Columna El Comercio (Ecuador), 05.09.2017 Francisco Carrión M., embajador (r) y ex viceministro de RREE ecuatoriano
Las irresponsables bravatas del guía norcoreano Kim Jong un, quien como niño empedernido juega con misiles nucleares como si fueran marionetas para asustar a su vecino del sur, a Japón y en particular a los Estados Unidos, ha llevado al mundo a una grave situación prebélica. Y esto porque se ha encontrado enfrente con un líder bravucón e impredecible como el presidente Trump que, del mismo modo, parece querer jugar irresponsablemente con juguetes atómicos, muy superiores por cierto, que podrían aplastar, si decide hacerlo, no solo a las dos Coreas sino al planeta entero.
Amenazas van, amenazas vienen; ejercicios navales se hacen de uno y otro lado con despliegues de portaviones y pruebas de lanzamiento de misiles por parte de Kim, el último, una bomba de hidrógeno. Todos son movimientos que advierten el uso de la fuerza en una región altamente sensible.
Ninguno de los dos líderes aludidos parece que se ha enterado que para resolver controversias –esta no la tengo clara porque el obsoleto y tiránico régimen de Corea del Norte no sabe qué mismo se propone- existen mecanismos de solución pacífica de conflictos recogidos como principio de la carta de la ONU, de la que ambos son suscriptores, basados en algo elemental: el diálogo y la negociación.
En esta confrontación tan peligrosa para el mundo ha aparecido un árbitro que no por inusual tiene enorme relevancia global: China. Su presidente, Xi Jing Ping, ha hecho un llamado firme a las partes para que resuelvan pacíficamente su contencioso.
Y China no es una potencia cualquiera: ejerce influencia sobre Pyong Yang –le ofrece abastecimiento, comunicaciones e interlocución- y mantiene inevitables y mutuamente necesarias relaciones con Washington en materia financiera, comercial y de equilibrio geopolítico.
Las partes en este conflicto parece que deberán atenerse a las disposiciones de este árbitro que, como no puede ser de otra manera, también vela por sus propios intereses y tiene artefactos atómicos para alcanzar al menos un statu quo que impida un mayor escalamiento de la situación. China es la única potencia con capacidad no solamente bélica sino, lo que es más relevante, de promover una inter locución entre las partes. Esta es una prueba del poderoso rol que juega China en el mundo de hoy y que crecerá en el futuro.
Durante la reunión cumbre de los BRICS, que se realiza casualmente en estos días en la ciudad china de Xiamen, se abordará el tema norcoreano. La posición de Beijing será clave para calmar las tensiones cuando Washington ha expresado, de su lado, que no descarta ninguna opción, lo cual incluye la fuerza, para terminar con esta controversia.
Esta suerte de arbitraje chino es la única opción para encausar un entendimiento.