Una dictadura de 60 años

Columna
El Mercurio, 06.01.2019
Sergio Muñoz Riveros

"Robespierre fue idealista y honrado hasta su muerte. La revolución en peligro, las fronteras rodeadas de enemigos por todas partes, los traidores con el puñal levantado a la espalda, los vacilantes obstruyendo: era necesario ser duro, inflexible, severo; pecar por exceso, jamás por defecto. Eran necesarios unos meses de terror para acabar con el terror de siglos. En Cuba hacen falta muchos Robespierre". Así escribía Fidel Castro en una carta del 23 de marzo de 1954 en la prisión de Isla de Pinos, donde permaneció dos años y fue amnistiado por el dictador Fulgencio Batista.

El 1 de enero de 1959, Batista huyó de la isla. En los días siguientes, Castró entró a La Habana a la cabeza del Ejército Rebelde. Fueron días de grandes esperanzas. Castro había prometido restablecer la Constitución liberal de 1940, pero esa promesa se la llevó el viento. La democracia no estaba en su horizonte. Quienes lucharon a su lado y no quisieron reemplazar una dictadura por otra, lo pagaron caro. Fue el caso de Huber Matos, comandante del Ejército Rebelde, quien renunció como gobernador de Camagüey en octubre de 1959 y aun así fue encarcelado por 20 años.

Castro ordenó a su hermano Raúl y a Ernesto Che Guevara que encabezaran los juicios sumarios y fusilamientos; el primero actuó en la provincia de Oriente y el segundo, en la fortaleza La Cabaña, en La Habana. Fue una orgía de sangre. El 11 de diciembre de 1964, Guevara dijo ante la Asamblea General de la ONU: "¿Fusilamientos? Sí, hemos fusilado, fusilamos y seguiremos fusilando mientras sea necesario". En octubre de 2017, la ONG Archivo Cuba, radicada en Miami, documentó ante la ONU el fusilamiento de 3.116 personas y la ejecución extrajudicial de otras 1.166, con nombres y apellidos, pero admitió que era difícil establecer el número exacto de víctimas. Se sabe de muchas desapariciones forzadas y de asesinatos en prisión, pero no hay un registro completo. Los últimos fusilados fueron tres jóvenes, en 2003. Miles de cubanos murieron en el mar en su intento de escapar de la isla.

Castro terminó de sovietizar la economía en 1968. Así, se consagró la existencia de un solo empresario, el Estado, y de un único "accionista", el propio Castro, con poderes para hacer y deshacer. En los hechos, Cuba funcionó por casi medio siglo como su finca personal, y también, como su laboratorio de experimentación económica y social. El resultado fue la igualdad en la pobreza y la creación de un sistema estructuralmente improductivo, sostenido por un enorme aparato de represión. El país carga con un Estado parásito.

La Guerra Fría y la hostilidad de los gobiernos norteamericanos facilitaron la estrategia de Castro de mostrar a Cuba como una nación sitiada, en la que se justificaba un Estado policíaco. Además, pudo culpar al embargo de todas las carencias de la población. Tales carencias, sin embargo, no le impidieron financiar y apertrechar a numerosos grupos guerrilleros en la región para que siguieran el camino de Cuba. Muchos jóvenes latinoamericanos se inmolaron en batallas sin destino en los 60 y 70.

En su estudio "Behind Revelations: Behind the Scenes in Havana", el economista Marc Frank estima que entre 1960 y 1990 Cuba recibió 65 mil millones de dólares de parte de la URSS, 40% como préstamo y 60% como regalo (citado por Enrique Krauze en su libro "El pueblo soy yo"). El hundimiento de la URSS trajo el fin del subsidio y una catástrofe social. Cuba pudo haber iniciado entonces una apertura como la de la Europa del Este, pero Castro lo impidió. Para él, la isla debía ser el último bastión del ideal comunista que consideraba traicionado en Moscú. Fueron indecibles las penurias de la población en los años 90. Entonces apareció Hugo Chávez, quien estuvo dispuesto a regalar a Cuba todo lo que le faltaba. Cautivado por Castro, Chávez siguió al pie de la letra sus lecciones y convirtió a su país en una especie de protectorado cubano, con las consecuencias conocidas.

Aunque Miguel Díaz-Canel ostenta el título de Presidente, el poder real sigue en manos de Raúl Castro, jefe del PC y de las Fuerzas Armadas, las que controlan las principales empresas. Hoy existe un espacio para los llamados cuentapropistas, pero subsiste el racionamiento, coexisten dos monedas y el comercio más activo es el del mercado negro. Cuba tuvo que importar azúcar en 2018, y eso lo dice todo. La ilusión de la oligarquía gobernante es el modelo chino de capitalismo de Estado. Mientras tanto, el sueño de los jóvenes es emigrar. Más de 5.000 cubanos viven en Chile.

"Pioneros por el comunismo, seremos como el Che". Ese fue el lema que los escolares cubanos repitieron por décadas como parte de su adoctrinamiento. Sin embargo, ahora habrá una nueva Constitución que elimina el objetivo de la sociedad comunista. O sea, fue desechada la utopía con la que se buscó justificar cualquier sacrificio. Es como si todo hubiera sido un espejismo. De todas maneras, el PC seguirá siendo el único partido permitido: eso es, finalmente, la Revolución.

Al cabo de 60 años, ni libertad, ni prosperidad, ni igualdad. ¡Qué inmenso fracaso! ¡Y cuántas vidas arrasadas!

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