidente de la República la capacidad de tomar decisiones. Por eso, es necesario ampliar las funciones y competencias del Congreso Nacional y de los gobiernos subnacionales, reforzando la aplicación de la Ley 20.500, sobre Asociaciones y Participación Ciudadana en la Gestión Pública, y al mismo tiempo, el rol de coordinador del Ministerio de Relaciones Exteriores.

La política exterior como parte integrante de un nuevo modelo de desarrollo
La política exterior enfrenta como desafío principal replantear la inserción internacional del país, a partir de un contexto nacional caracterizado por reformas profundas, que pretenden establecer las bases políticas e institucionales de un nuevo modelo de desarrollo.

Estos fines son coincidentes con los objetivos de desarrollo sostenible de la Agenda 2030 de Naciones Unidas, cambio de paradigma que reconoce como reto principal erradicar la pobreza y el hambre, junto a la necesidad de garantizar una vida sana y una educación de calidad, lograr la igualdad de género, asegurar el acceso al agua y la energía, promover un crecimiento económico vigoroso y equitativo, adoptar medidas urgentes contra el cambio climático, promover la paz y facilitar el acceso a la justicia, entre otros propósitos.

Un mundo incierto
La inestabilidad política, el proteccionismo comercial, una sucesión de crisis que siembran la incertidumbre en la economía mundial, el terrorismo, la xenofobia y la emergencia de nacionalismos agresivos, son algunas amenazas presentes en el panorama internacional de la segunda década del siglo XXI.

La ausencia de un orden mundial claramente definido, con un poder fragmentado y hegemonías discutidas, una globalización acelerada y el comienzo de la cuarta revolución tecnológica, ponen como prioridad dotar al sistema de una gobernanza sustentable, que asegure el reparto equilibrado de la riqueza, el cuidado del medio ambiente y normas de igual cumplimiento para toda la humanidad.

Los socios globales de Chile
Frente a este panorama, Chile requiere de una política que considere las principales potencias del planeta como socios, reuniendo capacidades, estrategias y recursos especializados, de acuerdo con los intereses nacionales en juego. De esta manera, abordar las relaciones con los bloques más importantes, Estados Unidos, la Unión Europea, China y Asia Pacífico, demanda un diseño diferenciado, de mutua conveniencia en los temas donde existan diferencias y cooperando intensamente en aquellas áreas donde existan coincidencias.

Por otro lado, disponemos de un conjunto de posibilidades de relacionamiento con los llamados Países Afines, los cuales reemplazan la proximidad geográfica por una extensa gama de coincidencias temáticas, que justifican el incremento sustancial de la cooperación.

Una vez más América Latina es el espacio privilegiado
El escenario internacional favorece el fortalecimiento de las relaciones con los países hermanos de América Latina, pues si bien persisten dificultados de distinta naturaleza, la región ofrece un conjunto de condiciones que permiten aprovechar circunstancias que hacen viable la formación de proyectos comunes.

Nuestro entorno se caracteriza por la pluralidad. Sin embargo, existen ciclos que van desde momentos de mayor coincidencia política, donde los esquemas de cooperación funcionan, hasta situaciones de lejanía entre los gobiernos que inviabilizan o hacen particularmente difícil el trabajo conjunto, situación en la que nos encontramos hoy día. Sin embargo, no estamos condenados a partir siempre de cero ya que cada proceso deja experiencias e instituciones que deben ser revalidadas, pero no necesariamente reemplazadas.

A nuestro país le ha ido bien cuando ha impulsado ideas y acciones, factibles de traducir en un liderazgo conceptual que nos permite cumplir un rol más relevante en la región. Precisamente, el actual momento histórico constituye una oportunidad para reimpulsar una agenda regional integradora, que posicione cualitativamente a Chile y le permita recuperar su tradicional protagonismo, con el fin de enfrentar de mejor forma las relaciones con otros bloques o países, servir como instrumento superador de conflictos bilaterales y, sobre todo, como una herramienta para el desarrollo social y económico de todos sus componentes.

Nuestro desafío es juntar fuerzas para transformar América Latina en un espacio de convergencia que se aleje de las tendencias al antagonismo y la exclusión. A partir de la consolidación de un actor colectivo regional, se puede encarar con ambición realista el viraje del motor económico internacional hacia el Asia-Pacífico, sustituyendo la matriz productiva nacional por un modelo de desarrollo diversificado e inclusivo, apoyando en cadenas de valor que incorporen a varios países de la región.

El gobierno de la presidenta Michelle Bachelet ha establecido como eje de su política exterior la Convergencia en la Diversidad de la región. Este concepto no solo se concreta en el acercamiento entre el Mercosur y la Alianza del Pacífico, cuyas dinámicas deben acercarse para aprovechar las corrientes de comercio entre el océano Atlántico y el océano Pacífico, sino con el conjunto de la región.

Sin embargo, el libre comercio no es suficiente y no se puede excluir a ningún actor, por lo que es imprescindible fortalecer las instituciones políticas multilaterales latinoamericanas, en especial UNASUR y CELAC, en el marco de una perspectiva estratégica que se proponga constituir en el largo plazo una Asociación Regional, sin distinciones ideológicas, con valores e intereses comunes, integradas por democracias más sólidas y profundas, con mayor igualdad, solidaridad y justicia, una economía en crecimiento, altos niveles de protección social y una visión común acerca de la agenda global.

Para consolidar los vínculos regionales se requieren establecer Factores Estabilizadores, tales como la creación de una red cada vez más densa de intereses compartidos y de mecanismos de integración que conciten un apoyo interno mayoritario en cada país latinoamericano. Esto permitirá mirar los procesos con sentido de futuro, adelantar posibles soluciones que corrijan a tiempo las dificultados y abrir horizontes de continuidad que aseguren los avances logrados.

