Una agenda de futuro en política exterior

Columna
El Líbero, 18.05.2018
Jorge Canelas Ugalde, embajador (r) y cientista político

El canciller Roberto Ampuero ha dado a conocer las primeras actividades realizadas durante los dos primeros meses de su gestión, lo que refleja las prioridades que se ha fijado la política exterior del gobierno.

El ministro debió dedicarse a los alegatos por la demanda boliviana en La Haya a pocos días de haber asumido, y de ahí en más ha desarrollado una intensa actividad en lo vecinal y regional, sin dejar de lado las acciones para dar continuidad a nuestras relaciones con los Estados Unidos y Europa. Prueba de ello son los resultados de las visitas presidenciales a Argentina y Brasil, que marcan importantes avances en el diseño de una nueva agenda común con el primero, así como la decisión de dar inicio a la negociación de un futuro acuerdo de libre comercio con el segundo, lo que abre perspectivas inéditas para la profundización de relaciones con ambos países, prioritarios en la política exterior de  Chile.

No menos importante fue la participación del canciller en la reunión del Grupo de Lima en Ciudad de México, para tratar la grave situación en Venezuela, país que está sumido en una crisis humanitaria sin precedentes, una de cuyas consecuencias es la emigración forzada e venezolanos hacia el resto de la región.

No es nuevo constatar la intensa actividad desarrollada por el canciller Ampuero. Corresponde a la multiplicidad de compromisos internacionales de un país fuertemente dependiente de sus relaciones con el resto del mundo. Lo que aparece como una novedad es la visión de futuro, la mirada estratégica que buscaría impulsar el ministro en la acción de la Cancillería, lo que se desprende de sus declaraciones para referirse a los temas emergentes y de futuro que ha incorporado a la nueva agenda de política exterior, de conformidad con el programa de gobierno. Entre otros temas, el ministro mencionó la transición demográfica por la que atraviesa Chile y cómo ello se vincula con la política de inmigración; la atención que se dará a las zonas extremas en el quehacer de la política exterior vecinal; el énfasis en la protección de los recursos hídricos en las relaciones con los países limítrofes; y la adopción de una renovada agenda de “integración física inteligente” con Argentina, priorizando la inversión en zonas en las cuales se aprovechen y potencien capacidades y cadenas logísticas en funcionamiento, procurando obtener el mejor resultado en beneficios compartidos, bajo criterios de eficiencia económica en beneficio de las regiones a ambos lados de la frontera. Sin duda alguna, un cambio cualitativo de primera importancia.

Anticipándose a los ajustes que se harán al nuevo diseño institucional del Ministerio de Relaciones Exteriores, recientemente aprobado por el Congreso Nacional, el ministro ha dispuesto cambios orientados a fortalecer la capacidad de la Cancillería para prever escenarios y aplicar criterios de planificación estratégica en los asuntos más sensibles de la gestión exterior. La Dirección de Planificación Estratégica, que en los últimos años había asumido funciones que poco tenían que ver con sus objetivos originales, retomaría la misión de dotar al aparato diplomático de una visión estratégica en la formulación de políticas y en el proceso de adopción de decisiones, con especial énfasis en las áreas prioritarias para los objetivos nacionales permanentes.

El nuevo enfoque que ha dado el ministro Ampuero a la función de planificación estratégica de la Cancillería abre paso a un cambio significativo en el funcionamiento de nuestra diplomacia. Contar con un adecuado sistema de planificación para formular y ejecutar la política exterior es una materia crucial, que la experiencia histórica recoge, con altos y bajos, desde sus inicios con  George Kennan hasta nuestros propios días. Aunque pocos habrán advertido la importancia del giro que ha dado el nuevo ministro de Relaciones Exteriores al reformular esa función estratégica en la Cancillería, nos complace dejar registro de esa decisión, que consideramos trascendental.

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