Un gabinete con ‘relato’ y el legado de Nicanor

Columna
El Líbero, 26.01.2018
Jorge Canelas, embajador (r) y director de CEPERI

La presentación de los integrantes del nuevo gabinete ministerial, en el Salón de Honor del antiguo Congreso Nacional, fue antecedida por un hecho inesperado: la noticia del fallecimiento de Nicanor Parra, cuyo legado fue el tema con el cual el Presidente electo Sebastián Piñera inició su discurso, lo que hizo que la figura del antipoeta, con su visión de  lo humano y lo divino, rondara la mente de muchos de los asistentes, entre los cuales me incluyo, durante todo el desarrollo de la ceremonia.

Cuando Piñera enfatizaba que entre las principales tareas de los ministros estaría la búsqueda de acuerdos y el objetivo de la unidad nacional, en el solemne recinto parecía resonar la frase acuñada por Parra en los años de mayor tensión: “¡La izquierda y la derecha unidas, jamás serán vencidas!”. Luego vino la presentación de los designados en el gabinete. Al momento de presentar a la titular del Ministerio del Medio Ambiente vinieron a la mente los ecopoemas: “el error consistió en pensar que la tierra era nuestra, y la verdad es que nosotros somos de la Tierra”; “Hay que decir las cosas como son: estamos a un paso del Apocalipsis”.

Llegado el turno del nominado ministro de Salud, imposible no recordar, a propósito de la crisis en los hospitales públicos lo que, según Parra, decía “el ministro del ramo”: “camas no faltan en los hospitales, lo que sucede es que sobran enfermos…”.

Hubo quienes, durante el primer gobierno del Presidente Piñera, criticaron una supuesta “carencia de relato”. Ahora pueden estar tranquilos, pues, por lo que se puede apreciar, esta vez el relato estará presente y con mucha fuerza, marcado por el énfasis en el desarrollo social, la igualdad de oportunidades y la creación de redes “que ayuden a quienes tropiezan, a levantarse, para que no queden rezagados”. Las políticas públicas pondrán a los más vulnerables en el centro de la atención. Nuevamente, pareciera que oyéramos la voz de Nicanor diciendo: “Y que respeten los derechos del niño, o tendremos nosotros que hacernos respetar… somos seres humanos, se da la casualidad”.

El gabinete ministerial no acababa de ser anunciado y ya recibía críticas. Algunas de ellas apuntaron al futuro canciller, el escritor, ex embajador y ex ministro de Cultura Roberto Ampuero, quien, para ciertos detractores del futuro gobierno, “carecería de experiencia”. El futuro ministro de Relaciones Exteriores reaccionó pidiendo a sus críticos que “esperen a ver cómo me desempeño”. Su respuesta breve, atinada y no exenta de humildad, dio cuenta de las habilidades que tiene para ejercer la diplomacia. Lo que dijo Ampuero con toda naturalidad es precisamente lo que consignan los tratadistas clásicos en diplomacia: en primer lugar, no responder a provocaciones de la contraparte; segundo, apuntar al núcleo central de lo que se discute; tercero, transmitir honestidad y convicción; y finalmente, ser preciso, claro y breve en el lenguaje. La respuesta de Ampuero, en menos de diez palabras, siguió al pie de la letra lo que todos los textos sobre diplomacia aconsejan, desde Nicholson en adelante.

En esta misma columna anticipamos nuevos rumbos para la política exterior chilena y mencionamos como una de las prioridades del nuevo gobierno llevar a la práctica, en la gestión de la política exterior, el fortalecimiento de la democracia y la defensa de los derechos humanos, como principios rectores de la acción exterior de Chile, dando cumplimiento a los compromisos contraídos por nuestro país sobre esos asuntos, especialmente a nivel regional. Para esa tarea, prioritaria en el programa de política exterior del nuevo gobierno, el nombramiento de Roberto Ampuero no pudo ser más acertado, pues pocos como él pueden demostrar tan amplia experiencia, en carne propia, sobre esos asuntos fundamentales. Claro, el hecho de que él encabece la Cancillería debe provocar estertores de furia en la extrema izquierda, sector que ha condicionado y limitado la acción de Chile en defensa de esos principios básicos en el último cuatrienio.

El tiempo dirá cómo se desempeña Roberto Ampuero como ministro de Relaciones Exteriores. Pensamos que el hecho de haber vivido en por lo menos una media docena de países, de hablar con fluidez por lo menos tres idiomas, haberse involucrado en política desde su adolescencia, haber conocido y sufrido la experiencia de vivir en la RDA y en Cuba (“Pobre Cuba, tan lejos del Cristo de Elqui y tan cerca del Tío Sam”), haberse desengañado y liberado del fanatismo comunista, para luego abrazar la causa del liberalismo, mientras escribía más de una docena de libros y dictaba clases en universidades en Chile y en el extranjero, nos permite tener fundado optimismo en que su desempeño  superará todas las expectativas. De hecho, ya se comenta que ha introducido cambios de hábitos e incentivado el estudio en Teatinos 180. Muchos funcionarios intentan adoptar febrilmente el hábito de la lectura y otros tantos se dedican a estudiar la gramática castellana. Por algo se empieza.

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