El proyecto de Chile País Puente
Chile debe convertirse en un País Puente entre los océanos Pacífico y Atlántico, que ponga a disposición servicios y vías de comunicación de alto estándar para los países de las Américas que quieran acceder a los mercados del Asia Pacífico, al mismo tiempo que requiere transformarse en bisagra política que ayude a superar divergencias y a reforzar las coincidencias entre los países latinoamericanos.

Diplomacia de articulación y nueva Cancillería
Chile requiere fundar una diplomacia de articulación, con énfasis en las relaciones intrarregionales y con otras zonas del mundo, adecuando nuestro aparato público para ello, dándole la prioridad política que merece y disponiendo de los recursos suficientes para alcanzar el horizonte estratégico que proponemos. De aquí debe surgir una nueva Cancillería, dotada de una normativa legal que la ponga en armonía con las exigencias de un mundo globalizado cada vez más complejo e incierto, con una cultura organizacional moderna y con prácticas laborales que estimulen un trabajo acorde con la acelerada dinámica de los procesos mundiales y la inserción internacional que pretendemos lograr. Esta estructura ministerial debe contemplar la función coordinadora de la labor que los distintos ministerios y servicios públicos desarrollan en el campo internacional, e incorporar las iniciativas de la sociedad civil en general, resguardando la unidad de acción del Estado, en el contexto de un Sistema Integrado de Política Exterior.

Chile: un buen vecino
El ámbito vecinal es donde primero se materializan estos objetivos y condición necesaria para hacerlo viables, así como el espacio vecinal es un complemento imprescindible para ello. Por lo tanto, resulta fundamental desplegar una política de Buena Vecindad, a partir de los siguientes objetivos:

Consolidar los avances logrados con la República Argentina, dando pasos que permitan la superación de las dificultados que aún persisten en la relación bilateral, tanto en lo que se refiere a las coincidencias políticas como a la construcción de infraestructura de interconexión y a la facilitación de los intercambios de bienes, personas y capitales.

Alcanzar vínculos con Perú equivalentes a los que hemos construido con Argentina, aumentando sustantivamente la confianza, la concertación y la gestión de proyectos compartidos.

La presentación de dos demandas en la Corte Internacional de Justicia de la Haya (CIJ) abre un nuevo escenario en las relaciones con Bolivia que exige creatividad, voluntad de diálogo y fortalecimiento del proceso integracionista, colocando por delante una perspectiva de largo plazo que permita proyectar vínculos de mutua conveniencia.

En el plano vecinal resalta la importancia de contar con un diseño estratégico de relacionamiento con Brasil. Construir alianzas diversificadas y flexibles con el gigante sudamericano, potencia el desarrollo nacional, y la presencia de Chile en aquellas instancias internacionales donde Brasil es protagonista.

En esta perspectiva, una iniciativa fundamental sería impulsar un gran Plan de Infraestructura para la integración, entendida como un pilar de la estrategia de desarrollo nacional; e intervenir las fronteras, con el fin de incrementar su extensión para que los trámites puedan hacerse en cualquier lugar y no solo en el límite, modernizar procedimientos e instituciones y usar la tecnología que tenemos disponible para eso.

En la misma línea, es esencial agregar una dimensión descentralizada a nuestra política exterior, consolidando una diplomacia que opera en varios niveles. Es posible crear macrorregiones contiguas, que contemplen estrategias de desarrollo complementarias, para lo cual se requiere trasladar poder de decisión a los órganos subnacionales, forjando alianzas entre pares y con los Estados centrales. Ello hace necesario transformar los actuales Comités de Integración y Frontera en instancias ejecutivas de estas macrorregiones y crear Oficinas Regionales de Relaciones Exteriores, que ayuden a la internacionalización de los gobiernos intermedios y locales, ofrezcan servicios consulares a la población, fomenten la producción y promuevan las economías regionales.

La migración cambia positivamente a Chile
El aumento considerable de las migraciones y su impacto en la sociedad chilena demanda ser valorado como un aporte por la incorporación de diversas culturas al devenir de nuestro país. Debidamente acogidos, los elementos educacionales y culturales que poseen los ciudadanos de Perú, Colombia, República Dominicana, Bolivia, Ecuador, Argentina, Haití y España, entre otros, deben transformarse en una significativa contribución al progreso integral de la nación, por lo que establecer barreras a este proceso no es un camino viable ni inteligente. Más bien, resulta esencial desplegar una nueva política migratoria basada en un enfoque de derechos, inclusión e interculturalidad, de acuerdo con los tratados internacionales vigentes.

Asimismo, se requiere profundizar los vínculos con la comunidad de chilenos en el exterior, la que debe ir más allá de la implementación del voto para las elecciones presidenciales, primarias y plebiscitos, acercándola en forma más eficiente al país, aprovechando para eso la densa red consular existente y creando una región exterior con representantes elegidos al Congreso chileno.

Cooperación y política exterior
La cooperación debe ser reconocida como una herramienta relevante y un componente esencial para el cumplimiento de los objetivos de nuestra política exterior, motivo por el cual la Agenda de Cooperación Internacional (AGCI) requiere nuevos estándares que consideren las metas estratégicas de proyección internacional del país, según su nivel de desarrollo.

La cultura, como herramienta de la política exterior
Es imprescindible formular una política cultura como parte integrante de la política exterior, materializando un vínculo directo entre la Cancillería y el Ministerio de las Culturas y las Artes. Esta política es un elemento fundamental en las relaciones internacionales de nuestro país, pues se estructura sobre la base de valores que presenta nuestra sociedad, tales como la liberta de creación y expresión, y el respeto a la diversidad social, cultural, étnica y religiosa.

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