Visiones de la tragedia de Tiananmen

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Republica, 04.06.2019
Inocencio F. Arias, embajador (r) y columnista español

Los medios de información occidentales vuelven sobre la “masacre” de la Plaza de Tiananmen en China hace justamente treinta años. El contraste entre lo publicado fuera y dentro de China es pasmoso. La prensa y televisión europea y americana siguen insistiendo en que hubo una matanza indiscriminada de centenares si no de miles de estudiantes en el lugar. ( Algunos comentaristas, los menos, disienten, afirmando que en la Plaza propiamente dicha hubo solo unos pocos muertos). “Le Monde” reproduce su crónica de aquella fechas con el titular “los soldados disparaban sobre cualquier cosa que se movía”. El político estadounidense Pompeo califica de “heroes” a los estudiantes e insiste en que el gobierno de Pekin debe dar explicaciones sobre lo sucedido. Otros piden disculpas de las autoridades chinas.

Que no parecen dispuestas a hacerlo. Portavoces oficiales, aceptando y minimizando la represión, señalan que la actuación del ejército era inevitable para sofocar una revuelta y replican que “las voces dementes que protestan acabarán en el basurero de la historia”. Que todo fue una vacuna eficaz contra las revueltas del futuro.

Puede que desde el punto de vista de los dirigentes chinos lo haya sido. La encargada de la política exterior de la Unión europea subraya que los derechos humanos han sufrido un retroceso en China. Cierto: hay miles y miles de la minoría uigur en campos de concentración, activistas políticos detenidos y la censura china sigue siendo pujante. Estos días no se puede publicar nada sobre Tiananmen, los hechos no aparecen en los libros de historia y el acceso por Internet al New York Times, CNN, BBC, etc.. está cortado. Pero el gobierno chino sabe que los intereses económicos y políticos de muchos países occidentales harán que el tema desaparezca pronto de las cabeceras de los diarios. Igual que se olvidó el asunto a los meses de ocurridos los acontecimientos.

Tiananmen es un hecho histórico de grandes consecuencias porque la represión, salvaje o suave según quien la cuenta, consolidó el control absoluto del partido comunista sobre el país. Un control que ha destrozado un mito en el que creíamos los occidentales después del desplome de la URSS: el de que los regímenes dictatoriales no pueden tener a la larga éxito económico. El aparato chino es autoritario, con Xi Jinping quizás más, y el despegue económico, sin embargo, ha sido duradero y colosal. Casi increíble.

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