¿Qué pinta Europa con Trump?

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republica.com, 09.05.2018
Inocencio Arias, embajador (r) y columnista español

Los aliados europeos de Estados Unidos, muy cercanos a Wahington algunos de ellos, no siempre han comulgado con las decisiones de los dirigentes americanos. Francia y Alemania estuvieron radical y públicamente en contra de la intervención americana de Bush hijo en Irak, de Gaulle piafaba cuando Kennedy le presentó como un hecho consumado que iba a bloquear a Cuba y echarle un pulso muy peligroso a la Unión Soviética y los estadounidenses también han disentido de la conducta europea. Eisenhower se indignó cuando Francia y Gran Bretaña invadieron Suez en apoyo de Israel. Los tuvo que meter en cintura, casi abroncó al británico Macmillan, para que se retiraran.

Ahora no hay palabras altisonantes de los aliados europeos pero la divergencia es total y ostensible. Ni Merkel, con la que Trump no parece tener química, ni Macron con el que el americano parece tener simpatía mutua, han logrado alterar ni retrasar su decisión: Trump se sale del acuerdo nuclear con Irán un hecho que muchos ven , incluso en Estados Unidos, con consecuencias casi apocalípticas: Para la periodista Christianne Amanpour se trata “del acto deliberado más autodestructivo de los tiempos modernos” y Los Angeles Times dictamina que es una “desastrosa decisión que muestra que Trump no ha aprendido nada”. Obama, artífice del convenio sale de su silencio y señala que “romper acuerdos internacionales quita una necesaria credibilidad a Estados Unidos”.

Lleva razón el antiguo presidente pero el giro estaba casi cantado. Su sucesor la anunció en la campaña electoral y hace poco repetía que el acuerdo era el peor firmado por Estados Unidos en su historia.

Trump sigue obstinadamente como prometió desmantelando el edificio que construyó Obama, denunció el importante acuerdo climático, ha restringido la política migratoria, traslada la Embajada de Estados Unidos de Tel Aviv a Jerusalén y ahora hace un alarmante mutis del convenio con Irán en el que permanecen los otros signatarios, Rusia, Gran Bretaña, Francia, China y Alemania.

En su país se produce un ruidoso remolino. Es vituperado por mucha prensa y los demócratas los tachan de inconsciente. Los republicanos cierran, sin embargo filas detrás de él y repiten que Trump cumple lo que promete. Muchos de sus votantes parecen reaccionar de forma parecida, compran que Irán hace trampas y que el convenio tenía enormes agujeros que favorecían al apetito nuclear de los ayatollas. Los europeos piensan justamente lo contrario. El convenio, aún imperfecto, servía para controlarlos al menos durante un cierto tiempo.

Trump puede largarse sin control del legislativo porque Obama, temiendo que el Congreso de mayoría republicana lo frenase, no elevó el acuerdo a la categoría de tratado. Lo dejó en Convenio.

El problema que tenemos a corto plazo es si Trump, que redoblará las sanciones americanas a Teherán, intenta castigar a empresas europeas que sigan negociando con los iraníes.

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