Teatinos 180 despliega velas

Columna
El Líbero, 20.04.2018
Jorge Canelas U., cientista político y director de CEPERI

El gobierno de Chile Vamos entra en su etapa final de instalación con los últimos nombramientos en el ministerio de Relaciones Exteriores y a la espera del beneplácito para los embajadores propuestos a los diversos países en los cuales cambiarán los jefes de misión chilenos, sea por haber completado su período de destinación, en el caso de los funcionarios de carrera, o por término de mandato en el caso de los designados políticos. Con eso se dará inicio a un proceso de cambios que incluye ajustes y modificaciones a la institucionalidad, por efecto de las modificaciones a la normativa legal aplicable al Ministerio de Relaciones Exteriores, orientada a su modernización.

En lenguaje náutico, la Cancillería —tras cambiar su comandante y alto mando, completar su dotación y con nueva carta de navegación— suelta las amarras y comienza a desplegar velas. Pero el trabajo del canciller se inició apenas asumió el cargo, al conducir la defensa de Chile en los alegatos ante la Corte Internacional de Justicia en La Haya. Por su parte, la primera gestión internacional del Presidente Piñera tuvo lugar en la Cumbre Iberoamericana de Lima. En ambas ocasiones las autoridades dieron los primeros indicios de las orientaciones que seguirá la política exterior del nuevo gobierno.

Corresponde ahora poner en ejecución las medidas previstas en el programa de gobierno y marcar las prioridades fijadas en la etapa de planificación de su acción exterior. A nadie sorprende que la primera recalada contemplada en la nueva carta de navegación de la Cancillería, y primera visita bilateral del Presidente Piñera, sea el puerto de Buenos Aires. El gesto demuestra la importancia que tiene Argentina para la política exterior chilena, a lo cual se suma la estrecha relación que existe entre los Presidentes Piñera y Macri, quienes tienen visiones concordantes en diversas materias regionales y globales, lo que abre paso a la posibilidad real de inaugurar una nueva era en la relación bilateral, para concretar avances efectivos en diversos ámbitos de integración, así como en la coordinación de políticas hacia temas multilaterales o acciones conjuntas ante situaciones críticas. Las expectativas se presentan muy auspiciosas y con fundadas razones.

Luego será el turno de Brasil, cuyo proceso interno rebasa fronteras y se constituye, en razón de su peso continental, en un factor condicionante para el futuro de toda Sudamérica. Chile apoyará la institucionalidad brasileña y dará señales en favor de su plena normalidad democrática. Para más adelante quedarán las decisiones respecto del curso que adoptará la política chilena hacia los organismos internacionales, asunto que requiere de un examen tan extenso como detallado.

Todo esto, en un escenario global cuya complejidad se incrementa de una manera inédita bajo la influencia, entre otros factores, de la disputa comercial que se ha desatado entre los Estados Unidos y la República Popular China, la intervención de los EEUU y sus aliados Francia y el Reino Unido en Siria, y los efectos de esto último en la política exterior de Rusia. La amenaza de la ampliación de los “coletazos” del Brexit y la crisis migratoria en la Unión Europea completan un cuadro que anticipa una travesía llena de desafíos para nuestra Cancillería, a cuyos conductores les deseamos buenos vientos en la nueva etapa que se inicia.

Los resultados de la gestión exterior suelen verse en el mediano y largo plazo. Conscientes de ello, las nuevas autoridades han dado muestras de la necesidad de fortalecer la planificación estratégica de la gestión de la política exterior. Se espera que los resultados de ese empeño permitan un tránsito seguro hacia los objetivos nacionales prioritarios en nuestras relaciones internacionales.

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