¿Qué busca Bolivia?

Opinión
La Segunda, 28.04.2017
Samuel Fernández Illanes, abogado (PUC), embajador (r) y profesor (U. Central)

Recuperada la voz, Evo vuelve a utilizarla para distorsionar el pleito con Chile. Insiste en que obtendrá un acceso soberano al mar. Olvida deliberadamente que la Corte sólo decidirá si deberemos o no negociarlo, sin imponer resultados ni alterar los límites actuales. Un episodio más en la constante política boliviana de las últimas semanas, fuere por la presentación de la Réplica, por el día del mar, por el apresamiento de militares y aduaneros cometiendo delitos en territorio nacional, la impedida visita de un Ministro que nos insultó, o por una bandera colocada en un terreno adquirido por Bolivia, sin ser sede consular. Toda reacción nuestra ha sido acompañada de descalificaciones. ¿Qué busca realmente? Nada es casual ni producto de una molestia pasajera. Todo parece estar perfectamente orquestado y obedecer a un plan maestro que ahora constituye el objetivo de su política exterior, previendo nuestras reacciones que no logran evitarlo.

No hay relaciones y los diferendos son evidentes, por algo están los dos procesos ante la Corte: el mar y el Silala. Nunca han sido buenas, salvo por muy cortos períodos que Bolivia siempre ha roto unilateralmente. Sin embargo ahora han aumentado en frecuencia e intensidad. Entre las posibilidades más evidentes está el rodear los casos ante el Tribunal de un ambiente determinado, para presionar a la Corte antes de que sentencie, mostrando a Chile como hostil y dispuesto a rechazar cualquier fallo que pudiere favorecerles. Si no obtuvieran todo lo demandado, buscarían proseguir con las controversias, victimizándose.

Si lograran obligarnos a negociar el acceso soberano al Pacífico, anticipan que Chile pueda no ceder nada en tal negociación, y el diferendo prosiga, para insistir en otros procedimientos con el apoyo de países afines, o ante organismos internacionales, utilizando que ahora integran el Consejo de Seguridad de la ONU, acusándonos de actuar tal y como lo han advertido. Es decir, un país belicoso e intransigente, que no está dispuesto a solucionar pacíficamente sus diferendos. Un agresor que viola el derecho internacional y que merece ser sancionado. No son momentos de enojo pasajero. Obedecen a una precisa planificación que deberemos contrarrestar.

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